Los esfuerzos de Turquía para castigar a los combatientes kurdos de las Fuerzas Democráticas de Sirias (FDS) han ayudado a promover la identidad kurda en Siria.
Todo comenzó con el intento de Turquía de utilizar la oposición kurda al gobierno sirio como una herramienta para derrocar al régimen. En octubre de 2014, el entonces primer ministro turco Ahmet Davutoğlu dijo a los medios que, cuando era ministro de Asuntos Exteriores (antes de agosto de 2014), su subsecretario adjunto había recibido instrucciones de reunirse en Ankara con Saleh Muslim, el copresidente del partido político kurdo más fuerte en Siria, el Partido de la Unión Democrática (PYD).
En esta reunión, el subsecretario propuso a Muslim poner fin a sus relaciones con el gobierno sirio y unirse al Ejército Sirio Libre, apoyado por Turquía, para ayudar a derrocar al presidente sirio Bashar Assad.
Turquía creía en ese momento que la caída de Assad era inminente. Sin embargo, Muslim debió haber pensado que esto no podría suceder tan rápido como Turquía esperaba y que, si el régimen sobreviviera, la causa kurda podría enfrentar problemas. Por lo tanto, se negó a seguir el consejo de Turquía, ya que podría antagonizar innecesariamente al gobierno sirio. Cinco años después, el cálculo de Muslim resultó ser correcto y el de Turquía equivocado.
Turquía no necesitaba alienar al PYD y empujarlo más hacia el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización catalogada como terrorista que Turquía ha combatido por décadas. En cambio, pudo intentar en Siria lo que había hecho anteriormente con los kurdos del norte de Irak. Allí, Turquía decidió cooperar con el Gobierno Regional Kurdo (GRK) y le pidió que no permitiera que el PKK perjudicara los intereses de Turquía. Un modus vivendi surgió entre Turquía y el GRK. Este modus vivendi ha funcionado de manera más o menos satisfactoria durante años y Turquía todavía está cosechando las ventajas de esta política racional.
La elección de Turquía de las opciones de política equivocadas en Siria no se ha detenido. El mes pasado, hizo dos acuerdos, uno con los Estados Unidos y el otro con Rusia. Gracias a estos dos acuerdos, Turquía logró completar el plan que había añorado durante años: el establecimiento de una “zona segura” a lo largo del lado sirio de la frontera entre Turquía y Siria, entre las ciudades de Tel Abyad y Ras al-Ayn.
Junto con otras dos áreas bajo el control del ejército turco, el número de este tipo de zonas ahora ha aumentado a tres: las otras dos son el área de la Operación Escudo del Éufrates entre Jarablus y Azaz, y el área de la Operación Rama de Olivo en Afrin. Al establecer tales zonas, Turquía tiene como objetivo evitar la creación de un corredor kurdo ininterrumpido a lo largo de su frontera con Siria hasta el Mediterráneo.
Las posibilidades de que los kurdos establezcan un enclave autónomo o semiautónomo ahora se han minimizado. Los kurdos aún podrían establecer tal enclave, pero solo si persuaden al gobierno sirio a cambio de concesiones sobre otras cuestiones.
Sin embargo, existe otra cara de la moneda. Cuando Turquía solicitó a Estados Unidos y Rusia que expulsaran a los combatientes kurdos de la zona segura, Estados Unidos los llevó al sur del noreste de Siria para proteger los pozos petroleros, y decidió asignar los ingresos al grupo también.
Turquía triunfó en alejar a las fuerzas kurdas de la frontera turca, pero se mudaron a un área bajo la protección de Estados Unidos y Rusia. En Washington, un grupo bipartidista de senadores tomó una iniciativa para seguir protegiendo a los combatientes kurdos. Le enviaron al Secretario de Estado Mike Pompeo una carta fuertemente redactada que decía: “Dado lo que está en juego, el tiempo es esencial. Le pedimos que nos haga saber de inmediato si Turquía y/o sus fuerzas satélite están operando fuera del área que corre de este a oeste entre las ciudades de Tal Abyad y Ras al-in y al sur, unos 30 kilómetros hasta la carretera M4-M10. Si es así, ¿planea la administración imponer sanciones a Turquía por violar el acuerdo del 17 de octubre?”.
El tono de la carta implica que el movimiento del ejército turco “y sus fuerzas satélite” estará bajo estricto escrutinio.
Por lo tanto, es probable que los esfuerzos de Turquía produzcan lo contrario a lo que estaba buscando originalmente; los kurdos encontrarán un refugio seguro donde podrán promover su identidad, como los kurdos del norte de Iraq.
Una vez que termine la crisis siria, los kurdos sirios probablemente regresarán a su hogar original con una identidad consolidada.
FUENTE: Yaşar Yakış / Ahval / Traducción: Fernando Fernández García / Edición: Kurdistán América Latina