Mientras Moscú insta a Damasco y Ankara a cooperar y a reactivar el acuerdo de Adana, las relaciones ruso-iraníes en Siria se enfrentan a su próximo reto. La controversia entre Moscú y Teherán siempre ha formado parte del conflicto sirio. Sin embargo, los debates entre ambos han empezado a tener un carácter más político, lo que ha influido en el futuro de las fuerzas armadas de Siria y otras entidades militares.
El 25 de enero, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, dijo a CNN que hubiera preferido evitar el uso del término “aliados” para describir las relaciones de Rusia con Irán y Siria. También dijo que Rusia es consciente de la importancia de mantener la seguridad de Israel. Tres días antes, la fuerza aérea israelí había lanzado un fuerte ataque contra instalaciones iraníes en Siria. En respuesta a ello, Heshmatollah Falahatpisheh, presidente de la Comisión Parlamentaria de Política Exterior de Irán, dijo que el ejército israelí podría tener un sistema de coordinación con las estructuras de defensa aérea rusas.
Anteriormente, los iraníes habían expresado su descontento por la falta de protección de las instalaciones militares sirias, así como por la falta de apoyo aéreo ruso a las operaciones en los suburbios de Alepo en 2016 y en Al Bukamal en 2018. Sin embargo, estas preocupaciones fueron transmitidas a través de canales privados y conversaciones personales. También se reveló en debates privados cómo Rusia había asegurado a los actores regionales que estaba haciendo esfuerzos para limitar las acciones de Teherán en Siria.
Fuentes de la industria militar rusa que hablaron con Al-Monitor admitieron que desde que los especialistas rusos habían empezado a ayudar a Damasco a aumentar la eficiencia de su defensa aérea y se estaban preparando para transferir la gestión de los sistemas S-300 a los sirios, las reacciones sirias o rusas adicionales a las actividades israelíes podrían convertirse en un problema grave. Para Moscú, este problema puede llegar a ser muy complejo, si no intratable, incluso teniendo en cuenta el interés obvio de Rusia en limitar las ambiciones de Irán a través de las acciones de Israel.
Oficialmente, Rusia hace hincapié en que se distancia del conflicto regional y protege exclusivamente sus propias instalaciones. Además, considera que su apoyo a las fuerzas de defensa aérea sirias es una medida para restablecer la soberanía del país. En este sentido, el establecimiento de los S-300 y la integración de la defensa aérea siria en una apariencia de estructura unificada le permitirán mantener la distancia. Al mismo tiempo, Moscú es responsable de las acciones de su “cliente”.
Algunos líderes militares sirios se muestran reacios a proporcionar
acceso a sus bases aéreas a las tropas iraníes y a los grupos militantes chiítas asociados, por temor a ser el blanco de los ataques israelíes. Sin embargo, es poco probable que el régimen niegue a Irán, su principal inversor, la vía estratégica para abastecer a sus aliados en Siria y Líbano a través del aeropuerto internacional de Damasco.
Algunas fuentes han indicado que poco antes del ataque israelí, los representantes rusos habían pedido a Israel que evitara bombardear la zona alrededor del aeropuerto, ya que ello habría obstaculizado el proceso de reconstrucción. Los funcionarios de aviación de Bahrein y los Emiratos Árabes Unidos estaban evaluando las perspectivas para restablecer los vuelos a Damasco, y los empresarios rusos estaban considerando la posibilidad de invertir en la construcción de una nueva terminal. Teherán, por su parte, no tiene ningún interés en encender más el conflicto y es probable que oculte sus preparativos militares a través de proyectos económicos. Por ejemplo, los iraníes han creado una “zona de seguridad” de facto alrededor de Damasco comprando bienes raíces en la zona. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica ha logrado fortalecer su posición alrededor de Homs, donde la corporación rusa Stroytransgaz extrae fosfatos y los transporta a Latakia por ferrocarril.
Mientras tanto, Rusia también está construyendo sus propias zonas de influencia, aunque ha elegido otras áreas, específicamente alrededor de las bases de Tartus y Khmeimimim, así como la zona de desescalada de Idlib. Este arreglo se puede observar en el resultado del enfrentamiento de diez días entre los llamados grupos pro iraníes y pro régimen: las Fuerzas de Defensa Nacional y la 4ª División, dirigida por Maher al-Assad, hermano del presidente sirio, y la Fuerza Tigre y el 5º Cuerpo de Asalto, bajo el mando de Suheil al-Hassan, un líder alauí. Novaya Gazeta, un renombrado periódico disidente ruso, ha presentado su propia visión de la declaración de Ryabkov, señalando que Rusia e Irán “han decidido competir abiertamente por el monopolio sobre todo Oriente Medio”.
Es posible que el periódico haya dramatizado el asunto por razones políticas, aunque el conflicto entre Maher al-Assad y Suheil al-Hassan puede tener un componente ruso, además de la rivalidad local y los intereses comerciales.
Moscú está muy preocupado por las reformas de las tropas pro régimen sirias y otras entidades militares, ya que quiere frenar la corrupción y limitar a los actores pro iraníes. Según Asharq al-Awsat, Moscú pidió recientemente a Damasco que creara una junta de inspección específica para prevenir la corrupción en las tropas del gobierno. Además, se sabe que los oficiales militares rusos comenzaron a inspeccionar las bases sirias en el verano de 2018.
Las fuentes militares con las que habló Al-Monitor sostienen que durante la campaña en la zona de desescalada del suroeste, la controversia entre la 4ª División y las tropas rusas se hizo especialmente evidente. Durante un tiempo, la 4ª División ya había sido una entidad con mucho personal, que cubría todo el país e incorporaba a grupos chiítas como Liwa al-Imam al-Hussein y Liwa Sayf al-Mahdi. En primer lugar, los militantes proiraníes que llevaban los símbolos de la 4ª División se negaron a abandonar las zonas bajo control ruso, tal y como figuran en los acuerdos ruso-israelíes. En segundo lugar, los oficiales impidieron que los escuadrones de la oposición, que estaban dispuestos a “reconciliarse”, se unieran al 5º Cuerpo, intentando sabotear la “zona de amortiguación sunní” a lo largo de la frontera israelí. El protegido de Maher al-Assad, el coronel Ghiath Dalla, desempeñó un papel importante en este proceso. Algunas fuentes sugieren que la presión rusa en la primavera de 2018 le obligó a renunciar a la dirección de la campaña de Ghouta oriental a favor de Suheil al-Hassan.
Es auspicioso que las imágenes recientemente publicadas de los asesores rusos que entrenan a la Brigada Sunní Palestina Quds, conocida como Liwa al-Quds, en Alepo, también puedan atestiguar los intentos de Moscú de obtener el apoyo de los escuadrones paramilitares, que en ocasiones se enfrentan a la 4ª División. Como señaló un famoso bloguero ruso, es poco probable que los militantes de Liwa al-Quds vuelvan a la vida civil, y es bastante obvio que van a trabajar en el campo de la seguridad cuando termine la guerra.
Por lo tanto, parece que los intentos de Moscú por concebir un escenario de post conflicto para Siria le han hecho darse cuenta de la importancia de apoyar a las instituciones sirias y a varios grupos sociales, al menos como una forma de llegar a acuerdos sobre el proceso de reconstrucción con los actores regionales. Sin embargo, es difícil saber si Rusia ha logrado conformar una organización a partir de grupos alauitas y sunitas que sea lo suficientemente sólida como para confiar en ella a largo plazo.
Fuente: Al Monitor /Autor: Anton Mardasov /Traducido por Rojava Azadi Madrid