Pese a ser relativamente joven, el cine kurdo ya ha producido importantes trabajos, en donde han emergido un gran número de directores en los últimos años. Ferîborz Kamkarî es uno de estos directores de cine, exitoso e independiente que vive en Italia. Su cine, como él mismo dice, sigue la tradición italiana del neorrealismo.
Al señalar que las guerras de las que fue testigo en su infancia afectaron a su trabajo, Kamkarî asegura que “los artistas kurdos no pueden ser apolíticos”. Y al enfatizar que el cine kurdo no debería ser comparado con el cine del resto del mundo, el director dice que en el futuro espera que “se pueda hablar pronto de una nueva escuela cinematográfica kurda”.
Hemos hablado con Kamkarî, que es natural de Sinê, en Rojhilat (Kurdistán iraní), sobre el futuro del cine kurdo y su historia personal y de su pueblo en su propia obra.
-Eres productor y director… esto parece una ventaja. ¿Pero lo es realmente?
-Para un cineasta independiente es muy importante involucrarse en la producción de sus películas. Como cineasta independiente, tienes que luchar a menudo por presupuestos, y normalmente encuentras menos dinero del que necesitas. Por ello, producir te ayuda a salvaguardar el dinero y decidir cómo gastarlo correctamente.
-Has dirigido “Agua y Azúcar”, que aborda el legado del director italiano Carlo di Palma, y la película abre una especie de puerta a la historia del cine clásico. ¿Cuál es la razón por la que decidiste hacer una película sobre di Palma? ¿Cuál es su relevancia en el cine italiano?
-Carlo di Palma representa un tipo de cine social y artístico que amo. Viene de una escuela de cine en la que todos los directores políticos y sociales han aprendido mucho (del neorrealismo italiano). Hacer un documental sobre di Palma fue una gran oportunidad para hablar de la historia del neorrealismo italiano y de maestros que admiro. Él trabajó con Visconti, Monicello, Antonioni y muchos otros grandes directores. Conocer y estudiar sus obras maestras puede ser muy útil para los jóvenes cineastas y amantes del cine.
-“Cinta Negra” fue una de tus películas más exitosas. Se trata de un documental con muchos elementos ficticios. ¿Cómo ves esa película?
-Fue mi primer largometraje rodado en Teherán. Como cineasta joven, hice muchos cortos antes, y fue importante para mí a hacer un primer largometraje en un sentido experimental. Buscaba un nuevo lenguaje, que pudiera ayudarme a sortear la censura gubernamental y contar la historia con un presupuesto muy reducido. Hacer un documental de ficción fue la mejor apuesta para conseguir estos objetivos.
-En la misma película, hablas de la historia de Golî y su marido de mediana edad, que es un hombre de negocios. ¿Cuáles son exactamente tus inquietudes al contar esta historia? ¿Y puedes por favor decirnos cuál fue la reacción del Estado iraní ante esta película?
-La historia va sobre una relación muy compleja entre una mujer kurda y su marido. Ella trata de conseguir sus derechos más básicos (su nombre real es Galavej, que es un nombre kurdo). Esto la lleva a un conflicto muy profundo, no solo con su marido sino con toda su familia y su propio pasado. Al final, cuando se le cierran todas las vías pacíficas, no tiene más remedio que echar mano a las armas para liberarse. Muere, pero su hermana pequeña continúa su camino por un camino más inteligente. Desafortunadamente, esta película nunca se proyectó en Irán.
-Al mismo tiempo eres escritor. Una de las películas de éxito internacional ha sido “Las flores de Kirkuk” (Gulakanî Kerkûk), adaptación de uno de tus libros. ¿Puedes contarnos la historia de este libro y su adaptación cinematográfica?
-El libro y la película están basados en una historia de amor que tiene lugar en Irak, durante el régimen de Sadam Husein. Una mujer árabe y un hombre kurdo se enamoran, pero el destino está en contra de su amor. El hombre es de Kirkuk y se ve involucrado en la campaña Al Anfal, que acabó con más de 200.000 kurdos muertos, la mayoría de ellos de la ciudad de Kirkuk. La mujer árabe se involucra en el triste destino de su amado y se convierte en testigo de uno de los momentos más trágicos de la historia kurda.
-En tus películas abordas temáticas sociales y políticas. ¿Hay una razón especial para ello? ¿Cómo ves la relación entre el arte y la política?
-Primero de todo, como kurdo no puedes evitar la política. Desafortunadamente, nuestra vida diaria está marcada por la situación política. Como artista kurdo, no puedes ser apolítico.
El cine es un instrumento de comunicación muy potente. Es como una ventana por la que mirar el mundo y al mismo tiempo como un espejo al que mirarse para conocerse mejor a uno mismo.
Para la mayor nación sin Estado, para un pueblo dividido en cuatro partes y que siempre ha sufrido la censura, el cine puede ser un instrumento útil para comunicarse con otras naciones, para entablar un diálogo con el resto del mundo.
-Naciste en Sinê. ¿Qué lugar ocupa en tu vida y a qué distancia vives ahora de allí?
-No nací en Sinê, pero es mi tierra porque crecí allí. Durante mi infancia hubo tres años de guerra civil entre el gobierno central y el movimiento de liberación kurdo, y luego ocho años de guerra entre Irak e Irán. Como niño de la guerra nunca puedes liberar tu alma. En todas mis películas y novelas estoy influenciado por este periodo de mi vida.
-Vives desde hace tiempo en Italia. No puedes regresar a tu tierra. ¿Cómo afecta esto a tu cine?
-Mantengo el contacto con mis raíces y a menudo viajo al Kurdistán, con lo que no estoy separado de mi gente. Al poder hacer películas en Europa, es una gran oportunidad de ser una especie de puente entre estos dos mundos. Hablar sobre Oriente Medio y sus problemas ante una audiencia occidental, y dar un punto de vista sobre las cosas que he vivido personalmente. Este punto de vista es muy a menudo distinto de lo que ofrecen los medios de masas a su audiencia. Especialmente cuando se trata de intereses políticos, religiosos o económicos. Creo que el mundo necesita más de este tipo de puntos de vista individuales de ciudadanos normales que puedan narrar los eventos de forma no oficial
-A pesar de las fronteras y la censura, el cine iraní produce buenas obras. En tu propia cinematografía, ¿cuál es el lugar del cine iraní?
-Como dije antes, los cineastas independientes iraníes han aprendido mucho del cine neorrealista italiano. Quizás porque durante la revolución y la guerra en Irán vivieron la misma situación que los cineastas italianos tras la Segunda Guerra Mundial. Necesitamos comunicarnos con el mundo exterior y contar nuestras historias, pero al mismo tiempo sufrimos censura y escasez de dinero. Estos son dos elementos que fuerzan a los directores iraníes a hallar vías creativas para hacer películas sencillas, al mismo tiempo que sofisticadas, con el fin de sortear la censura. Muchas veces, detrás de una historia simple de una película iraní puedes encontrar numerosos elementos simbólicos que te llevan a una interpretación diferente.
-¿Sigues el cine kurdo? ¿Hay muchos directores que aprecies?
-Sigo el cine kurdo de Bakur y Bashur, y conozco muy buenos cineastas. Ellos siguen la misma vía que yo. No usan el cine para contar una historia y entretener a la audiencia (lo que es importante), sino que además se comunican por medio de su cine con el resto del mundo. Hay muy buenas películas kurdas todos los años en los festivales. Espero que encuentren el modo de vivir incluso fuera de estos circuitos.
-Dentro de la cinematografía mundial, ¿consideras que el cine kurdo tiene éxito? ¿Cuál crees que podría ser una mejor manera de hacer cine para los directores kurdos?
-El cine kurdo todavía es muy joven y en comparación con el cine global aún tiene que crecer mucho. Los kurdos descubrimos el cine cerca de 100 años después de su invención, con lo que no nos podemos comparar con el resto de naciones que tienen sus gobiernos propios, sus propios ministerios de cultura y sus propios canales de televisión que apoyan a los cineastas. Todavía luchamos para existir y nuestros gobiernos hacen todo lo posible para impedirlo.
Hacer una película kurda es muy complicado, y los directores no pueden concentrarse únicamente en el aspecto artístico de la película. Pero, después de todo, las películas kurdas están mejorando cada año, y estoy bastante seguro de que podemos decir que hay una escuela kurda muy joven.
-¿Afecta la crisis del coronavirus al cine? ¿Puede producir cambios?
-Por supuesto que afecta. Las salas de cine han sido cerradas durante un periodo de tiempo largo y no sabemos cuándo las volverán a abrir. Actualmente, el único modo de ver cine es a través de canales de televisión o de internet. Los canales no están muy interesados en el cine independiente, con lo que será un nuevo reto para este cine y la situación será aún más compleja que antes.
-¿Hay algún nuevo proyecto en el que estés trabajando? Si es así, ¿puedes dar algún detalle?
-Estoy acabando un documental y también estoy trabajando en una nueva película. Ambos son sobre temática kurda.
FUENTE: Yeni Özgür Politika / ANF / Edición: Kurdistán América Latina