El cambio de régimen en Turquía bajo el mandato de “un solo hombre” ha profundizado la crisis económica, provocando la caída libre de la lira frente al dólar y el euro. Las instituciones financieras europeas, que mantuvieron en pie al opresivo régimen de Recep Tayyip Erdogan a través de préstamos, ahora dudan de que puedan ser devueltos. A medida que la lira cae, las instituciones financieras económicas europeas comienzan a recordar al Ejecutivo turco la deuda contraída. Por vez primera, el Banco Federal de Alemania anunció que las instituciones financieras de ese país tienen que recaudar de Turquía un total de 21 mil millones de euros.
El apoyo financiero otorgado a Turquía supera los 19,17 mil millones de euros otorgados a Grecia, país europeo y miembro de la Unión Europea (UE). La cantidad total de dinero transferido por los bancos alemanes fue de 1,85 billones de euros. El viernes, numerosos bancos europeos que habían transferido dinero a Turquía dejaron sin respuesta a la pregunta planteada por la agencia internacional de noticias Reuters: “¿Están en riesgo sus inversiones en Turquía?”. Algunas instituciones afirmaron que existía un riesgo bajo de que Turquía estuviera en peligro por la deuda.
Préstamos para fabricar armas
La razón por la que los inversionistas extranjeros no entran en pánico al ver la caída libre de la lira, es que los préstamos emitidos estaban asegurados y pagaderos en euros y dólares. Aun así, los principales bancos alemanes, Deutsche Bank y Commerz Bank, sufrieron pérdidas significativas en el valor de sus acciones inmediatamente tras el anuncio de Donald Trump de nuevas sanciones contra el régimen de Erdogan.
Las acciones de Deutsche Bank experimentaron un descenso bursátil del 3.3% y Commerz Bank del 2,1% en el mercado de valores alemán DAX. Ambos bancos tienen en común que brindan apoyo crediticio para la industria armamentística alemana. El recurso financiero más importante para el Rheinmetall en particular, que planeaba colaborar con el régimen de Erdogan para fabricar tanques para el ejército turco y había modernizado los tanques alemanes comprados anteriormente, fueron préstamos de Commerz Bank.
La colaboración de Commerz Bank con el régimen de Erdogan, a través de sus asociaciones con la industria armamentística, había llamado la atención del público durante la invasión del ejército turco a Afrin. La izquierda radical alemana se dirigió a las oficinas del banco por todo el país, realizando acciones de boicot y causando daños materiales a las sucursales. A pesar de las protestas sociales en Alemania, la colaboración de Commerz Bank con la industria armamentística y el régimen de Erdogan siguió creciendo. El banco transfirió 2.500 millones de euros a Turquía a finales de junio. En julio, el gobierno federal alemán, liderado por Angela Merkel, formalizó nuevas relaciones con el régimen de Erdogan, suavizando las advertencias que contraindicaban viajar a Turquía, así como eliminando las restricciones en las garantías de préstamo e inversiones para las empresas alemanas.
En el 2017, en el epicentro de la crisis y tensiones con el régimen de Erdogan, las garantías de préstamos e inversiones se limitaron a 1.500 millones de euros. Pero el año pasado esta limitación no fue atendida y los préstamos totalizaron 1.570 millones de euros.
En la nueva Turquía en la que Erdogan acapara casi todos los poderes, nadie se atreve a decirle al presidente cuándo se equivoca. Erdogan sabe cómo enardecer a la audiencia a la que se dirige en la provincia de Bayburt, en el mar Negro, tras la oración del viernes. “Aquellos que tengan dólares, euros u oro bajo la almohada, que vayan y lo cambien por liras (turcas). Esta es una lucha nacional. Esa será la respuesta de mi nación a aquellos que han declarado una guerra económica”, dijo. Horas antes, en su localidad natal de Rize, había declarado: “No olviden que si ellos tienen sus dólares, nosotros tenemos a nuestra gente y a nuestro Alá”.
Erdogan optó por enfrentarse a Estados Unidos, molesto por la negativa norteamericana de extraditar al teólogo Fethullah Gülen, a quién Turquía acusa de haber orquestado el fallido golpe de Estado de julio de 2016. Además, siendo Turquía destacado miembro de la OTAN, ha tensado una y otra vez la cuerda con Estados Unidos, revelando la posición de las bases norteamericanas en Siria o comprando misiles a Rusia.
La semana pasada, Trump anunció la duplicación de los aranceles a la importación de acero y aluminio turcos tras el desplome de la lira, medida que impactará enormemente la economía del país. Turquía es el octavo productor de acero del mundo y Estados Unidos uno de sus principales compradores, pero además existe un trasfondo de animadversión que va en aumento entre los ejecutivos turco y norteamericano, y es el anuncio de Turquía de seguir comprando petróleo a Irán pese al veto que exige Estados Unidos y que entrará en vigor en noviembre.
FUENTE: Newroz Uskal Kurdo Elkartea