El brote de COVID-19 y varios otros nuevos factores han complicado aún más la ya compleja situación en Idlib, Siria.
En primer lugar, las instalaciones médicas han sido golpeadas repetidamente y la mayoría de ellas han sido parcialmente destruidas. Carecen de la infraestructura para hacer frente a un brote epidémico grave.
En segundo lugar, muchos médicos y personal médico ya han abandonado el país, dejando a los hospitales y todas las instalaciones de salud con poco personal.
En tercer lugar, el centro de Idlib y los asentamientos circundantes, en la actualidad albergan una población mucho mayor de la que pueden contener.
En cuarto lugar, los medicamentos y los kits de prueba de la Covid-19 son escasos.
Por último, pero no menos importante, cientos de miles de refugiados viven en el desierto en áreas cercanas a la frontera turca, donde la atención médica no está disponible o es extremadamente limitada.
Ahora también hay un nuevo factor de complicación, derivado de la proliferación de grupos en lucha en Idlib. Hasta hace poco, el principal oponente de Turquía en Idlib habían sido las fuerzas del gobierno sirio. Dos soldados turcos fueron asesinados y uno herido la semana pasada a lo largo de la autopista M-4, que une Latakia con Alepo.
Las autoridades turcas usaron un lenguaje ligeramente diferente al anterior para asignar la culpa de este ataque, diciendo que fue llevado a cabo “por ciertos grupos radicales en la región”. Y agregaron: “Las fuerzas turcas llevaron a cabo actos de represalia inmediatos y dispararon contra los objetivos identificados en el región”. Este lenguaje sugiere que Turquía no pudo identificar con precisión qué grupo “radical” llevó a cabo el ataque, o que este grupo fue uno de los grupos protegidos en el pasado por Turquía, pero ahora se ha vuelto en su contra porque sus prioridades han divergido. Cualquiera sea la razón, el resultado es que hay una mayor proliferación de actores en el campo de batalla en Idlib, lo que complica una situación ya compleja.
Hay indicios que sugieren que el ataque de la semana pasada contra soldados turcos podría haber sido llevado a cabo por un grupo terrorista llamado Tanzeem Hurras ad-Deen (Organización de los Guardianes de la Religión), un grupo afiliado a Al Qaeda. Algunos de sus líderes fueron arrestados en el pasado por Hayat Tahrir a-Sham (HTS), en un esfuerzo por evitar la formación de otro grupo afiliado a Al Qaeda en Siria. En el apogeo de la amenaza de la Covid-19, los medios de comunicación turcos y los partidos políticos de oposición no han cuestionado los detalles de este incidente.
Como si este desafortunado ataque y el brote de la Covid-19 no fueran suficientes, ahora se agrega otro nuevo factor de complicación al atolladero de Idlib, por la actitud adoptada por James Jeffrey, el representante especial de los Estados Unidos para Siria, quien el mes pasado hizo una declaración que constituyó una desviación importante del enfoque anterior de Washington sobre HTS.
“Nosotros (Estados Unidos) reconocemos que HTS es una rama de Al Qaeda. Se considera una organización terrorista, pero se centra principalmente en luchar contra el régimen de Assad. No hemos aceptado esa afirmación, pero afirman ser combatientes patrióticos de la oposición, no terroristas. No los hemos visto generar, por ejemplo, amenazas internacionales durante algún tiempo”, dijo.
Las palabras de Jeffrey sugieren que hay una actitud suavizadora en Washington hacia HTS. Por otro lado, HTS evita los ataques directos contra el ejército turco en Idlib, porque quiere centrarse principalmente en su lucha contra el gobierno sirio.
Si Turquía y Estados Unidos adoptan una actitud más suave hacia el grupo, pueden verse tentados a apoyar a HTS, en una confrontación importante con las fuerzas del gobierno sirio. Tal escenario necesariamente invitaría a la reacción del gobierno sirio, que contará con el respaldo de Rusia e Irán, y bien podría desatar una nueva ola de refugiados hacia la frontera turca.
La pandemia de la Covid-19 ahora pondrá pimienta y sal en la herida. El autoaislamiento y otras medidas de protección serán mucho más difíciles de adoptar para proteger a los refugiados que se dirigen hacia la frontera. Una vez que la epidemia se extienda entre los refugiados, será casi imposible contenerla sin hospitales, médicos, enfermeras, instalaciones de cuarentena y kits de prueba disponibles. La mayoría de los refugiados viven actualmente en condiciones espantosas, en campamentos estrechos o en carpas improvisadas bajo los árboles.
Esta es una crisis que puede profundizarse fácilmente si Estados Unidos atrae a Turquía para que aproveche esta oportunidad para atacar a las fuerzas sirias.
FUENTE: Yaşar Yakış / Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina