La representante para América Latina del Movimiento de Mujeres de Kurdistán, Melike Yaşar, califica la invasión turca sobre el noreste sirio como una “guerra de la OTAN contra la población kurda”. El visto bueno de Donald Trump para la ofensiva, el posible retorno del Estado Islámico y el riesgo de un genocidio.
Luego de que Estados Unidos diera el visto bueno y retirara sus tropas de la región, Turquía lanzó una ofensiva sobre el noroeste sirio y dio nuevo impulso a su conflicto directo con las fuerzas dirigidas por los kurdos.
Si bien asegura no apoyar el ataque y califica la operación como “una mala idea”, la administración de Donald Trump terminó así por allanar el camino para la ambición imperial del presidente Recep Tayyip Erdogan sobre el grupo étnico de más de 30 millones de personas que viene luchando por su autonomía y reivindica territorio en Irak, Turquía y Siria.
“La mayoría de los países europeos, la ONU y el Pentágono condenan el ataque, pero no toman ninguna medida concreta, como podría ser la suspensión de la venta de armas a Turquía”, asegura en esta entrevista con Canal Abierto la representante para América Latina del Movimiento de Mujeres de Kurdistán, Melike Yaşar. “No sólo es un ataque del Estado turco, es una guerra de la OTAN contra la población kurda en el nordeste de Siria”.
El objetivo declarado de la operación es alejar de la frontera a la principal milicia kurda de Siria, las Unidades de Protección del Pueblo (YPG). Las YPG, hasta hace poco aliadas de los occidentales en la lucha contra el Estado Islámico, son consideradas por Ankara como una organización “terrorista” y perseguidas por sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
“En Turquía, Irán, Siria e Irak hay disputas entre ortodoxos, chiitas y sunitas, pero tiene una política en común anti kurda. La amenaza es que la perspectiva y forma de vida kurda se convierta en un ejemplo para un medio oriente sumido en guerras y radicalismos”, explica la representante de Kurdistán en Latinoamérica.
Junto a otros pueblos del norte de Siria –armenios, árabes, asirios-, los kurdos no sólo fueron protagonistas de la resistencia contra el Estado Islámico, avanzaron en la construcción en Siria de una tercera vía alternativa al régimen de Bashar al-Ásad y a la coalición occidental. “El Confederalismo Democrático busca ser una alternativa para los países de la región que implica –entre otras cosas- la liberación de las mujeres. En 2013, con la ocupación de Kobane (ciudad en la gobernación de Alepo, al norte de Siria) por parte de Daesh (Estado Islámico), el Estado turco abrió sus puertas a los yihadistas pero no para ayuda humanitaria. Con su discurso fascista y dictatorial, el proyecto turco pretende cumplir sus sueños imperiales y nostálgicos del antiguo imperio otomano”, plantea.
Lo cierto es que los ataques comenzaron hace más de una semana con bombardeos y tropas terrestres. Aunque aún se desconoce el número de víctimas, la ofensiva despertó la preocupación de los organismos internacionales que se animan a hablar de un potencial “genocidio”. “En las últimas horas, médicos que están en el territorio informaron que Turquía podría estar utilizando armas químicas sobre nuestro pueblo. Han encontrado pruebas en cuerpos de niños que fueron víctimas de ataques”, afirma Yaşar.
En declaraciones a la agencia de noticias ANHA, el doctor Faris Hemo, del Hospital Público de la ciudad Hesekê, en el norte de Siria, denunció el uso de armas prohibidas por parte de Erdogan. A principios de 2018, cuando Turquía lanzó la operación militar contra el cantón kurdo de Afrin, también en el norte de Siria, las autoridades regionales denunciaron que la aviación turca lanzaba bombas químicas.
La región kurda representa más de una cuarta parte de Siria y es el área más grande fuera de las manos de Al-Assad y aliados. Hasta el momento, está controlada por las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), que engloba grupos de milicias de una variedad de etnias. Tras las amenazas de Erdogan, los comandantes kurdos ya anunciaron que van a resistir la incursión turca.
Las SDF se formaron en 2015 para defender ciudades y pueblos kurdos y crear lo que esperaban se convirtiera en una provincia semiautónoma dentro de Siria. Su principal enemigo en aquel momento era el ISIS que había creado su califato cruzando buena parte del territorio kurdo y aniquilando a la población civil que se resistiera.
FUENTE: Mariano Vázquez / Canal Abierto