El 17 de marzo se cumplieron dos años de la muerte de Alina Sánchez, Lêgerîn, médica, feminista, internacionalista y revolucionaria argentina que entregó su vida a la causa del pueblo kurdo. En la localidad de Villa Giardino se realizó un encuentro al que asistieron familiares, compañerxs y amigxs para recuperar con sus relatos las experiencias que tuvieron junto a Alina. En este marco es que dialogamos con Dilan Bozgan, quien compartió sobre su vida, sus experiencias y saberes acerca de la lucha que se lleva adelante en Kurdistán.
Rodeado de sierras y montes que se curan por un incendio reciente, me refugio de la lluvia junto Dilan bajo una bandera. En ese momento cuenta que se tuvo que ir de Kurdistán turco debido a la persecución política, por lo que no era seguro ni para ella, ni para muchos académicos que tuvieron que irse del país. Hace seis años que vive en la ciudad de Buenos Aires, donde hace unos días, en plena calle, un hombre desconocido le pegó una piña en el ojo “por racismo, xenofobia y machismo”; y que por eso lo tiene morado. Dilan escribe para diarios turcos y kurdos, algunos incluso prohibidos allá por el Estado, y también estudia un doctorado en Antropología Social. Cuando le pregunté cómo se definiría ella, me contestó: “Yo soy feminista y kurda”.
Nuestra conversación avanza mientras me cuenta que “en Turquía, que es el Estado más hostil contra el Confederalismo Democrático kurdo, está el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), la tercer fuerza política en el parlamento, que se juntó para representar no sólo al pueblo kurdo, sino también a las feministas, lxs ambientalistas y a cualquiera que quiera dejar de ser oprimidx en Turquía. Así como ganan municipios, apresan a los dirigentes. Mientras tanto en Rojava, al norte de Siria, Turquía violó los acuerdos internacionales y atacó las ‘zonas liberadas’ de ISIS por la milicia kurda. Desde octubre del año pasado, bombardea la región para tratar de cortar las rutas”. Ahora toca lo que ella nombra como “autodefensa popular”, ya que las milicias populares de los pueblos de Rojava no igualan a las del ejército turco.
Cuando empiezo a inmiscuirme en fantasías de enfrentamientos de montaña, ella hace un giro en su relato: “Pero muchas veces se pierde el foco de la lucha de los pueblos de Kurdistán por ponerlo en la lucha armada. La lucha armada no es todo, porque el 90% de la lucha es organizarse y el 10% es la autodefensa, como relatan los representantes del Movimiento de la Liberación de Kurdistán. Por eso, es una apuesta política y lo que quiere hacer Turquía es, en parte, un genocidio político. Es muy complejo construir en medio de la destrucción de la guerra”. Entonces comienza a contarme sobre lo fundamental de la organización de las mujeres, que no sólo dirigen las milicias, sino también otros ámbitos de la vida, como por ejemplo los hospitales, uno de los cuales se llama “Alina Sánchez” en Rojava. “Allá en Rojava, que es distinto a todos los otros territorios donde siguen colonizadxs, se desarrolla la Jineologi. ‘Jin’, significa mujer. Es la revisión de los saberes propios y de los que se conocen, pero desde la perspectiva de las mujeres. Allá en las escuelas se le enseña a las nuevas generaciones la ‘ciencia de las mujeres’, porque se espera que sean parte de la resistencia desde la perspectiva femenina”.
Cuando le pregunté sobre su economía, siguió sorprendiéndome con su relato: “Allá el pueblo kurdo se maneja por una perspectiva de economía aborî: ‘satisfacción de necesidades’. No se produce de más, ni se produce de menos, se aseguran de que nadie pase hambre. Su sustento es el pan, por eso tienen cooperativas de pan y también de costura, aparte cooperativas manejadas por mujeres. El sistema político también es distinto; se manejan por asambleas y nadie decide por nadie. Las decisiones son populares, democráticas y participativas, por eso se le llama Confederalismo Democrático, que es algo que no tiene la estructura en la que se organiza el Estado. En este sentido se ve que la gente común y corriente toma las armas, porque deciden hacerlo para autodefensa de sus vidas contra los yihadistas de la región, que tienen una lógica totalmente machista y destructiva”.
Antes de volver a nuestras actividades, me comenta: “Las kurdas siempre siguen discutiendo, nunca terminan de debatir, porque se maneja la crítica y la autocrítica constante. Es aceptar esa dinámica, porque es un contexto de guerra en el que todo cambia todo el tiempo”.
Escribo “Dylan” en mi cuaderno y me corrigie: “Es con ‘I’, porque mi nombre es kurdo, no viene de Bob Dylan, sino se refiere a la alegría de la danza en kurdo”.
“Berxwedan Jiyan e”
La vida es resistencia
FUENTE: Lautaro Palacios / Enfant Terrible