El Estado turco está ejerciendo una creciente tortura psicológica contra los kurdos y, en particular, contra las familias políticamente comprometidas.
En Silvan, en la provincia kurda de Diyarbakir (sudeste de Turquía), los padres que habían perdido a sus hijos en los combates contra el ejército turco fueron convocados por el mando de la gendarmería para que retiraran las letras “Q”, “W” y “X” (letras del alfabeto kurdo que no existen en turco) de las lápidas de sus hijos.
A pesar de las amenazas, las familias se negaron a cumplir esta orden, afirmando que estas letras formaban parte de los nombres de sus hijos y que, además, no podían ser retiradas sin romper las lápidas.
Recientemente, prácticas similares han tenido lugar en la provincia de Van. Soldados del ejército turco, acompañados por los mukhtars (jefes de vecindario o de aldea), inspeccionaron los cementerios en busca de las tumbas de los guerrilleros. Las lápidas que llevaban la palabra “Şehîd” (“mártir” en kurdo), el nombre en clave de los combatientes o los símbolos kurdos, como los colores verde-rojo-amarillo, se quitaron y se rompieron delante de los familiares.
En algunos casos, los padres se vieron obligados a hacerlo ellos mismos. El último incidente de este tipo ocurrió hace una semana en el distrito de Erciş, donde dos lápidas fueron destruidas deliberadamente por soldados del ejército turco delante de las familias de los fallecidos.
La brutalidad dirigida a la memoria de los combatientes forma parte de la guerra psicológica librada por el régimen turco contra la resistencia kurda. Estos ataques han alcanzado una escala sin precedentes, particularmente bajo el gobierno del partido AKP. Las tumbas de los guerrilleros son sistemáticamente objeto de actos de vandalismo. A esto se suma que cientos de cadáveres han sido desenterrados y trasladados sin que se sepa su paradero.
FUENTE: Rojinfo / Rojava Azadi Madrid