En medio de la sangrienta guerra civil de Siria, los kurdos han forjado una región autónoma en el norte del país llamada Rojava. Con una población de varios millones de personas, muchas de las cuales son refugiadas, ha sido un albergue para todos aquellos que vienen huyendo del Estado Islámico (Daesh) y del dictador Bashar Al Assad, especialmente mujeres, niños y otras minorías étnicas perseguidas, como es el caso de los yazidíes.
Esta región autónoma ha atraído el apoyo de luchadores radicales de todo el mundo, que la ven como un baluarte progresivo contra la marea reaccionaria desatada por Assad y los fundamentalistas religiosos después del levantamiento sirio de 2011.
Pero hoy la existencia de Rojava es precaria, depende en parte de una asociación militar forjada con los Estados Unidos, y también del tenue consentimiento de Assad para su existencia, mientras el mandatario sirio se enfoca en aplastar la rebelión en otros lugares. Sin embargo, los Estados Unidos son un socio peligroso con un historial de traición hacia los kurdos. Y bajo el dominio de Assad, los kurdos han sufrido persecución y discriminación durante mucho tiempo. Ahora que su régimen está volviendo a consolidar el control y las tropas estadounidenses se están reduciendo, los kurdos de Siria enfrentan la amenaza de invasión de Turquía.
La pregunta es si Rojava puede sobrevivir dentro de estos parámetros.
Las raíces de Rojava
Con una población de alrededor de 40 millones, los kurdos son el pueblo originario más grande en el mundo sin una base territorial. Los kurdos han luchado durante siglos por la autodeterminación y el derecho a su cultura, idioma e identidad contra la asimilación forzada por parte de las fuerzas conquistadoras. Después de la Primera Guerra Mundial, el Kurdistán fue dividido y los kurdos absorbidos por los nuevos estados creados por las potencias imperialistas.
Hoy en día, la región del Kurdistán está dividida entre Siria, el noroeste de Irán, el norte de Irak, y el sureste de Turquía. A lo largo de su historia, los kurdos se enfrentaron a la discriminación, la opresión y la represión política.
En 2011, cuando los vientos de democracia sobrevolaban Siria, los kurdos estuvieron en la primera línea, alzando su bandera junto a las masas que clamaban por democracia y la remoción de Assad.
Pero la guerra civil que siguió afectó a las fuerzas progresistas dentro del movimiento democrático de Siria. A medida que los nacionalistas conservadores y los grupos religiosos reaccionarios ganaron terreno entre las fuerzas rebeldes, quedó evidenciada su intolerancia anti-kurda, dividiendo y debilitando el movimiento de oposición de Siria. Al mismo tiempo, se abrió un respiro para la autodeterminación kurda cuando un debilitado Assad encontró, dentro de su interés, tolerar una autonomía limitada a los kurdos mientras se enfocaba en reprimir la revuelta popular. El Partido de la Unión Democrática (PYD) aprovechó esta apertura para negociar una región autónoma compuesta por tres cantones: Kobane, Afrin y Jazira, en el norte de Siria, lo que hoy conocemos como Rojava,
El PYD está vinculado al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), un partido político radical leal a la causa de la autodeterminación kurda. Al igual que el PKK, el PYD sigue el liderazgo de Abdullah Öcalan, quien está encarcelado en Turquía. Öcalan aboga por una combinación de libertarismo, feminismo y anarquismo, poniendo énfasis en el concepto de “confederalismo democrático”, donde existen comunidades locales autónomas dentro de un Estado más grande.
Entre los logros de Rojava se encuentra el establecimiento de un lugar donde personas de diferentes orígenes étnicos y religiosos pueden vivir en relativa armonía. El liderazgo y la igualdad de las mujeres también son abrazados.
El feminismo es una de las razones por las cuales Rojava ha tenido tanto éxito en derrotar al Estado Islámico. Al tiempo que los fundamentalistas religiosos reaccionarios han tratado de establecer califatos represivos, donde las mujeres no tienen derechos, las milicias populares han derrotado a Daesh en batallas clave. Estas milicias incluyen unidades de defensa de mujeres que han sobresalido entre los luchadores más feroces, que no están dispuestos a rendirse. Esto no es sorprendente dado que las mujeres kurdas, a través de años de organización, han luchado muy duro para asegurar su libertad.
Una isla vulnerable
Si la fuerza de Rojava es su feminismo y la plurinacionalidad, una debilidad es su confianza en socios traidores como Estados Unidos o la coexistencia precaria con Assad. Esta situación contradictoria e inestable es una consecuencia lógica del confederalismo democrático, y la idea de que las comunidades autónomas y autodeterminadas de múltiples clases pueden coexistir pacíficamente como islas dentro de un mundo y un Estado capitalista más amplio y hostil.
Con el Estado Islámico al borde de la derrota en Siria, gracias al PYD y a sus milicias, los Estados Unidos ya no necesitan a los kurdos y se están retirando de Rojava. Esto posibilita el escenario para una invasión de Turquía, aliada de la OTAN.
La organización hermana del PYD, el PKK, está comprometida en la lucha contra el gobierno represivo de Turquía, encabezado por el presidente Recep Tayyip Erdogan. Después de un infructuoso golpe para destituirlo en 2016, Erdogan rápidamente volvió a voltear sus armas hacia la minoría kurda del país. En particular, persiguiendo al PKK, una fuerza política con una sólida legitimación entre la considerable población kurda de Turquía, que comprende alrededor del 20 por ciento del total.
Erdogan ha calificado al PKK de organización terrorista y ha encarcelado a numerosos políticos kurdos de la izquierda, en un esfuerzo por silenciar a la oposición y aplastar las alternativas políticas a su régimen represivo. Pero no ha tenido éxito en su búsqueda para destruir la lucha de liberación kurda, o el apoyo que sus partidos políticos tienen dentro de los sectores de la clase obrera de Turquía. Es fácil ver por qué Erdogan quiere aliarse con grupos religiosos reaccionarios para invadir Rojava y reemplazarlo con una “zona de amortiguamiento”. Mientras Rojava exista en el norte de Siria, su inspirador ejemplo amenaza con avivar las aspiraciones de los kurdos y turcos que quieren libertad y democracia.
Solidaridad con la lucha kurda
A lo largo de los siglos, las potencias de Oriente Medio han utilizado a los kurdos para luchar en sus guerras de intereses. Ahora son las potencias imperialistas las que ayudan cruelmente y luego los apuñalan. En esta situación, siempre son vulnerables a la traición y a los reveses.
Hoy en día el destino de Rojava es incierto. El PYD está de nuevo en conversaciones con Assad con la esperanza de alcanzar un pacto de no agresión para asegurar la supervivencia de Rojava. Pero en última instancia, el destino de los kurdos está ligado a la conciencia revolucionaria de los movimientos populares y la resistencia radical dentro de los regímenes represivos que se extienden por todo el Kurdistán. Para ganar, los kurdos también necesitan desesperadamente la solidaridad internacional de la clase trabajadora y un movimiento global fuerte contra la guerra. Cualquier cosa menor los dejará vulnerables al genocidio y a un exterminio despiadado.
En los Estados Unidos, la izquierda y los grupos en contra de la guerra deben presionar al gobierno para que retire al PKK de la lista de organizaciones terroristas; ponga fin a los tratados de venta de armas a Turquía, aliado de la OTAN, y reconozca el derecho de los kurdos a la autodeterminación.
¡Viva la lucha de liberación kurda! ¡Exclusión inmediata del PKK de la lista de organizaciones terroristas!
FUENTE: Linda Averill y Moe Bazargan / FSP ( Freedom Socialist Party) / Traducción y edición: Kurdistán América Latina