Años de mala gestión política y económica por parte del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, han dejado a Turquía como la más vulnerable de todas las economías emergentes durante el brote de coronavirus, dijeron analistas de la revista Foreign Policy.
Turquía ya sufría dificultades económicas antes de la pandemia. En agosto de 2018, el precio de los swaps de incumplimiento crediticio (CDS) de Turquía aumentó a su nivel más alto desde 2009, escribieron Aykan Erdemir, director senior del programa de Turquía en la Fundación para la Defensa de las Democracias, y John A. Lechner, un estudiante graduado en Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown.
El siguiente mes de mayo, el precio de los CDS de Turquía se disparó nuevamente cuando los mercados de capitales comenzaron a cotizar en mora, y la deuda de Turquía se clasificó como la cuarta más riesgosa del mundo, después de Venezuela, Argentina y Ucrania.
La lira turca se ha depreciado más del 14 por ciento frente al dólar estadounidense este año, lo que ejerce una mayor presión sobre las empresas no financieras sobre apalancadas de Turquía, que tienen obligaciones cambiarias por alrededor de 300 mil millones de dólares, señaló la publicación especializada.
Desde enero de 2019, Turquía parece haber gastado 65 mil millones de dólares de las reservas de divisas del banco central para apuntalar la lira vacilante, dejando solo 1,5 mil millones de dólares restantes, que la entidad ha tratado de ocultar detrás de las operaciones de intercambio a corto plazo con bancos locales.
La lucha económica de Turquía significa que Erdogan solo pudo anunciar un plan de estímulo limitado de 15 mil millones de dólares el 18 de marzo para lidiar con la interrupción causada por el brote de coronavirus, que representa solo el 1,5 por ciento del PIB, que es bajo en comparación con los Estados Unidos (11 por ciento), Alemania (4,9 por ciento) y Brasil (3,5 por ciento).
“Para empeorar las cosas, la doble crisis financiera y de salud pública de Turquía ha puesto de manifiesto los peores instintos de supervivencia del presidente turco”, aseguró Foreign Policy.
Erdogan se ha retirado en gran medida de los espacios públicos, quizás permitiendo que su ministro de Salud tome las responsabilidades en caso de desastre, y se ha enfrentado cada vez más con los municipios controlados por la oposición debido a los presupuestos en el marco del coronavirus.
La revista estadounidense dijo que, hasta el 25 de marzo, las autoridades turcas habían arrestado a más de 400 personas por publicaciones en redes sociales sobre el coronavirus, acusadas de “intentar agitar los disturbios”. Hasta el 5 de abril, los fiscales turcos habían interrogado a ocho periodistas por sus informes sobre el coronavirus. Además, ocho alcaldes electos por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) fueron sustituidos por interventores enviados por el gobierno.
Foreign Policy señaló que el historial de Erdogan en crisis políticas y económicas anteriores sugiere que en el horizonte se vislumbran más represiones.
“Durante una crisis incomparable, que exige solidaridad y confianza dentro y entre las naciones, a menos que el presidente turco deje de duplicar los errores del pasado, Turquía tendrá crisis calamitosas financieras y de salud pública, y cada una de ellas será contagiosa para los socios comerciales del país cercanos y lejos”, remarcó la publicación.
FUENTE. Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina