El Estado turco bombardea sistemáticamente y a diario los asentamientos civiles en el noreste de Siria/Rojava. Cientos de miles de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, mientras que cientos de civiles han perdido la vida desde los ataques de invasión que comenzaron el 9 de octubre de 2019.
El ejército turco y sus mercenarios aliados lanzaron una ola de ataques contra aldeas de los distritos de Shera y Sherawa, del cantón kurdo de Afrin, el domingo por la mañana.
Los ataques con armas pesadas han tenido como objetivo las aldeas de Malikiya, Shiwarxa, Meranaz, Kafr Antun e Irshadiya, en Shera, y las aldeas de Bene, Darjimal y Soxaneke en Sherawa.
El sábado por la noche, las fuerzas de ocupación bombardearon la aldea de Xirbitbeqir, cerca de Gire Spi (Tal Abyad). No se dispuso inmediatamente de información sobre los resultados de los ataques a estas aldeas.
Los ataques de Turquía y sus tropas yihadistas en el norte de Siria no han disminuido, ni siquiera en tiempos de la pandemia del coronavirus, y se dirigen principalmente a las zonas residenciales y a la infraestructura civil. Si bien la población civil sufre bajas, el suministro de electricidad y agua se ha colapsado en grandes partes del noreste de Siria debido a los ataques de artillería.
Como parte de las medidas mundiales para contener la propagación del coronavirus, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, pidió el 23 de marzo un cese del fuego mundial, y exhortó a las partes en el conflicto a que cesaran las hostilidades. “Pongan fin a la enfermedad de la guerra y luchen contra la enfermedad que está asolando nuestro mundo –expresó Guterres-. Es hora de poner el conflicto armado bajo llave y concentrarnos juntos en la verdadera lucha de nuestras vidas. Silencien las armas; detengan la artillería; terminen los ataques aéreos. Esto es crucial”.
Las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) respondieron a este llamado declarando que seguirían la recomendación de Naciones Unidas en la región autónoma, y pidieron a todas las demás partes en el conflicto que asumieran inmediatamente un alto el fuego humanitario. Pero hasta ahora, las otras partes en conflicto han ignorado esta mano tendida.
Turquía está utilizando la pandemia de coronavirus para ampliar su zona de ocupación en medio de la crisis. A pesar de las advertencias de que un brote de Covid-19 en Siria supondría una amenaza mortal para 6,5 millones de desplazados internos que sufren los efectos de nueve años de guerra, y de un renovado llamamiento de Naciones Unidas en el sentido de que un cese de los combates podría ayudar a crear las condiciones para la prestación de ayuda para salvar vidas, el norte de Siria siguen siendo objeto de los ataques de Turquía.
En las ciudades de Serêkaniyê (Ras Al Ain) y Girê Spî (Tal Abyad), que están incluidas en la zona de ocupación turca en el noreste de Siria desde octubre de 2019, y en las zonas de autogobierno a lo largo de la frontera turco-siria, se están llevando a cabo importantes actividades militares del Ejército Nacional Sirio (ENS), compuesto por yihadistas y respaldado por el Estado turco.
Afrin ha estado bajo la ocupación de Turquía y sus aliados mercenarios desde hace más de dos años. Los ataques del Estado turco contra Afrin comenzaron el 20 de enero de 2018 y la invasión de la ciudad se llevó a cabo el 18 de marzo de 2018. Desde la invasión, se han cometido sistemáticamente crímenes de guerra en esa región. Casi todos los días se cometen delitos como la confiscación de bienes pertenecientes a la población local, el secuestro de civiles para obtener un rescate, la tortura o las ejecuciones.
Las fuerzas de ocupación controladas por Ankara utilizan los secuestros para extorsionar a los pobladores. Este método se ha convertido en una lucrativa fuente de ingresos. Hasta ahora se han notificado al menos 500 casos de entrega de rescates. Las milicias apoyadas por Turquía exigen un equivalente de entre 3.000 y 100.000 euros, dependiendo de la capacidad de pago de los familiares de las víctimas.
El otoño pasado, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas publicó un informe sobre la situación en Siria, en el que también se describe la devastadora situación de los derechos humanos en Afrin. El Consejo documentó que las condiciones generales de seguridad en Afrin y los distritos adyacentes seguían siendo nefastas y que las facciones armadas habían dividido la provincia en zonas geográficas de influencia.
“Como resultado de ello, hay una ausencia general de estado de derecho y repetidos incidentes de secuestros, torturas, extorsiones y asesinatos. Las víctimas eran a menudo de origen kurdo, así como civiles considerados prósperos, entre ellos médicos, hombres de negocios y comerciantes”, aseguró el informe.
FUENTE: ANF / Edición: Kurdistán América Latina