Los vigilantes nocturnos de Turquía, también conocidos como guardias de vecindario (o guardias de aldeas), están ampliando sus poderes a través de un proyecto de ley presentado por el gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP), lo que provocó preocupaciones y críticas de los políticos de la oposición y defensores de los derechos humanos, reveló el lunes pasado el diario británico The Guardian.
Los vigilantes, una vez considerados con afecto y respeto por muchos turcos, habían patrullado los mercados y vecindarios del país durante décadas, armados con porras y silbatos. Eso es hasta que el AKP abolió la organización en 2008.
Ahora, la fuerza especial ha sido resucitada y potenciada por el presidente Recep Tayyip Erdogan, lo que genera temores de que el grupo sea utilizado para mejorar el liderazgo autoritario del mandatario turco.
Erdogan habló de su deseo de “volver a escuchar los silbidos de los vigilantes por la noche”, poco después de que su gobierno sobreviviera a un intento de golpe de Estado en el verano de 2016. Meses después, el Ministerio del Interior estableció planes para revivir la institución, empleando a miles de reclutas en 2017, y alrededor de 10.000 en cada año siguiente.
Los vigilantes ahora están armados con pistolas y pronto estarán autorizados a exigir identificación, detener y registrar a los ciudadanos, según el proyecto de ley parlamentaria. La comisión de asuntos internos de la asamblea nacional hasta ahora aprobó nueve de los 18 artículos de la legislación.
La nueva generación de oficiales nocturnos son en su mayoría hombres jóvenes con vínculos con el ala juvenil del AKP de Erdogan, indicó The Guardian.
Los opositores políticos a Erdogan están describieron la iniciativa como un intento de formar una nueva y leal fuerza paramilitar.
Varios han hecho comparaciones con la milicia Basij de Irán, una fuerza voluntaria leal al ayatolá Ali Khamenei, cuyos miembros golpean y hostigan a los civiles que incumplen las estrictas leyes de moralidad del país, recordó el diario británico.
El AKP elegirá cómo y dónde se desplegarán los vigilantes, y podrán estar subordinados a la voluntad política del partido, especialmente durante un período de alto desempleo como el actual, dijeron cinco miembros de alto rango del Partido Popular Republicano (CHP) de Turquía.
Emma Sinclair-Webb, directora de Human Rights Watch en Turquía, expresó preocupaciones similares sobre la fuerza. “También estamos particularmente preocupados por la falta de mecanismos de supervisión para regular a estos oficiales de la comunidad y hacer que rindan cuentas cuando abusan de sus poderes”, dijo la funcionaria a The Guardian. “Ya existe una cultura generalizada de impunidad policial, y la supervisión de estos oficiales es aún más confusa y vaga de lo que es para la policía regular”, agregó.
Algunas personas creen que la decisión del gobierno de empoderar a los vigilantes nocturnos proviene de su deseo de construir una fuerza de seguridad armada propia y confiable.
Más de 30.000 presuntos miembros del movimiento religioso Gülen, que el gobierno culpa por orquestar el intento de golpe de Estado de 2016, ahora han sido eliminados de la fuerza policial, pero el gobierno cree que todavía hay muchos más que permanecen activos en la organización, según la agencia Deutsche Welle.
FUENTE: Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina