Luego de intercambiar llamadas telefónicas con Donald Trump, el presidente turco Recep Erdogan anunció en un comunicado sus intenciones de incursionar militarmente en el norte de Siria, específicamente en el territorio de Rojava, controlado por los autonomistas kurdos. Bajo la mascarada de “resguardar la frontera”, Turquía ya ha desplegado miles de efectivos, en lo que preanuncia un conflicto a gran escala. La avanzada militar, que incluiría un despliegue terrestre y aéreo, tuvo un antecedente reciente en el agravamiento de las persecuciones a los kurdos en el territorio turco.
El anuncio se produce en simultáneo a que Trump decrete el retiro de las últimas tropas de la zona fronteriza, que permanecían apostadas como garantía, por parte de Estados Unidos, de un compromiso precario de no agresión entre las milicias kurdas y el ejército turco, a pesar de las sucesivas violaciones efectuadas por este último.
Durante el día de hoy, ya se habría producido la salida de los oficiales apostados en los puestos de vigilancia en las ciudades de Serekaniye y Gire Spi (kurdistanamericalatina.org, 7/10), coincidiendo con el área que recientemente han evacuado las milicias kurdas denominadas Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en kurdo).
Enarbolando un relato nacionalista, el presidente Erdogan plantea constituir un “corredor seguro”, ocupando militarmente hasta la frontera este del río Éufrates -es decir, casi la totalidad del norte sirio. Su planteo de “terminar con el terrorismo” es un llamado directo a exterminar las milicias y grupos de autodefensa kurda, que Turquía ha incluido en su lista negra. La impostura, atendiendo a sus propios conflictos internos, incluye utilizar esa zona para albergar a los más de dos millones de refugiados sirios que residen en Turquía como consecuencia de las guerras de rapiña imperialista. De prosperar este planteo, podrían agravarse los desplazamientos forzosos y desencadenar una nueva crisis humanitaria.
A pesar de las habituales bravuconadas de Trump en sus redes sociales, esta vez contra Erdogan y, en menor medida, contra los kurdos, es indudable que cualquier avanzada militar seria de Turquía, miembro pleno de la OTAN, no puede realizarse sin contar con el visto bueno del imperialismo. Ya sea con una ocupación plena del norte sirio, o bien forzando una retirada mayor de los kurdos hacia la frontera este con Irak, Estados Unidos acogerá con beneplácito, dentro del tablero de Oriente Medio, el reforzamiento de la presión contra las tropas leales al presidente Sirio Bashar Al Assad, alineado con Irán.
Pero no todo es color de rosa para Trump. Nuevas filtraciones provenientes del aparato de inteligencia sobre vínculos non sanctos con Ucrania están dañando su imagen pública y sus posibilidades de reelección. Algunos senadores, incluso dentro del Partido Republicano, han salido a criticar el retiro de tropas. En el mismo sentido, atendiendo su propio juego, se han pronunciado representes de los gobiernos franceses y de otros países europeos. La crisis interna estadounidense condiciona el rumbo de su política exterior.
Desde Argentina nos pronunciamos por la defensa incondicional del pueblo kurdo y su derecho a la autodeterminación, sin distinción de fronteras nacionales. Condenamos enérgicamente el accionar del gobierno de Erdogan en complicidad con el imperialismo, sus pretensiones expansionistas y su opresión sobre los pueblos, que abre las puertas a una nueva masacre humanitaria.
FUENTE: Luciano Arienti / Prensa Obrera