La tensión en el distrito sirio de Idlib se redobló el miércoles cuando el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dio un ultimátum al gobierno de Damasco para que detenga de manera inmediata su ofensiva contra las milicias que operan en Idlib. Una acometida, formada en su mayor parte yihadistas radicales, que ha causado desde diciembre más de un millón de refugiados que han huido hacia la frontera turca.
En un discurso ante los diputados de su partido, Erdogan puso la fecha límite de finales de febrero para que el ejército sirio termine con su ofensiva y se retire a las líneas de alto el fuego acordadas en el cónclave de Sochi de septiembre de 2018. De lo contrario, Turquía, que en las últimas semanas ha estado concentrando tropas en su lado de la frontera, adoptará las medidas militares necesarias para desalojar al ejército sirio “cueste lo que cueste”. “Es inminente”, es “una cuestión de tiempo”, recalcó Erdogan. “Ya estamos en la cuenta atrás y enviando las últimas advertencias”.
Turquía y Rusia han estado negociando en los últimos meses una solución al conflicto, si bien las posiciones están alejadas y la negociación no ha dado resultados. En estos momentos tampoco parece que vaya a conseguirse una solución a corto plazo. El acuerdo de Sochi preveía la creación de unos cuantos puestos militares de control turcos dentro de la provincia de Idlib, pero con el reciente avance sirio algunos de esos puestos se han quedado aislados.
El Kremlin por su parte dijo estar dispuesto a seguir negociando, pero subrayó que no está satisfecho con el “incumplimiento” del acuerdo de Sochi por parte de los turcos, especialmente en relación con los “ataques terroristas” de las milicias yihadistas de Idlib contra el ejército sirio y contra las instalaciones militares rusas. El Kremlin calificó una hipotética intervención militar turca en Idlib como “el peor escenario” posible.
“Si estamos hablando de una operación contra las legítimas autoridades de la República de Siria y contra las fuerzas armadas de la República de Siria, esto sería, por supuesto, el peor escenario”, dijo el secretario de prensa del Kremlin, Dmitry Peskov.
El ministro de Exteriores Sergei Lavrov insistió en que Turquía debe cumplir su parte del acuerdo y denunció que, transcurrido más de un año desde el cónclave de Sochi, Turquía ha sido incapaz de separar a la “oposición” de las “organizaciones terroristas”, tal y como se comprometió. Tanto la “oposición” minoritaria como las “organizaciones terroristas” cuentan el apoyo de distintas potencias extranjeras, regionales y occidentales.
En los últimos días, la diplomacia turca se ha movido en diferentes frentes en busca de apoyo. Los turcos incluso han acudido a la OTAN para recabar su respaldo, pero sus relaciones con los países del tratado atlántico son frías y cuesta creer que estos vayan a salir en defensa de sus aliados turcos creándose un sinfín de problemas.
Turquía y Rusia se preparan para lo peor
Para complicar las cosas, el diario Al Quds al Arabi informó el miércoles, citando fuentes próximas a la base militar rusa de Hmeimim, que en las últimas horas Rusia ha enviado refuerzos militares a la base, una indicación de que Moscú, al igual que Turquía, se está preparando para el peor escenario posible.
Las fuentes revelaron que están llegando pesados y modernos tanques, lanzacohetes, artillería pesada y vehículos acorazados, así como bombas de varios tipos que habitualmente usan los modernos cazas Sukhoi. El rotativo de Londres añadió que también se ha observado la llegada de otro tipo de material militar, incluidos recursos para construir fortificaciones defensivas que podrían ser necesarios en el caso de un rápido deterioro de la situación.
Rusia y Turquía comparten muchos puntos de vista e intereses en Oriente Próximo y, a pesar de los movimientos de tropas y de material militar, parece difícil de imaginar un conflicto directo en el que los dos países saldrían perdiendo. Ankara también compra a Rusia material militar avanzado para disgusto de Estados Unidos y la OTAN.
Turquía fue uno de los primeros países en implicarse en el conflicto sirio que se inició en marzo de 2011. Ankara jugó la carta de los Hermanos Musulmanes, que a la postre resultó perdedora, y más adelante apoyó a organizaciones islamistas radicales, algunas de ellas yihadistas, además de a los turcomanos, una minoría que vive en pueblos del norte de Siria.
El precio que ha tenido que pagar por el conflicto es elevado. Por una parte, varios millones de sirios han buscado refugio en Turquía, y por otro lado tuvo que vérselas con los kurdos, con quienes alcanzó un considerable punto de tensión por contar estos con el apoyo de Estados Unidos. En los últimos años, Turquía ha tratado de establecer una zona segura en la provincia de Idlib manteniendo vínculos con los yihadistas.
En los próximos días van a seguir los contactos entre Moscú y Ankara, y va a desvelarse si las amenazas de Erdogan son reales o no. En cualquier caso, está claro que la situación en Idlib no volverá a ser la que fue hasta noviembre pasado.
FUENTE: Eugenio García Gascón / Público