De los 20.000 asirios que vivían en el valle de Khabur, en el noreste de Siria, antes de que comenzara la guerra en 2011, solo quedan unos 1.000 en la actualidad. Madeleine Khamis, comandante de las unidades asirias de autodefensa denominadas “Guardias Khabur”, afirma que los habitantes cristianos del valle no pueden regresar a su patria. Mientras tanto, sus áreas de asentamiento en el noreste de Siria están siendo amenazadas por el ejército turco y sus aliados yihadistas. Khamis teme que los últimos miembros de la comunidad asiria sean forzados al exilio.
Los programas y proyectos para promover el retorno de las personas desplazadas y su reintegración, tuvieron que ser suspendidos debido a la guerra de agresión iniciada en octubre pasado por Turquía y sus tropas aliadas del llamado “Ejército Nacional Sirio” (ENS), una asociación de milicias extremistas, miembros del Frente Al Nusra, grupos turcomanos y otras facciones yihadistas de la provincia de Idlib.
Después de la liberación de Til Temir (Tal Tamr), los Guardias de Khabur, junto con organizaciones cristianas, lograron traer de vuelta al país a los asirios exiliados. Ahora que el valle de Khabur está en la mira de Turquía, nadie cree que el retorno podrá ser reanudado pronto. Una y otra vez, la región está en el centro de los ataques del Estado turco y sus aliados, con la intención de integrar la región a la ilegal zona de ocupación que está construyendo en territorio sirio.
El río Khabur se extiende a lo largo del valle de Khabur. Donde se encuentra la ciudad de Til Temir (nombre kurdo Girê Xurma), se puede ver reflejado el reflejo del mosaico de la población de Siria. Los nestorianos -asirios de Hakkari-, que habían huido al norte de Irak durante el genocidio de cristianos en el Imperio Otomano entre 1914 y 1918, se establecieron en 1933. La Liga de las Naciones (antecesora de Naciones Unidas) les otorgó el área de asentamiento. Su segundo éxodo fue precedido por la masacre de Simele: unos 9.000 asirios, principalmente hombres y jóvenes, fueron asesinados en varias aldeas en la región Duhok. El pueblo de Simele, que se vio particularmente afectado, dio su nombre a este genocidio. Allí, bajo el liderazgo del ejército iraquí, murieron unas 350 personas.
Los asirios de Hakkari fundaron 33 aldeas en el valle plano de Khabur, mientras que los cristianos caldeos se establecieron en otras tres aldeas. Antes del comienzo de la guerra siria en 2011, aproximadamente 20.000 cristianos asirios todavía vivían aquí, y en casi todos los pueblos había una iglesia. Ahora ya no quedan ni 1.000 personas. Debido a los ataques y persecución que efectuaron los yihadistas, casi todos los habitantes huyeron al extranjero, la mayoría a Canadá, Australia o Estados Unidos. Algunos de los pueblos están completamente vacíos, y los que se quedaron son en su mayoría personas mayores. Además, varios cientos de desplazados internos de otras regiones del país ahora viven en Til Temir.
La mayoría de los habitantes de Til Temir ya habían huido hacia fines de 2012, cuando mercenarios del Ejército Libre Sirio (ELS) trasladaron sus ataques contra cristianos en el oeste y el este, hacia las regiones del norte, y amenazaron con invadir la ciudad. A lo largo del año hubo repetidas masacres, ataques y secuestros en Homs, Damasco y Deir Ezzor. En su momento, el círculo de perpetradores se expandió a casi todas las milicias yihadistas armadas, sobre todo al Frente Al Nusra. Las iglesias fueron profanadas y bombardeadas, las aldeas cristianas fueron atacadas sistemáticamente y se despoblaron, los líderes religiosos fueron secuestrados y asesinados. A partir de la segunda mitad de 2013, el nombre Estado Islámico (ISIS) se usó con mayor frecuencia en relación con crímenes contra cristianos sirios, especialmente en todo el Valle de Khabur.
En 2015, la escalada de terror en el valle alcanzó un nuevo nivel cuando, en la madrugada del 23 de febrero, ISIS invadió el banco occidental con 40 SUV, tomó 12 aldeas asirias en el lado oeste del río, e incendió las iglesias. Unas 4.000 personas querían buscar refugio en Tur Abdin, la “Montaña de los Sirvientes de Dios”, y el corazón de los sirios, pero Turquía no les permitió pasar. Luego lograron escapar a Qamishlo y Hesekê. Otros fueron al extranjero. Los que no llegaron a tiempo cayeron en manos de ISIS. Según varios informes, el número de secuestrados oscilaba entre 262 y 373, y se exigió un rescate por decenas de millones para su liberación. En junio de 2015, Til Temir, el Monte Kizwan (Abdulaziz) y el área circundante, fueron liberadas por las Unidades de Protección del Pueblos (YPG/YPJ) y grupos de combate cristianos, que se habían formado después del estallido de la guerra en Siria. Entre los mártires de la ciudad estaba Ivana Hoffmann, de Duisburg, que murió el 7 de marzo de 2015 con el nombre de “Avaşîn Têkoşin Güneş”, y es considerada la primera internacionalista en morir en la lucha armada contra ISIS.
“No hay absolutamente ninguna diferencia en la mentalidad de los yihadistas y el Estado turco –asegura la comandante Madeleine Khamis-. Cuando los yihadistas invadieron el valle de Khabur hace unos años, nuestras iglesias y otros sitios sagrados fueron el primer objetivo. Este escenario se ha repetido durante la reciente invasión turca. Hasta ahora, seis de nuestras iglesias han sido arrasadas por aviones no tripulados de combate turcos. Otras han sido fuertemente dañadas”.
La comandante, que también es miembro del Consejo Militar de los Guardias de Khabur, dice que Turquía es un “Estado colonialista” que, según el principio de divide y reinarás, refina constantemente su vieja estrategia de dividir territorios, a la población y generando confusión entre la sociedad.
“Se quiere implementar el mismo escenario que en Hatay en 1938 en toda la franja fronteriza, como parte de los planes de expansión neo-otomanos”, remarca Khamis.
“Turquía quiere expandir sus fronteras dividiendo y anexando partes del norte de Siria –agrega-. Los asirios no aceptan el Estado turco ni en su área de asentamiento ni en otras partes del noreste de Siria. La amenaza turca es una amenaza existencial”.
La violencia genocida contra los asirios y otros grupos cristianos y étnicos es un hilo conductor en la historia del Estado turco y del Imperio Otomano, del cual Turquía es el sucesor. Cuando más de 1,5 millones de armenios se convirtieron en víctimas del genocidio, bajo la responsabilidad del joven gobierno turco durante la Primera Guerra Mundial, los pogromos, las deportaciones y las masacres también mataron a unos 500.000 sirios, 300.000 de ellos asirios y miembros de otros grupos étnicos que no encajaban en la “comprensión nacional” de la “síntesis turco-islámica”. El historiador Joseph Yacoub, nacido en Hesekê, describe el genocidio de los sirios como el “genocidio oculto”, ya que la ciencia ha prestado poca atención a este evento.
“Nosotros, en el Valle de Khabur, somos descendientes de los sobrevivientes de estos eventos –remarca la comandante Khamis-. Turquía, por otro lado, siempre ha sido un agresor, destruyendo la herencia civilizadora de las áreas de asentamiento cristianas”.
“Incluso hoy, (Turquía) está atacando nuestras regiones y exportando el terror yihadista al noreste de Siria para aniquilarnos –advierte la comandante-. Mientras el silencio reinante continúe, mientras las acciones del gobierno turco sean aprobadas por la comunidad internacional, mientras la protesta siga fallando, incluso el último asirio se irá de la región. Nadie podrá regresar a casa”.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina