El partido socialdemócrata CHP se hace con seis de las 10 ciudades más pobladas del país. Pero la batalla electoral por la ciudad del Bósforo, donde vive el 20 por ciento de la población turca, dista mucho de estar cerrada.
La noche en Estambul ha sido de infarto: la difusión de los resultados de las elecciones municipales se ha detenido, reanudado y corregido varias veces en los diversos medios encargados de ello. Ambos candidatos, el ex primer ministro Binali Yildirim, del partido islamista AKP (en el gobierno), y Ekrem Imamoglu, del partido socialdemócrata CHP, se han proclamado vencedores. A primeras horas de la mañana de este lunes, el presidente de la Alta Comisión Electoral (YSK), Sadi Güven, compareció para poner algo de orden en el caos: “Por el momento, según los registros de nuestro sistema, Ekrem Imamoglu tiene 4.159.650 votos; Binali Yildirim, 4.131.761”. Es decir, una diferencia de menos de 28.000 sufragios, en una ciudad con 10,5 millones de electores. Eso sí, Güven anunció que faltan por cargar los datos de 84 urnas sobre las que se han presentado quejas, es decir, entre 25.000 y 35.000 votos.
Yildirim, colocado como candidato por orden del presidente Recep Tayyip Erdogan (según algunos medios, contra su voluntad, pues ya soñaba con la jubilación), compareció anoche para anunciar que había “ganado Estambul”. Posteriormente, un dirigente provincial del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) anunció que su partido había ganado por una ventaja de 3.870 votos. Incluso durante la noche aparecieron algunos carteles en las calles de la metrópolis turca con las efigies de Erdogan y Yildirim agradeciendo la victoria al electorado de Estambul.
El Partido Republicano del Pueblo (CHP), principal formación de la oposición, acusó a los islamistas de tratar de “manipular” la opinión pública. Imamoglu ha comparecido media docena de veces desde anoche pidiendo que los interventores y voluntarios de su partido no abandonen las sedes de recuento para evitar pucherazos (hace cinco años, los socialdemócratas perdieron Ankara en la recta final del escrutinio tras un misterioso apagón eléctrico). “Según nuestros datos y los del YSK, hemos ganado las elecciones. Hago un llamamiento a las autoridades a que hagan lo que corresponde”, dijo Imamoglu: “A partir de ahora, debemos mirar hacia adelante. Os aseguro que dirigiré esta ciudad de 16 millones de habitantes con la misma transparencia que he tenido hasta ahora”.
Con todo, la batalla electoral por Estambul dista mucho de estar cerrada. Ambas partes han anunciado que presentarán alegaciones y recursos, especialmente para que se tengan en cuenta los cerca de 300.000 votos considerados inválidos durante el recuento, por lo que no es descartable que haya un segundo recuento, ya sea total o parcial. En otras provincias, como Ankara, Igdir, Kirklareli o Balikesir, los candidatos perdedores también han anunciado que exigirán un nuevo escrutinio, ya que el recuento ha finalizado con diferencias muy pequeñas.
El secretario general del AKP, Fatih Sahin, ha anunciado este lunes que su partido presentará recurso contra el recuento allí donde ha perdido. “En Ankara se han cometido numerosas irregularidades. Impugnaremos los resultados de sus 25 distritos”, afirmó el dirigente islamista, mostrándose seguro de que, mediante un nuevo recuento, el AKP podrá cerrar la brecha de 124.000 votos que le separa del candidato del CHP. Sobre Estambul no quiso especificar mucho, si bien mencionó irregularidades como papeletas introducidas en sobres equivocados y actas de mesa electoral que podrían contener errores. “Mañana presentaremos nuestros recursos ante la Alta Comisión Electoral y la justicia. La última palabra la tendrán las autoridades judiciales”, afirmó Sahin.
Estambul, un pastel para los grandes partidos
Estambul es el hogar del 20 por ciento de la población de Turquía y su alcaldía metropolitana maneja un presupuesto astronómico para los estándares turcos, por lo que es un goloso pastel para los partidos. “Quien gana en Estambul, gana en Turquía”. Esta máxima de la política turca, bastante exacta, fue la que movió a Erdogan a presentarse de candidato a la alcaldía metropolitana de Estambul a mediados de la década de los noventa, con la intención de utilizarla como trampolín para dar el salto a la política nacional. Funcionó. Estambul se convirtió en un feudo de los islamistas durante un cuarto de siglo y Erdogan, a partir de 2002, en el timonel que maneja los designios de Turquía. Por eso se entiende que cueste tanto dejar la ciudad del Bósforo.
“Incluso en el caso de que nuestro pueblo haya dado a otros la presidencia del Ayuntamiento Metropolitano, la mayoría de los distritos en Estambul siguen siendo del AKP”, dijo Erdogan durante la noche, a la vez que anunció que su partido presentará los recursos que considere oportunos. Y, en lo que pareció una aceptación a medias de la derrota, añadió: “Habrá que ver cómo gobiernan”.
Varapalo para el partido de Erdogan
Con estos resultados, el AKP, pese a ganar en número de votos a nivel nacional, perdería nueve capitales de provincia de las 48 que gobernaba desde 2014. El partido más beneficiado sería el socialdemócrata CHP, que controlaría seis de las 10 ciudades más pobladas. A Estambul habría que añadir Ankara, la capital, ambas en manos de los islamistas desde 1994. Y también importantes ciudades de la costa mediterránea como Antalya, Mersin y Adana.
El partido socialdemócrata entra también con fuerza en varias capitales de Anatolia Central, antaño territorio vedado a los socialdemócratas como Bolu, Bilecik y Kirsehir. El AKP incluso ha perdido algunas ciudades en la costa del mar Negro y en el propio interior de Anatolia frente a candidatos de su socio de gobierno, el MHP, en aquellos lugares donde ambos partidos no se pusieron de acuerdo para presentar un candidato conjunto. El partido de Erdogan solo salvó los muebles gracias a haber arrebatado unas cuantas ciudades del sudeste al HDP, la principal formación kurda, que obtuvo unos resultados peores de los esperados. Los nacionalistas kurdos los achacan a la represión sufrida, que ha llevado a miles de sus miembros y dirigentes a la cárcel.
FUENTE: Andrés Mourenza / El País