Conocí a Azadi Jiyan (libertad y vida, en kurdo) el 21 de marzo de 2016 en Diyarbakir (Amed), capital histórica del Kurdistán turco, tras la celebración del Newroz, el nuevo año kurdo. Esa misma noche caminamos rápidamente por el distrito de Sur, destruido salvajemente por las fuerzas de ocupación turca; también por las calles donde fue asesinado Tahir Elçi, un importante jurista de la Asociación de Abogados de Diyarbakir, organización en la que Azadi participa.
Desde ese 21 de marzo muy poco ha cambiado en el Kurdistán turco. En 2016 una ola represiva destituyó a más de dos decenas de alcaldes kurdos elegidos democráticamente, y hoy el guión se repite. Los alcaldes de las ciudades de mayoría kurda Diyarbakir, Mardin y Van, han sido destituidos, y los locales del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) han sido ocupados por las fuerzas de seguridad, acusándolos de tener vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Violencia desmedida, violación de derechos humanos, de tratados internacionales, de todo lo que Occidente considera dentro del margen democrático burgués, es en Turquía la forma cotidiana en la que actúa el Estado conducido por Recep Tayyip Erdogan. Azadi nos comenta brevemente todo esto, en una pequeña entrevista realizada vía whatsapp, con un nombre que no es el suyo, pero que representa lo que su pueblo busca.
-¿Puedes describir la situación actual en el municipio de Diyarbakir?
-Después de que tres alcaldes electos democráticamente en los municipios de Van, Mardin y Diyarbakir fueran destituidos, los gobernadores de Erdogan, llamados “fideicomisarios”, han sido colocados en su lugar ilegalmente. También eliminaron a docenas de funcionarios en su primer día de trabajo, además ocuparon las oficinas municipales mediante la fuerza, y hoy se encuentran custodiadas por la policía. Prácticamente, nadie, salvo los funcionarios del AKP o la policía, pueden entrar al edificio de la municipalidad de Diyarbakir.
-¿Cuáles crees que fueron las razones por las que el Estado turco destituyó al alcalde de Diyarbakir y persiguió a los miembros del HDP?
-El régimen de Erdogan es autoritario e ilegal, usa todo el poder que dispone para destruir a los kurdos. Las elecciones locales del pasado 31 de marzo de 2019 demuestran que Erdogan no puede mantener su régimen sin los votos de los kurdos. Digamos que, en este contexto, él perdió las elecciones, considerando que los kurdos “apoyaron” en las provincias occidentales al partido de oposición (CHP), especialmente en Estambul. Ahora él quiere vengarse.
-¿Cómo se relaciona este hecho con la ofensiva anti-kurda lanzada por Turquía en el norte de Siria?
-Este ataque está relacionado con la política turca en el norte de Siria. Oponerse por la fuerza a los kurdos y debilitarlos es importante para Erdogan para un posible acuerdo de paz en el futuro. Pero, por otro lado, el gobierno continúa reuniéndose con Abdullah Öcalan en la cárcel de Imrali.
-¿Cuál ha sido la reacción de la sociedad ante el despido del alcalde de Diyarbakir y la persecución del HDP?
-La gente está muy enojada, su voluntad expresada en las urnas no se respeta nuevamente. Piensan que es un golpe político. Se protesta todos los días en las calles de muchas ciudades y están sujetas a la violencia y la detención. Los colegios de abogados, las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones de derechos humanos reaccionan fuertemente ante este golpe, pero no pueden detener la ola represiva.
-¿Es posible que se repita la resistencia armada y popular como ocurrió en 2016 en los barrios de Diyarbakir?
-No, no creo que las protestas crezcan tanto. No hay condiciones para eso.
-¿Cómo miras el futuro de Turquía después de estos sucesos?
-Turquía está experimentando el período más oscuro de su historia. La economía, los derechos humanos, la ciencia, el arte, la educación y todos los demás campos, están ahora al borde del colapso. El Islam político y el nacionalismo han alejado a Turquía de todos los valores humanos y fundamentales. Erdogan no duda en destruir el país para preservar su régimen opresivo e ilegal. La gente es infeliz y aburrida. Erdogan cree que estos métodos funcionarán, pero esta vez creo que se equivocará. Algunos creemos que esto es el principio del fin, pero no sabemos cuánto durará esto.
-¿Cuál es el papel de la comunidad internacional en solidaridad con la resistencia kurda?
-Erdogan no teme a las presiones internacionales. No le importan las organizaciones de derechos humanos y las instituciones democráticas, y no tiene en cuenta las decisiones judiciales. Ninguna solidaridad es importante a menos que Europa imponga una sanción fuerte a un dictador en ascenso. Europa y otros países no deberían someterse a las amenazas de los refugiados de Erdogan. Todas las personas y todos los demócratas que quieran aportar a un futuro de paz para Turquía deben unirse.
FUENTE: Carlos Pazmiño / Revista Crisis