“Los aparatos del Estado y del poder pueden tener estrategias y tácticas, pero en el sentido verdadero no tienen política. En cualquier caso, el poder y el Estado solo existen cuando la negación de la política está asegurada. Todo poder y todos los estados representan la congelación de la razón. La fuerza de ambos y sus debilidades vienen de esa cualidad. Así, las esferas del poder y del Estado no son campos donde buscar o encontrar la Libertad”. Rebêr Apo (Abdullah Öcalan), Sociología de la Libertad.
Las bases de nuestra ética, de la escritura, cultura, agricultura, la conformación de la sociedad en sí y las bases que mantienen la vida, la resistencia y la supervivencia social, se crearon durante la revolución neolítica, que fue la primera revolución de las mujeres (en el período de hace 10.000 a 5.000 años). Estas bases sólo se pudieron construir en una sociedad colectiva, sin jerarquías (aunque sí con la autoridad natural de mujeres, madres y ancianas), y basada en el enlace con la naturaleza. La aparición del patriarcado supuso un cambio de la sociedad matriarcal, es decir gestionada por los valores de las madres de los clanes, hacia la orden o imposición de la ley del hombre dominante.
El Estado no es solo una manera de organizar la sociedad. ¿Cuál es el alma del Estado? ¿Qué tipo de personalidad crea? El Estado es una manera de pensar, genera emoción, acción y cambio. No puede sólo medirse según las instituciones que representa. Esta medida, en sí misma, es producto de una mente conquistada por el Estado, que lo divide todo en partes. La humanidad era un todo, creía en la Diosa Madre como unidad de todo aquello que existe en el planeta. Ella fue partida en pedazos hasta derivar en la construcción de las religiones monoteístas y el desarrollo de nuevos dioses, como el dinero. La primera interpretación de ello la encontramos en la mitología babilónica, hace unos 3.500 años, con el asesinato de la diosa Tiamat por su hijo Marduk. La diosa fue partida en pedazos y de su muerte se originó el mundo. Es la expresión del desarrollo del patriarcado que había comenzado unos 500 años antes. Todo ello sentó las bases de la aparición de las ciudades y del Estado mismo, esclavizando a la mujer hasta hoy en día.
Un Estado también suplanta las autoridades naturales, que normalmente eran dadas a las madres por parte de la sociedad. El Estado crea divisiones y se levanta sobre una base jerárquica que no hemos sido capaces de superar como sociedad, por su composición misma que va en contra de la naturaleza humana. Nuestro objetivo como revolucionarias es buscar una alternativa al Estado. Entender el Estado como historia, como algo más allá de un paso organizativo, como algo que se ha impuesto en el corazón de cada una y que ha creado la familia nuclear que impide nuestro desarrollo colectivo, es clave.
Para comprender algo debemos estudiar su historia. El Estado es la legitimización del patriarcado y del capitalismo, porque el alma, mente y lógica de sus instituciones se construyeron sobre esos cimientos. ¿Qué significa el capitalismo para países colonizados? El capitalismo funciona a nivel global. ¿Cómo se construye un Estado sin capitalismo cuando es esta su base? ¿A qué nos referimos entonces con Estado? ¿Qué tipo de sociedad necesita un Estado? La creación de un Estado en nombre del socialismo y de la libertad es una concepción errónea. Tampoco ha de nacer un Estado únicamente de la destrucción de otro, siguiendo con la rueda de la que la humanidad debe de salir. Esta rueda sobre la que corremos, como ratones encerrados, nos ha mareado tanto que lo que hay fuera de ella ya no podemos vislumbrarlo bien.
La necesidad de la implementación del Estado como fase social, vislumbra un entendimiento de la historia lineal y determinista. Un hecho determina el siguiente. Para construir una revolución, la historia y la realidad se miden a través del desarrollo de la ética y procesos sociales que se mueven como el agua, que forman una espiral sobre la cual el poder patriarcal trazó una línea recta. Con esta línea se determinan los procesos históricos según los medios de producción. Es una visión material de lo que significa la inmensidad de la vida y la existencia.
La medida del paso de la vida es altamente compleja y debe de ser redefinida desde la perspectiva de la liberación de las mujeres. Y para ello hay que desenterrar la realidad de las resistencias para cambiar la manera en la que la humanidad y la sociedad se identifican a sí mismas. Tarîx significa “historia” en árabe, significa la “ciencia de las estrellas (del espacio) y del tiempo”, es decir la ciencia del universo, con el cual estamos conectadas, y nuestro mundo material es sólo una parte. Rebêr Apo explica en su libro Sociología de la Libertad que “la energía es libertad. Creo que la partícula material es la prisión de un paquete de energía”. No podremos alcanzar la libertad definiéndonos por el mundo material. Esto deberá extenderse a todos los planos de la existencia humana.
Debemos superar la idea de crear un Estado que han querido muchos pueblos en lucha. Cada pueblo del mundo tiene una necesidad de organización y de recuperar su nación como identidad colectiva. No podemos basar la libertad sin liberar a todos los pueblos. Lo que une todas estas luchas no es una necesidad de un Estado propio, sino una necesidad de organización colectiva basada en la diversidad. El Estado es una forma de centralidad el poder. Esto puede verse a pequeña o gran escala. Los movimientos que luchan por la libertad no deben dejarse absorber por la lógica del Estado. Aquí en Kurdistán, tras un análisis exhaustivo de la situación del pueblo kurdo, hubo un cambio de paradigma en 1999. Este cambio de paradigma llevó consigo la priorización del confederalismo democrático y un gran rechazo al Estado, implementando la lucha de las mujeres como eje central junto con la ecología. Estas ideas están totalmente ligadas entre sí. Son la continuación de los valores de la sociedad natural que sigue existiendo, y la lucha contra toda forma de opresión.
El tema del Estado ha dividido diferentes movimientos revolucionarios, como el anarquismo o el comunismo. La organización de la sociedad podría tomar formas diferentes, pero debe estar ligada a la sociedad, a la historia, a la naturaleza y a la revolución de las mujeres. Esto requiere no sólo un rechazo al Estado sino a sus pilares y lo que representa, a su mentalidad e ideario, a la búsqueda de alternativas, a la aceptación de una organización basada en la autoridad natural.
La lucha de las mujeres también es una lucha contra el Estado por el poder que este representa. La lucha de las mujeres es la lucha por la libertad colectiva, basada en la defensa de la identidad de cada nación y pueblo, de cada territorio y su cultura. Para ello, hay que garantizar una organización mundial que no deje hueco para las dictaduras ni para el fascismo. Una organización desde las comunas que se modere a sí misma es necesaria para que la sociedad crezca en libertad y diversidad de manera permanente, que no deje lugar a repetir los errores del pasado.
La palabra revolución viene del latín revolutio, que significa “dar la vuelta, volver, revolver”. ¿A qué lugar se estaban refiriendo? La palabra más antigua para libertad es la palabra sumeria amargi, que significa “volver a la madre” (a los valores matriarcales). Es en la sociedad pre-estatista y pre-patriarcal donde encontramos la verdadera raíz de la cuál nace la libertad. Este proceso de vuelta es lo que llamamos revolución. El reto ahora es buscar nuestra identidad perdida teniendo en cuenta la historia que ya nos ha ocurrido. Nuestra revolución es una lucha constante de cada día para, usando la lógica ancestral, adaptar la lucha a nuestro tiempo.
FUENTE: Celine de la Filia / Buen Camino / El Salto Diario / Edición: Kurdistán América Latina