El Movimiento de Liberación del Kurdistán luchó contra el Imperio Otomano y los Safavíes mucho antes de que Estados Unidos se convirtiera en un participante internacional activo en los conflictos en Medio Oriente. El pueblo kurdo siguió luchando por sus derechos nacionales y democráticos después de la implementación del orden colonial a través del acuerdo Sykes-Picot, ya que nunca se les otorgó a los kurdos un Estado propio. La agonía de los kurdos solo creció a medida que Turquía, Irán, Irak y Siria ganaron fuerza militar y política. Desde sus fundaciones, estos estados han cometido atrocidades y genocidio contra los kurdos y otros pueblos indígenas de la región.
Incluso si los partidos políticos e intelectuales kurdos son conscientes de las exportaciones militares de miles de millones de dólares de las democracias occidentales a estos estados deshonestos, siempre ha habido una esperanza, aunque sea pequeña, de que estas democracias algún día apoyen una resolución política pacífica para el país. Una experiencia amarga reciente demuestra que tal esperanza no solo es muy pequeña, sino también muy frágil.
Daré al lector un breve resumen de los antecedentes de este problema.
A pesar de la voluntad del pueblo kurdo de respetar un sistema federal en Irak, el gobierno central iraquí y el establishment político de Irak tratan al sur del Kurdistán (Kurdistán iraquí) como una colonia, y eligen cooperar con Ankara, Damasco y Teherán para mantener a los kurdos bajo control. El día después del referéndum, 25 de septiembre de 2017, nos dice mucho.
En Siria, a pesar de la feroz batalla de jóvenes hombres y mujeres kurdas contra las fuerzas terroristas, incluido el ISIS, los Estados Unidos y la comunidad internacional todavía se niegan a detener la agresión de Turquía. Toda la parte norte de Siria sería liberada, estable y amigable para la cooperación con otros estados si no fuera por Turquía. Bashar Al Assad apenas representa nada, pero aún se niega a reconocer los más mínimos derechos nacionales y democráticos de los kurdos. Prefiere que Siria sea destrozada por Turquía, Rusia e Irán.
Los últimos 39 años del fascismo islámico han sido una pesadilla para los kurdos, baluches y árabes en Irán. El gobierno islámico no solo suprime a los pueblos de Irán por todos los medios, sino que también interfiere en los países vecinos de toda la región.
Turquía, miembro de la OTAN, candidato a la membresía en la Unión Europea y miembro de docenas de instituciones y organizaciones occidentales, es uno de los países más racistas en la historia del colonialismo. El racismo turco no se basa en el color de la piel, como sugiere la doctrina tradicional, sino más bien en la exclusión total, en la negación de la existencia de cualquier otra cultura o identidad.
Todos y cada uno de los políticos en el mundo occidental, desde izquierdistas radicales hasta ultra conservadores, conocen la bárbara opresión de Turquía hacia el pueblo kurdo. Desde 1923, con la fundación de la República turca, la opresión adoctrinó en la negación de la existencia kurda y en la prohibición de la lengua kurda. La historia de Turquía en esa parte de Kurdistán es la historia de exterminio, confiscación, robo de dinero y bienes, encarcelamiento, persecución, homicidios arbitrarios y todo tipo de hostigamiento y violencia diarios.
El PKK, o Partido de los Trabajadores del Kurdistán, ha estado pidiendo una solución política pacífica para la cuestión kurda. Han llamado a todas las puertas de los Estados Unidos y de la UE pidiendo apoyo político. Los kurdos han marchado millones de millas en cientos de ciudades del mundo, pidiendo una solución pacífica y un fin al sufrimiento humano.
El líder kurdo encarcelado, Abdullah Öcalan, ha estado pidiendo un proceso de reconciliación entre los turcos y los kurdos (y otras minorías perseguidas en Turquía, como los armenios) y un diálogo político y una solución política a la cuestión kurda. Los líderes del PKK y el HDP (Partido Democrático de los Pueblos), junto con muchas personas en el norte de Kurdistán, han estado pidiendo la paz y demandando a los Estados Unidos, la UE y a otros países para que medien y apoyen una solución política de la cuestión kurda. Lamentablemente, todo esto ha sido en vano.
El PKK ha sido un factor estabilizador en la región, luchando contra ISIS y otros grupos terroristas. Ha dirigido el movimiento de liberación nacional del Kurdistán hacia el pluralismo, el secularismo, la igualdad de género y los valores democráticos. Öcalan enfatiza en un enfoque de paz y solución sostenible y de largo plazo en sus escritos.
Por lo tanto, la declaración del nuevo Subsecretario de Estado adjunto de Estados Unidos para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Mathew Palmer, el 6 de noviembre de 2018, es una sorpresa. Se entiende que Washington se ha liberado de la narrativa turca y de su ideología tradicional de terrorismo de Estado, especialmente cuando Estados Unidos posee abundante evidencia sobre la agresión turca en todas partes del Kurdistán, como sus intervenciones en Rojava (norte de Siria) y su acumulación militar en la región de Kurdistán de Irak. Los Estados Unidos tienen un gran conocimiento de las guerras de Erdogan, sus aliados terroristas y su afán por reorganizar el Islam radical en todo el mundo.
La página de Rewards for Justice muestra fotos de niños, para expresar que los niños son las primeras víctimas del terrorismo. Me gustaría recordarle a Mathew Palmer que el pueblo kurdo ha perdido a decenas de miles de niños en manos de los regímenes iraquí, turco, iraní y sirio durante los últimos cien años.
En este momento, hay miles de niños kurdos en las cárceles turcas, junto con muchas personas mayores y mujeres que no tienen ninguna disputa con el Estado turco, que no sea la defensa de su identidad kurda. Entre el 18 de marzo de 2018, el día en que Afrin fue ocupada, y la actualidad, hubo 2.500 secuestros en esa ciudad, de los cuales 145 son mujeres y muchos son niños y jóvenes. La página de Rewards for Justice ciertamente aparecerá como un programa realista contra el terrorismo si, en lugar de ayudar a Turquía a atacar a los kurdos, hablara de estas atrocidades y destacara los crímenes contra la humanidad cometidos por el Estado turco.
Por lo tanto, esta decisión no tiene nada que ver con la justicia o con la defensa de los valores democráticos. De hecho, es contraproducente. Aconsejo a la administración de Donald Trump que, en cambio, se involucre en la reactivación del proceso de paz de marzo de 2013 iniciado por Öcalan, líder del movimiento de liberación nacional del Kurdistán. Esta es la única manera de lograr una paz sostenible y duradera en Turquía y en el Medio Oriente en general.
Para nosotros, Murat Karayilan, Cemil Bayik y Duran Kalkan son lo que Abraham Lincoln, George Washington y Luther Martin King representan para los estadounidenses: revolucionarios y héroes nacionales. Por eso, tenemos la intención de protegerlos.
Y sí, nosotros también “tenemos un sueño”, y ese sueño es un Kurdistán libre.
FUENTE: Rebwar Rashed / The Region / Edición y traducción: Kurdistán América Latina