Mientras el establecimiento de la política exterior de Estados Unidos lidia con la decisión del presidente Donald Trump de retirar las fuerzas estadounidenses de Siria, los funcionarios de Washington están ignorando cuál podría ser el mayor impacto de esa decisión: el efecto sobre la Revolución en Rojava, el experimento democrático más prometedor en Medio Oriente.
Desde que Trump anunció el 19 de diciembre que las fuerzas estadounidenses en Siria están regresando a sus hogares, la mayor parte del establishment de la política exterior ha caído en una especie de pánico colectivo sobre las implicaciones geopolíticas para el poder y la influencia de Estados Unidos en Medio Oriente. Aunque algunos funcionarios estadounidenses apoyan la decisión de Trump, argumentando que ya no es necesaria una presencia militar directa en Siria, la mayoría de los expertos en política exterior describen la acción de Trump como una victoria para los enemigos de Estados Unidos y un sacrificio de las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) lideradas por los kurdos, que luchan contra el Estado Islámico.
“Una retirada precipitada de tropas de los Estados Unidos socavará los intereses críticos en Siria”, argumenta la ex funcionaria estadounidense Mona Yacoubian, que ahora es asesora principal en el Instituto de la Paz de Estados Unidos.
A lo largo del debate, los funcionarios de Estados Unidos han hecho poco por considerar las consecuencias de la decisión de Trump para con la Revolución en Rojava. Sin las fuerzas estadounidenses posicionadas en Rojava, la región del noreste de Siria, los kurdos sirios que están liderando una revolución social enfrentan un inminente ataque de Turquía, que ha amenazado repetidamente con erradicarlos a ellos y a su revolución.
“Si nos vamos ahora, los kurdos serán asesinados”, advirtió el senador estadounidense Lindsey Graham.
La Revolución en Rojava es uno de los pocos desarrollos positivos que surgieron de la guerra civil en Siria. Durante los últimos años, los kurdos sirios han creado comunidades autónomas que involucran la participación democrática de sus residentes, incluidas las mujeres y las minorías étnicas. Comprometidos con los principios del feminismo, el ecologismo y el Confederalismo Democrático, los kurdos sirios han unido a estas comunidades en una federación democrática autónoma en todo el norte de Siria.
Lamentablemente, los funcionarios de Estados Unidos nunca han apoyado completamente la Revolución en Rojava. Después de que los kurdos sirios anunciaron la creación de su nueva región autónoma en marzo de 2016, los funcionarios estadounidenses se manifestaron en contra. El pasado noviembre, el Representante Especial de los Estados Unidos para la Participación en Siria, James Jeffrey, dijo al Congreso que el área es principalmente importante como palanca en las negociaciones con el gobierno sirio. La relación de Estados Unidos con los kurdos sirios, dijo Jeffrey, es “táctica y temporal”.
Incluso en el contexto de este apoyo limitado de Estados Unidos, la reciente decisión de Trump es una seria traición. En los últimos años, los funcionarios estadounidenses han elogiado repetidamente a los kurdos sirios como sus socios más efectivos en la lucha contra el Estado Islámico en Siria, prometiendo no abandonarlos. En septiembre pasado, Trump elogió a los kurdos como “grandes personas”, insistiendo en que “tenemos que ayudarlos”.
“Decenas de miles de kurdos murieron luchando contra ISIS -dijo Trump-. Murieron por nosotros y con nosotros”.
Con su último anuncio, Trump ha desbaratado todas estas nociones, dejando a los funcionarios de la administración dando marcha atrás con respecto a sus compromisos anteriores. El secretario de Estado, Mike Pompeo, que anteriormente había llamado a los kurdos sirios “grandes socios” y se comprometió a incluirlos en las negociaciones futuras para poner fin a la guerra en Siria, ahora evade las preguntas sobre si Estados Unidos tiene la obligación de ayudarlos.
El asesor de seguridad nacional, John Bolton, dijo recientemente que el retiro de Estados Unidos está condicionado a un compromiso turco de no atacar a los kurdos, pero confirmó que “vamos a retirarnos del noreste de Siria”.
Dada la próxima retirada de Estados Unidos, los kurdos sirios se enfrentan a una amenaza existencial por parte de Turquía. Durante años, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha amenazado con erradicar a los kurdos sirios, describiéndolos como terroristas no diferentes del Estado Islámico.
Erdogan dijo que “haremos todo lo que sea necesario para eliminar a los kurdos”, según el ex secretario de Defensa Chuck Hagel.
A principios del año pasado, el gobierno turco actuó en base a sus amenazas, invadiendo y conquistando a Afrin, uno de los tres cantones de Rojava. Unos 200.000 residentes huyeron del área y se estima que 500 civiles fueron asesinados. Más de 800 combatientes kurdos murieron tratando de defender el área.
Otra incursión turca en el norte de Siria sería desastrosa para los kurdos sirios y la Revolución en Rojava.
Algunos funcionarios estadounidenses indicaron que pueden ayudar a los kurdos sirios manteniéndolos con provisiones de armas. El Comité de Emergencia para Rojava, una red de apoyo organizada recientemente, solicitó al Congreso que brinde asistencia económica, política y militar.
Si realmente la misión de Estados Unidos es ayudar a los movimientos democráticos en todo el mundo, entonces sus funcionarios acudirán en ayuda de los kurdos sirios. Los próximos movimientos de la administración Trump pueden determinar muy bien si la Revolución en Rojava y las personas que la lideran puedan sobrevivir.
FUENTE: Edward Hunt (Doctor en estudios estadounidenses del College of William & Mary) / Foreign Policy In Focus / Traducción y edición: Kurdistán América Latina / Fecha de publicación original: 7 de enero de 2019