“Regocijo y depresión”. Así es como un diputado recientemente elegido por el HDP (Partido Democrático de los Pueblos) describió sus sentimientos encontrados cuando se anunciaron los resultados oficiales de las elecciones en Turquía, realizadas el domingo 24 de junio. Esta ambivalencia emocional probablemente fue experimentada por muchos de sus partidarios esa noche.
El partido de izquierda y pro-kurdo alcanzó un éxito electoral extraordinario frente a una feroz campaña de represión estatal. El 9 de junio, por ejemplo, en una reunión cerrada de activistas del partido gobernante del AKP, el presidente Recep Tayyip Erdogan pidió “medidas especiales” para presionar al HDP para que quede debajo del umbral del 10% requerido para obtener un escaño en el parlamento. Poco después de que un video de este discurso se volviera viral, hubo un sangriento enfrentamiento en Suruc que culminó con los brutales asesinatos de un tendero pro-HDP y dos de sus hijos dentro de un hospital local. El candidato presidencial del HDP Selahattin Demirtas encabezó un desafío inspirador e histórico desde su celda de la prisión y Erdogan amenazó públicamente con ejecutarlo. Miles de miembros del HDP, incluidos muchos diputados y alcaldes electos, fueron encarcelados bajo el estado de emergencia y cientos de organizadores del partido fueron detenidos durante esta campaña. El partido fue casi completamente excluido de los medios de comunicación, abrumadoramente progubernamentales. El día de las elecciones hubo infinidad de casos de prejuicio, hostigamiento, intimidación y fraude dirigidos contra el HDP por parte del Estado, algunos de los cuales fui testigo como observador electoral en Sur, la antigua ciudad de Diyarbakir, un área que las autoridades demolieron sustancialmente en 2016.
A pesar de todo esto, el HDP no solo superó el umbral del 10% sino que también aumentó su voto en comparación con las últimas elecciones de noviembre de 2015; con 5.8 millones de votos y 67 parlamentarios, ahora es la tercera fuerza política en Turquía.
Si el HDP cruzaba el umbral, Erdogan probablemente perdería su mayoría en el parlamento. Millones en Turquía esperaban que Erdogan fueran forzados a una segunda vuelta presidencial. Sin embargo, ninguno de los escenarios se materializó y, en cambio, Erdogan logró asegurar la presidencia en la primera vuelta y, a través de su alianza con el MHP, partido de extrema derecha, mantener una mayoría parlamentaria.
Mientras que el AKP de Erdogan perdió 2.3 millones de votos, su aliado del MHP fue mucho mejor de lo que esperaba. Las encuestas de opinión predijeron una gran caída en el voto del MHP después de que el partido se dividió en octubre pasado. Sin embargo, según Erdogan, fue el líder del MHP, Devlet Bahceli, quien lo persuadió para convocar a estas elecciones con 17 meses de anticipación. El MHP perdió terreno ante el partido opositor IYI, no desafió a Erdogan para la presidencia y llevó a cabo una campaña de elecciones parlamentarias discretas. Y, sin embargo, recibió más diputados y casi tantos votos como la última vez. Sin duda, la guerra de Erdogan contra los kurdos, llevada a cabo desde 2015 en Turquía, Siria e Irak, ha creado un ambiente fértil para el MHP. Pero eso no explica por completo por qué, por ejemplo, el voto oficialmente declarado del MHP se duplicó o triplicó en las provincias del sudeste kurdo. Como un periodista pro-Erdogan observó: “Ni los votantes del MHP ni la mentalidad del Estado podían permitir que el partido desapareciera con un 3 o 5% de votos compartidos. Esto es lo que sucedió”.
En 1968, el MHP creó los Lobos Grises, una organización paramilitar neofascista que ha asesinado a miles de kurdos, alevíes e izquierdistas en masacres y asesinatos, a menudo aprobados por el Estado. En marzo de 2018, Erdogan saludó a sus seguidores en una manifestación en Mersin con el inconfundible letrero de los Lobos Grises, un gesto deliberado que indica la trayectoria de su administración desde que abandonó el proceso de paz con los kurdos en 2015 y luego rompió con el movimiento islamista de Fetulla Gülen en 2016. Desafortunadamente, la alianza racista y ultranacionalista de Erdogan se vio impulsada por los resultados electorales y es por eso que las celebraciones del HDP en Diyarbakir y en otros lugares fueron de corta duración.
“Nuestra gente en la cárcel probablemente permanecerá en la cárcel y los que se fueron al extranjero tendrán que quedarse en el extranjero”, dijo un militante del HDP. “Muchos de nosotros debemos seguir sabiendo que pueden venir y romper nuestras puertas delanteras en cualquier momento”, agregó.
En Estambul, donde el HDP ganó más votos que nunca, varias de sus oficinas fueron atacadas en la noche de las elecciones por grupos de simpatizantes del AKP y el MHP. “Estuvimos muy preocupados esa noche y advertimos a la gente que no respondiera a las provocaciones”, me dijo un portavoz de Estambul HDP la semana pasada.
“Erdogan tiene esta coalición basada en el problema kurdo. Es una coalición del AKP, el MHP, el aparato estatal, el ejército y el capital, y cuenta con el apoyo de los poderes internacionales”, nos dijeron. “Nuestros buenos resultados no fueron una sorpresa. Si bien ganamos algunos votos tácticos de los partidarios de CHP, también perdimos algunos votos tácticos en la votación presidencial. No esperábamos que el MHP obtuviera tantos votos. Es un misterio para nosotros. Este es un partido basado en la hostilidad hacia los kurdos. Hemos estado bajo ataque todo el tiempo y ahora hay un gran peligro frente a nosotros”.
“Trabajaremos para reagrupar la oposición al régimen. Nuestros 67 miembros no pueden hacer tanto por sí mismos y tratarán de trabajar con otros diputados de la oposición. Pero lo más importante para nosotros es fortalecer los vínculos con una amplia gama de organizaciones de la sociedad civil, trabajando con el Congreso Democrático del Pueblo”, expresaron.
“Esta es una coalición de guerra, hecha para luchar contra los kurdos”, dijo el diputado HDP Hishyar Ozsoy. “Pero no puede estabilizar el país económicamente o en sus relaciones exteriores”, señaló. “El HDP obtuvo votos de todo el país y dejó en claro que no nos vamos a ir. Somos el partido de las mujeres, los jóvenes, las minorías, de todos los ‘no deseados’ de este país”, aseguró.
Poco antes del día de las elecciones, Esengul Demir, copresidente del HDP de Estambul, me explicó que la campaña se había convertido en un polo de atracción progresivo porque, a pesar de todo, “demostramos a la gente que no daríamos un paso atrás”. Este movimiento de mujeres y hombres valientes está en primera línea en Turquía y en todo el mundo, enfrentando una ola creciente de autoritarismo racista envuelto en fachadas democráticas. Ahora, más que nunca, el HDP necesita solidaridad internacional. Ese es nuestro deber.
FUENTE: John Hunt / The Region / Traducción y edición: Kurdistán America Latina