Cerca de un centenar de alcaldes del Partido Democrático de los Pueblos (HDP) han sido destituidos por el Ejecutivo desde 2014. Erdogan ha amenazado con hacer lo mismo si nuevamente “salen terroristas de las urnas”
Los kurdos de Turquía acudirán el próximo domingo a las urnas sin saber si su voto servirá de algo. Si lo depositan a favor del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), claro favorito en las encuestas en las provincias surorientales del país -aquellas de mayoría kurda-, es posible que sus candidatos no puedan tomar posesión de los Ayuntamientos o que, si lo hacen, sean despojados de sus funciones. Así lo advirtió el presidente turco Recep Tayyip Erdogan: “Si en estas elecciones sale de las urnas alguien involucrado en actividades terroristas, no esperaremos. Inmediatamente, nombraremos a un interventor”.
No es una amenaza a tomar en balde. De los 105 municipios controlados por los kurdos desde las elecciones de 2014, Ankara ha intervenido 94 (tres de ellos Ayuntamientos metropolitanos, es decir, de más de 750.000 habitantes) y ha colocado en lugar de los alcaldes electos a funcionarios designados por el ministerio de Interior. La acusación del gobierno es que desde los consistorios, los kurdos han financiado o colaborado con el grupo armado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), autor de numerosos atentados contra las fuerzas de seguridad y civiles, e incluido en las listas de organizaciones terroristas de Turquía, la Unión Europea y Estados Unidos.
Es cierto que, durante la llamada “guerra de las zanjas” en 2015 y 2016, este periodista pudo ver, en al menos dos localidades, que los miembros del PKK utilizaban herramientas y maquinaria municipal para cavar túneles o levantar trincheras, pero los Ayuntamientos se justifican en que el material les fue robado. Desde la dirección del partido prokurdo HDP, su copresidente Sezai Temelli niega “cualquier lazo” con el PKK: “Somos el tercer partido de Turquía en número de votos, representamos a millones de personas”.
La estrategia del HDP ante las elecciones del domingo pasa, en el este, por recuperar las alcaldías perdidas e incluso ampliar su número. En muchas localidades del oeste de Turquía, en cambio, no han presentado candidatos donde considera que los aspirantes de otros partidos de oposición tienen más posibilidades de arrebatar la alcaldía al gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y a sus aliados de la ultraderecha nacionalista. Algo que ha servido a Erdogan para denunciar que toda la oposición está “al servicio de los terroristas”.
La campaña, desde luego, no está siendo fácil. La detención de militantes del HDP es continua y ya son 7.000 los miembros de la formación prokurda entre rejas, incluidos sus antiguos copresidentes Selahattin Demirtas y Figen Yüksekdag, así como medio centenar de alcaldes y cientos de cargos municipales. Y, según un análisis de Transparencia Internacional, el HDP está prácticamente ausente de los informativos públicos, excepto como objeto de noticias negativas; de igual modo ocurre en la mayoría de canales de televisión privada.
“Nos estamos encontrando con muchísimos obstáculos, no nos dejan hacer campaña en determinados sitios, ni entrar en edificios públicos”, denuncia Sirri Sakik, histórico dirigente del nacionalismo kurdo y actual candidato a la alcaldía de la localidad de Mus, tras haber sido expulsado del Ayuntamiento de otra localidad, Agri. “El gobierno ha enviado a miles de militares y policías a nuestras provincias. Y los Ayuntamientos son ahora fortalezas escondidas tras barricadas y controles de acceso -lamenta en conversación telefónica-. No debería ser así, el alcalde es un cargo electo que debe rendir cuentas ante el pueblo, no esconderse de él”.
Una imposición “antidemocrática”
Un periodista kurdo que no desea dar su nombre cree que, en algunos casos, los interventores han gestionado los gobiernos locales incluso mejor que sus predecesores electos, ya que contaban con el total apoyo del Ejecutivo. Pero la mayoría de la población lo ve como una imposición “antidemocrática” y “un ataque a la identidad kurda”, sostiene la colíder del HDP, Pervin Buldan, poniendo como ejemplo el que se hayan eliminado festivales por la lengua y la cultura kurda, o sustituidos los letreros multilingües de estas localidades por otros exclusivamente en turco. Una encuesta del Centro de Investigaciones Políticas y Sociales (Samer) corrobora esta visión: el 53,2% de los votantes de las regiones de Anatolia Oriental y Anatolia Suroriental se declara contrario a la intervención de los Ayuntamientos, mientras un 31% la apoya.
Lo que no está claro es cómo pretende Erdogan despojar a los Ayuntamientos kurdos de sus alcaldes. En Turquía, para presentarse a elecciones es necesario obtener un certificado de antecedentes penales del ministerio de Justicia, ya que aquellos condenados por terrorismo no pueden concurrir a los comicios aunque hayan cumplido su pena. “Si hay candidatos vinculados a organizaciones terroristas, la Comisión Electoral debería sacarlos de la competición -explica Akif Beki, periodista del periódico Karar y antiguo asesor de Erdogan, del que ahora se ha distanciado-. Si les dejas concurrir, si permites a los ciudadanos que puedan elegirlos, ¿bajo qué pretexto vas a despojarlos de su cargo?”.
FUENTE: Andrés Mourenza / El País