Por Martín De Battista.
Desde que estallaran las insurrecciones conocidas como primavera árabe en Túnez y Egipto en 2010/2011, derrocando dictaduras de larga data, muchos han sido los cambios en el Oriente Medio y Norte de África. Con un total de 720 millones de personas, las naciones de estas regiones fueron escenario de diferentes grados de protestas, insurrecciones, golpes de Estado, rebeliones, guerras, que configuraron la situación convulsa que hoy vive la región, en el marco de fronteras y estados creados al ritmo del imperialismo y la “descolonización” formal de los pueblos durante el siglo XX.
En Siria, Irak, Irán y Turquía, existe desde hace miles de años el pueblo kurdo, que con unas 40 millones de personas fueron víctimas durante todo el siglo XX de las potencias regionales y mundiales, siéndoles negada su nacionalidad, su condición de seres humanos, su idioma, sus bailes y sus cantos; conformándose el Kurdistán como una “colonia internacional” sobre la que los diferentes poderes tenían acuerdo de mantener en este status quo.
Esta para todos claro que la histórica disputa entre sunnitas y chiitas, ambas ramas principales del Islam, no representa en el plano político-militar y estatal más que la disputa de poderes, influencias y hegemonías. Así es como se presentan las monarquías del Golfo (Arabia Saudita, Qatar y Jordania) con la laica pero islamista Turquía, enfrentadas al eje chiita-alevi de Irán, Siria, y el movimiento Hezbolá del Líbano. A nivel internacional la tendencia es el alineamiento económico y geopolítico de los primeros con Estados Unidos y Europa, y de los segundos con Rusia y China.
Fue en Siria donde más se sintió el conflicto. Allí Irán, Rusia y China no estaban dispuestos a ceder ante el chantaje occidental de derrumbar al gobierno de Bashar Al Assad, que reprimió a granel al pueblo que reclamaba reformas democráticas. Que el imperialismo no pueda intervenir abiertamente no significa que no inyecte, directa e indirectamente (mediante gobiernos de la región), importantes flujos de dólares en armamento de guerra, terroristas y servicios de inteligencia en pos de generar una situación de inestabilidad total, porque “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
Esta frase puede explicar a grandes rasgos la política del imperialismo occidental hacia los grupos fascistas y mercenarios, que se esconden de manera oportunista y demagógica tras la bandera del Islam, apoyándolos en recursos, armamentos y combatientes, prensa y silencio. “El Estado Islámico (EI) no dura más de dos meses si dejan de recibir apoyo de Turquía y de Occidente”, confesaba el Comandante Aras, portavoz de las YPG en la región kurda donde dibujaron la frontera entre Siria e Irak.
La heroica ciudad de Kobane cumple, al escribirse esta nota, cuatro meses de resistencia contra el EI (destinaron allí más del 25 por ciento de su fuerza). Si Kobane triunfa, entonces habrá importantes repercusiones para el Movimiento de Liberación de Kurdistán y los países donde viven los kurdos. En Turquía, el gobierno estará obligado a consolidar el proceso de negociaciones de paz con el PKK, pues Turquía quedó expuesta al caérsele la careta apoyando directamente al EI (al punto que nos llega la noticia de que Turquía prohíbe por ley y con pena de arresto que la prensa mencione la colaboración prestada por los servicios de inteligencia turcos al EI durante 2014); en el Kurdistán de Irak, el gobierno pro-yanqui, pro-israelí y pro-turco de Masoud Barzani deberá reconocer que quienes defienden al pueblo kurdo y luchan por su liberación son las organizaciones vinculadas a la KCK (Unión de Comunidades de Kurdistán) con lo que perderá terreno político, que ya viene perdiendo a causa de su ambigüedad en combatir al EI. El gobierno de Siria deberá reconocer la autonomía de los cantones de Rojavá, y reconocer que la fuerza principal anti-fascista del Oriente Medio son los y las revolucionarias kurdas, con lo que deberán aceptar negociaciones por una Siria libre, democrática y plurinacional. Y finalmente Irán deberá reconocer estos cantones, con lo cual no es difícil que los kurdos en ese país traten de conformar cantones de autogobierno democrático, y la Revolución Islámica deba dar marcha atrás en sus políticas represivas al movimiento kurdo.
¿Qué influencia significaría el ejemplo del Movimiento de Liberación de Kurdistán para las constantemente movilizadas masas egipcias? ¿Acaso no sería realmente diferente la lucha de resistencia del pueblo palestino si sus mujeres fuesen la vanguardia del movimiento, buscando también la senda de liberación social y de género? ¿Ni siquiera un puñado de las muchas tribus y etnias que combaten en los 22 países del llamado Mundo Árabe tomarían el ejemplo del Confederalismo Democrático para dar una consecuente lucha antiimperialista y de liberación social?
Es que en Rojavá, la zona de Kurdistán conformada por el norte de Siria, una verdadera revolución popular antiimperialista, antipatriarcal y por el socialismo se ha puesto en marcha en medio de una Guerra Global Localizada en Siria*, construyendo los cantones de Afrin, Kobane y Cezire. Allí se ha establecido un gobierno autónomo que reconoce derechos colectivos e individuales, conformado con la participación de todas las nacionalidades y etnias oprimidas de armenios, kurdos, árabes, siríacos, arameos, turcomanos y chechenos, dando al traste con la imposición de que las diferencias merecen la división. Allí las mujeres abandonan el enclaustramiento del hogar, dejan de ser maquinas paridoras al servicio del macho feudal para protagonizar la lucha política, las asambleas en las calles, ocupar los espacios en el gobierno y las instituciones, ejercer la defensa y la seguridad en las Unidades de Defensa (YPG/YPJ), como en la seguridad urbana (Asayish).
Podemos decir que Kobane ya triunfó, pues difícilmente el pueblo kurdo olvide esta gesta heroica que ha sido una y otra vez comparada con Stalingrado y la Guerra Civil Española. También triunfó en romper la censura internacional de 40 años que pesaba sobre el pueblo kurdo. Hoy la solidaridad internacional avanza paso a paso a medida que otros pueblos conocen su justa causa. Nuestra América recién comienza a estrechar las manos del pueblo kurdo, y es de esperar que poco a poco los movimientos sociales, así como los gobiernos democráticos de amplia base popular, sigan los pasos de Bolivia, la Plurinacional, que a fines de noviembre pasado reconoció el Genocidio Armenio y acto seguido aprobó una declaración del Parlamento y Cancillería donde reconoce al gobierno de los Cantones Autónomos de Rojavá.
*Decimos Guerra Global Localizada, pues en Siria guerrean individuos de más de 80 diferentes nacionalidades, y de manera abierta o encubierta, participan de la misma mas de 30 países.