Berîvan Hêjar es una guerrillera de las Unidades de Defensa del Kurdistán del Este (Yekîneyên Parastina Rojhilatê Kurdistan, YRK). Viene de una familia patriótica de la ciudad de Mako. Fue al colegio durante diez años. Durante ese tiempo, experimentó la opresión de las mujeres por parte del régimen iraní y la represión contra la población kurda. Berîvan entonces se puso en marcha en busca de posibilidades de resistencia. A una edad temprana conoció a la guerrilla. Quedó impresionada por los hombres y mujeres combatientes, y quiso unirse a ellos.
En ese momento, tuvo lugar un espectacular ataque a una comisaría de policía en Mako. Ronahî Deniz, una combatiente del Partido por una Vida Libre en Kurdistán (Partiya Jiyana Azad a Kurdistanê – PJAK) fue asesinada. Entonces Berîvan decidió ir a las montañas. Se puso en marcha y llegó hasta un grupo guerrillero. Permaneció allí durante tres meses y fue trasladada a la zona Kelareş. Los Guardias Revolucionarios paramilitares (Pasdaran) atacaron su posición y Berîvan fue detenida junto con otros dos nuevos guerrilleros.
Berîvan recuerda aquellos tiempos: “Cuando caímos en manos del enemigo, todavía llevábamos ropa de civil. El Pasdaran nos atacó. Fuimos torturados por el Pasdaran que nos había arrestado. Durante la detención, nos interrogaron y nos preguntaron por qué nos habíamos unido a la guerrilla, y nos torturaron más. La presión psicológica era inmensa”.
La guerrillera resistió la violencia de la policía. “Acababa de unirme a la guerrilla y era muy joven –relata-. Pero aun así, no le di al enemigo ninguna respuesta. Porque mis camaradas fueron asesinados a mi lado, y esto despertó en mí una gran rabia contra el fascismo iraní. Sentí una profunda conexión con la guerrilla y tomé como ejemplo la resistencia de Shirin Elemhuli. Sabía cómo había resistido a la más dura de las torturas. Eso me dio mucha fuerza. Me dije a mí misma: ‘Si ella resistió y soportó todo esto, entonces yo también puedo’. Y sea lo que sea lo que tenga que venir, nunca me rendiré ante el enemigo”.
Berîvan fue trasladada a la prisión de mujeres de Nisvan, cerca de Urmia, y allí se le mantuvo en una celda junto con otras prisioneras políticas. La torturaron más. Berîvan cuenta: “Cuando me llevaron al interrogatorio, me ataron de pies y manos. No sabía adónde me habían llevado. Torturaron tanto a una joven a mi lado, que gritó: ‘Dejen de pegar, dejen de torturar’. Su fuerza no era suficiente contra el fascismo. Luego me arrastraron hasta donde estaba la joven y se lo dijeron al torturador: ‘Averigua cómo van las mujeres a las montañas, sus costumbres, hazlas testificar’. El comandante de Pasdaran no dejaba de pegarme. Yo le contestaba: ‘Fui a las montañas por su tortura, su represión. Tengo derecho a defender a mi país y a mi pueblo’. Naturalmente tomaron esto como una oportunidad para torturarme más. Me agarraron del pelo y me tiraron de un lado a otro”.
“En Irán, los prisioneros políticos son torturados muy duramente. Hay violaciones constantes, descargas eléctricas, agua a presión y prácticas similares. Durante seis meses, mi familia no supo nada de mí”, agrega la combatiente.
Después de seis meses, Berîvan fue remitida ante un tribunal revolucionario y condenada a muerte. Debido a su baja edad, la sentencia no pudo aplicarse y fue transferida al Tribunal de Menores. Allí fue sentenciada a dos años de prisión. Las experiencias en la prisión del régimen iraní tuvieron una gran influencia en ella. Inmediatamente después de su liberación quiso ir a las montañas.
“Era muy difícil para mí estar en manos del enemigo como prisionera –señala-. No podía aceptarlo. También estaba impaciente y quería vengar a los caídos. Por eso quería ir a las montañas inmediatamente después de mi liberación. Tras cumplir la condena, me puse en contacto con los guerrilleros de nuevo y me uní a ellos. Quería seguir el camino de mis camaradas caídos y vengarme por ellos. Me mantendré conectada a esta vida hasta el final y continuaré sumergiéndome en la filosofía de Rêber Apo (Abdullah Öcalan)”.
Para Berîvan, “la vida de guerrillera es agradable para mí. Estoy feliz de haberme unido. Estamos constantemente educándonos. No me inclino ante la familia o el sistema”. Por esta razón, la guerrillera hizo un llamado a los jóvenes de Mako, su tierra natal, como de todo Rojhilat (Kurdistán iraní), “para que rompan con la desesperanza de la vida, no se suiciden, sino que participen en la vida aquí. Me dirijo a todas las mujeres de mi tribu: no deben aceptar una vida como esclavas. Deben afirmar su voluntad como mujeres y adoptar la filosofía de Rêber Apo. Sólo así podrán dar pasos hacia la libertad”.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina