Tras más de siete años de conflicto armado, millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, y se calcula que alrededor de medio millón han perdido la vida. Siria se ha convertido en un complejo campo de batalla, donde se combaten diversas guerras a distintos niveles. En las últimas semanas han empezado a circular noticias sobre un posible acuerdo entre las fuerzas pro-kurdas del norte de Siria con las fuerzas leales al gobierno de Bashar Al Assad, aunque el TEV-DEM, principal autoridad de la Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS) lo ha desmentido. Por ahora se está organizando una delegación del Congreso de la Federación de Siria (MSD por sus siglas en Kurdo, creado en 2015 como paraguas político para la FDNS) con potestad para negociar como interlocutor oficial con el gobierno de Assad. Un acuerdo entre estas dos fuerzas podría significar un nuevo escenario para el país en guerra, pues las negociaciones tendrán que incluir temas tan importantes como el propio modelo de Estado en Siria, cómo se administraran los diversos territorios (y sus respectivos recursos) en disputa, o bajo qué condiciones podrán ambos bandos reclutar soldados para los servicios militares obligatorios.
Las relaciones entre la auto-administración de la FDNS y el gobierno de Al Assad han sido siempre difíciles, pero para entender la situación actual es importante remontarnos al inicio del conflicto.
Tras las primaveras árabes de 2011, el gobierno sirio abrió las puertas de las prisiones liberando miles de fundamentalistas islámicos que radicalizaron las protestas. El integrismo islámico se hizo mayoritario en la oposición al gobierno, alejando posiciones con la mayoría kurda del norte del país, que al principio había mostrado simpatía con los levantamientos contra Al Assad. La población kurda, que ha sufrido la discriminación y el racismo del Estado sirio, declaró en julio de 2012 la autonomía de Rojava, que se convirtió en la FDNS al ir integrando los territorios de mayoría árabe que las FDS (Fuerzas Democráticas de Siria, confluencia militar liderada por las YPG/YPJ de mayoría kurda) los liberaban del Daesh. Han desarrollado así un modelo social inspirado en las ideas del Confederalismo Democrático, organizando la sociedad en base a la diversidad étnica, la liberación de la mujer y la ecología social. El modelo centralista y autoritario que Al Assad busca reinstaurar es contrario al modelo federal y democrático que persigue la FDNS, pero la necesidad de cooperación militar a la hora de hacer frente al Daesh o a Turquía ha obligado a mantener cierto nivel de diálogo entre ambos bandos.
Tras la invasión de Afrin a principios de 2018, cuando el ejército turco y diversos grupos islamistas atacaron el cantón occidental de la FDNS, la guerra entró en una nueva fase. Cuando Putin dio la luz verde a Erdogan para iniciar la invasión, Rusia ostentaba el control del espacio aéreo debido a la cercanía de Afrin con Latakia, su principal base en Siria. Cientos de aviones y drones de combate arrasaron pueblos y ciudades, permitiendo el avance de una amalgama de grupos yihadistas que se replegaron bajo la bandera turca, ocupando uno de los pocos territorios de Siria que había logrado mantenerse al margen de la guerra hasta entonces. Este movimiento no fue bien recibido por Al Assad, quien tuvo que contemplar como el segundo ejército de la OTAN ocupaba esta región colindante con la frontera turca. La incapacidad de la débil República Árabe de Siria para hacer frente a la invasión otomanista de Erdogan, se hizo evidente a pesar de la llamada de apoyo de la autoadministración de Afrin. Las fuerzas de mayoría kurda, que habían derrotado al Daesh en Kobanê y en Raqqa, fueron incapaces de hacer frente a la moderna tecnología de la OTAN proporcionada por Turquía en Afrin. Tras dos meses de resistencia, donde la población civil colaboró activamente con las fuerzas de autodefensa YPG/YPJ, se decidió no resistir en la principal ciudad para evitar una masacre, pues decenas de miles de personas se habían replegado buscando refugio en la capital, huyendo de los bombardeos turcos y el avance de los grupos integristas islámicos.
Esta invasión ocupación por parte de una potencia externa a Siria, en cierta forma reforzó la situación del gobierno de Al Assad, pues muchos de los grupos islamistas que resistían en los territorios controlados por la oposición, principalmente en la zona de Idlib, se retiraron para participar en la ocupación de Afrin. Eso permitió a las fuerzas armadas sirias continuar sus operaciones con mayor facilidad, como los sangrientos avances en los territorios de Ghouta Oriental, donde con el apoyo de la aviación rusa Assad reconquistó amplios territorios al este de Damasco. Esta posición de fuerza del régimen Sirio tras sus últimas campañas militares, junto a la posición de debilidad de la FDNS tras la derrota en Afrin, y sumando algunos choques armados en las campañas coordinadas contra el Daesh en Deir Ezzor (zona con importantes pozos petrolíferos), llevaron a Al Assad a lanzar un ultimátum. En mayo de 2018 llamaba a la FDNS a que se preparan o bien para negociar, o bien para la guerra. Pocos días después, se organizó una rueda de prensa donde autoridades de la FDNS declararon su disposición al diálogo y a la negociación. Desde entonces ha habido diversas reuniones no oficiales, exponiendo las condiciones y líneas rojas de ambos bandos, buscando una solución que se base en el diálogo y no en las armas.
Desde el momento en que se han dado a conocer las intenciones de negociar ha habido una intoxicación constante de la información, con numerosas noticias falsas y artículos para favorecer la posición de Al Assad. Las principales agencias afines al régimen sirio, y hasta algunas agencias pro-rusas o pro-iraníes, han publicado diversos artículos anunciando acuerdos que han resultado falsos, o revelando supuestos acuerdos comerciales en temas como la extracción de petróleo o la reventa del armamento recibido para combatir al Daesh. Estos artículos buscan erosionar la credibilidad de la FDNS para debilitar sus posturas a la hora de negociar un acuerdo de paz en Siria. Tras los fracasos de las cumbres internacionales auspiciadas por diversas potencias en Ginebra, en Sochi o en Astana, es evidente que la paz solo se puede alcanzar mediante acuerdos con las fuerzas que se encuentran en la propia Siria. Los gritos de democracia que iniciaron las protestas de la oposición en 2011 han quedado cubiertos por la metralla y los escombros de la guerra, y las facciones rebeldes se han descompuesto en una amalgama de grupos enfrentados entre sí, muchos de ellos integristas islámicos protegidos por Turquía u otras potencias islámicas como Arabia Saudí o Qatar. La fuerza militar de las FDS, que alberga además de las YPG/YPJ a grupos con el MFS (consejo militar Siríaco) o diversas milicias árabes y consejos militares locales (como el consejo militar de Manbij, de Raqqa o de Deir Ezzor), les convierte en un actor que no puede ser ingnorado.
A día de hoy, la FDNS no está reconocida por ninguna potencia, y cuenta solo con la legitimidad de haber sido el principal actor en la lucha contra el Daesh. La autonomía de Rojava ha puesto de manifiesto la necesidad de una Siria más democrática y respetuosa no solo con la población kurda, sino con todas la minorías que habitan Siria, y sobre todo con las mujeres. Hace menos de un año las imágenes las YPJ anunciando la liberación de Raqqa daban la vuelta al mundo, pero no ha sido solo en el aspecto militar que el pueblo kurdo ha demostrado sus habilidades. El modelo social de abajo arriba, basado en la organización comunal y la economía cooperativa, es un gran ejemplo a la hora de imaginar la emancipación del capitalismo. El movimiento autónomo de mujeres y las estructuras de copresidencia (un hombre y una mujer) en todas las instituciones sociales, son un ejemplo pionero a la hora de pensar en la emancipación del patriarcado. También a nivel diplomático han demostrado gran habilidad, moviéndose en un mundo de transición de la política de bloques de la guerra fría, a un sistema globalizado y multipolar. Rojava ha sabido aprovechar su improvisada autonomía, jugando sus cartas y explotando al máximo las tensiones y contradicciones entre los diversos actores en el tablero Sirio. Si algo podemos aprender de esta experiencia, es que la mejor forma de solucionar los problemas sociales es hacerlo desde la base, organizando la sociedad para que ésta sea capaz de resolverlos por sí misma.
FUENTE: Rojava Azadî