Rok Brosa ha estado buena parte de 2018 en Rojava, Kurdistán sirio. Pese a participar en la sociedad civil a través de la Comuna Internacionalista, se vio envuelto en los bombardeos turcos en Afrin. Cuenta a diario.es cómo fue su viraje del 15M a participar en las filas kurdas.
-Has estado un año en el norte de Siria, en la Comuna Internacionalista, ¿qué tipo de actividades se desarrollan allí?
-La Comuna Internacionalista nace con el objetivo de organizar el apoyo de los voluntarios internacionales en el norte de Siria, pero sobre todo para aprender de su proyecto social. Es un espacio de formación, y para eso se puso en marcha en Rojava (oeste del Kurdistán, norte de Siria) la primera academia internacionalista “şehîd Helîn Qereçox”, en memoria de la compañera británica Anna Campbell. En mayo terminamos de construirla. Es el lugar donde llegan los extranjeros que quieren trabajar en proyectos civiles.
Allí se organizan cursos para los recién llegados: clases de kurmanjî, historia de Oriente Medio, confederalismo democrático, lucha de las mujeres… Temas que se deben conocer para participar en este proceso revolucionario. También usamos el terreno de la academia para una cooperativa de árboles. Una vez los voluntarios internacionales terminan la formación, pueden quedarse en el proyecto ecológico o ir a otras iniciativas sociales.
-¿Cómo acaba un español en Rojava?
-Si tengo que poner una fecha para empezar mi historia, quizás sería 2011, año de grandes movilizaciones en Oriente Medio y Norte de África, lo que se llamó Primavera Árabe. Esta ola de movilizaciones llegó también a nuestras tierras, con lo que vino a ser el movimiento 15M. Desde la comisión internacional de la Plaza Cataluña, estuvimos siguiendo las protestas en otros países como Egipto o Siria.
Pero allí las manifestaciones y plazas ocupadas se vieron atacadas, no solo con porras y balas de goma como aquí, sino con rifles de asalto y bombardeos. La situación en Siria degeneró en una compleja y sangrienta guerra civil y cuando en 2014 la ciudad kurda de Kobane fue asediada por el Estado Islámico, se organizaron movilizaciones de solidaridad.
En 2015, después de viajar a Bakur (Kurdistán norte, Turquía), creamos el colectivo Rojava Azadî en solidaridad con el pueblo kurdo y la revolución de Rojava. Contactamos con grupos de otros países y en 2017 se iniciaron los preparativos para empezar la Comuna Internacionalista.
La historia del internacionalismo tuvo un capítulo muy importante en el Estado español: miles de brigadistas internacionales acudieron a hacer frente al fascismo en 1936. Con ese espíritu viajé a Rojava.
-De la lucha kurda en Rojava se conoce el papel de las mujeres en los combates de Kobane, ¿su importancia va más allá?
-Sin duda, la lucha por la liberación de la mujer es el factor más importante de la revolución de Rojava. El movimiento de mujeres es herencia de la resistencia guerrillera del pueblo kurdo contra el ejército turco y, a día de hoy, es el movimiento de mujeres armadas más grande de la historia.
Pero lo que sucede en Rojava va mucho más allá. La lucha de las mujeres es el pilar fundamental a la hora de organizar la sociedad. Los cambios legislativos en Rojava son una muestra de lo que están construyendo. Se han prohibido los matrimonios forzosos o la poligamia y han creado instituciones sociales para poner fin a la opresión patriarcal.
Cualquier conflicto relacionado con violencia contra mujeres es gestionado íntegramente por ellas. En toda ciudad hay siempre una Casa de Mujeres y se ha adoptado un modelo de representación política de copresidencias, ocupadas siempre por un hombre y una mujer. Ellas tienen siempre la última palabra en cuestiones que afecten directamente a las mujeres y funcionan como un movimiento autónomo, pero integrado dentro del sistema de autogobierno de Rojava.
Cuando el ejército turco inició la invasión de Afrin colaborando con diversos grupos yihadistas, la sociedad reaccionó rápidamente. Se organizaron convoys humanitarios desde diversas ciudades, que viajaron a Afrin para brindarle apoyo. Yo pude participar en una de estas delegaciones, donde estuvimos documentando día a día la resistencia civil contra la invasión.
Cuando nuestro convoy estaba llegando a Afrín, un misil lanzado desde un dron turco impactó en el primer coche de la caravana. Nos detuvimos, pero el ataque siguió. Una lluvia de morteros se mezcló con los proyectiles que lanzaban los drones, lo que finalmente nos llevó a buscar refugio en aldeas.
Varias personas resultaron heridas y al menos una murió, pero al día siguiente pudimos reagruparnos en la ciudad de Afrin. Allí pasamos unos días reportando y documentando la situación, poco antes de que la ciudad fuera ocupada por el ejército turco y milicias yihadistas aliadas.
-La mayor amenaza del proyecto político kurdo parece ser Turquía, incluso más que el ISIS. ¿Cómo fue la invasión de Turquía en Afrin?
-La guerra del Estado turco contra el pueblo kurdo no es algo nuevo, llevan décadas en conflicto. Rojava es percibida por Recep Tayyip Erdogan como un peligro para su proyecto autoritario y un impedimento para sus aspiraciones otomanistas de expandir sus fronteras en Siria. Cuando se iniciaron las revueltas en 2011, el Estado turco apoyó y financió a varios grupos islamistas, llegando a colaborar muy estrechamente con el Estado Islámico. Cuando el avance de las fuerzas kurdas logró derrotar el califato del Daesh, muchos yihadistas se replegaron en los grupos islamistas financiados por Turquía y continuaron así su guerra.
Como miembro de la OTAN, el ejército turco cuenta con aviones y drones de combate y tecnología avanzada, que en Afrin sirvieron para apoyar las milicias yihadistas.
Al Estado turco usar estos grupos le da la ventaja de no contabilizar sus bajas en las cifras oficiales. Por eso Turquía los ha usado como carne de cañón para atacar Afrin, haciendo que los soldados turcos intervinieran principalmente en tareas de apoyo y logística.
-Hay quienes critican a las fuerzas políticas de Rojava por colaborar con la Coalición Internacional, pero ¿cuál es el papel de Rusia en Siria?
-La actuación de Rusia en Siria persigue diversos objetivos. Por un lado mantener sus relaciones con su aliado, la dinastía Asad. Con esta alianza, además de asegurar que Estados Unidos no gane influencia en el país, puede mantener su base del Tartus, la única base naval que tiene en el Mediterráneo.
Pero en los últimos meses, a raíz de las negociaciones en Afrin, Rusia está aprovechando su posición de supremacía militar para negociar con Turquía, alejándola así también de la influencia de la OTAN y de Estados Unidos. Tal y como ha ocurrido en Idlib.
Es importante recordar que hasta enero de 2018, el espacio aéreo de Afrin estaba controlado por Rusia, y que tras negociaciones entre Putin y Erdogan se acordó la invasión de la única región de Siria que no había sufrido todavía la guerra. Esta alianza ruso-turca es relativamente nueva, pues Turquía ha sido el aliado histórico de la OTAN en Oriente Medio, llegando a albergar el escudo antimisiles que apuntaba hacia la URSS durante la Guerra Fría.
FUENTE: Aitor Aspuru Saez / Eldiario.es