Milicianos yihadistas respaldados por los turcos, que se apoderaron del enclave kurdo de Afrin en el norte de Siria a principios de este año, han colocado carteles con instrucciones sobre la obediencia a la sharia (ley islámica), junto con el contorno de una mujer con un niqab completo, una prenda negra que envuelve el cuerpo y la cara.
Los carteles provocaron furiosas protestas callejeras de los kurdos, que son en su mayoría musulmanes pero tienen una tradición secular y se han quedado en Afrin desde la invasión del ejército turco y los milicianos sirios, a menudo miembros de grupos yihadistas, de los cuales ISIS y Al Qaeda son los ejemplos más extremistas.
Los carteles fueron retirados después de unos días por la policía militar turca, pero son solo el último signo de presión sobre las mujeres kurdas por parte de los yihadistas para que acepten el estatus de segunda clase y se pongan el hijab (pañuelo) o el niqab.
Gulistan, de 46 años y profesora de Afrin, dijo a The Independent que el objetivo de lo que ella describió como “la campaña del uso del hijab” es forzar a las mujeres a permanecer en sus casas y no participar en la vida pública como lo han hecho las mujeres kurdas tradicionalmente.
“Solo porque uso jeans, siempre escucho palabras como ‘puta, incrédula, los chiitas son perros de Assad’”, dice ella.
“Un grupo de mujeres realizaron vigilias de protesta para exigir la eliminación de los carteles”, agrega, y explica que el uso del niqab es una costumbre social más que religiosa y que no forma parte de la tradición kurda.
La demanda de que las mujeres kurdas, que son en su mayoría musulmanes suníes, usen el hijab o niqab proviene de milicianos árabes y de colonos con creencias islámicas fundamentalistas similares que han sido forzados a abandonar el este de Ghouta por la ofensiva del gobierno sirio.
Reportados en35.000, esas personas han tomado las casas de propiedad kurda y tierras abandonadas por unos 150.000 kurdos que huyeron de la invasión turca que comenzó el 20 de enero y terminó con la captura de la ciudad de Afrin el 18 de marzo.
Las Naciones Unidas dicen que se estima que 143.000 kurdos permanecen en el enclave.
Bave Misto, de 65 años, un agricultor de la ciudad de Bulbul, al norte de la ciudad de Afrin, confirma que los kurdos están bajo presión para abandonar las prácticas seculares.
Su familia es una de menos de 100 familias kurdas que permanecen en Bulbul, en comparación con las 600 antes de la invasión.
Él dice que solo a las personas mayores se les permite regresar a sus hogares y que los milicianos árabes, que dicen que pertenecen al Ejército Sirio Libre, están impidiendo que los hombres y mujeres jóvenes lo hagan.
Misto dice que los milicianos llaman a los habitantes kurdos de Bulbul a asistir a la mezquita, y las familias árabes desplazadas de Damasco e Idlib rezan allí cinco veces al día y están “pidiendo a nuestras mujeres que se pongan el hijab”.
Uno de sus nuevos vecinos, Abu Mohammad, del este de Ghouta, le dijo que obligara a su esposa a usar el hijab, y justificó: “Es mejor para esta vida y para el más allá”.
Muchos kurdos en Afrin sospechan que la aplicación de las normas sociales islámicas fundamentalistas tiene la intención de fomentar la limpieza étnica.
Durante la invasión, varias unidades de la milicia árabe se filmaron cantando lemas anti-kurdos sectarios, comúnmente utilizados por ISIS y Al Qaeda.
Por estos días, los kurdos en Afrin enfrentan dificultades extremas para ganarse la vida.
Misto posee un pequeño campo en las afueras de Bulbul, en el que hay olivos y cerezos, pero cuando intentó entrar los milicianos árabes le dijeron que estaba lleno de minas plantadas por el PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán), aunque era escéptico de esto porque los milicianos estaban pastando ganado en el lugar.
Misto pudo recuperar su casa de una familia árabe que se había apoderado de ella con la ayuda de la policía local, encabezada por un turco.
Esto puede ser una indicación de las divisiones entre diferentes partes del Ejército Sirio Libre, que es una organización paraguas, sobre cómo tratar a los kurdos y si confiscar o no sus propiedades.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR), con sede en el Reino Unido, informó que Ahrar Al Sham, un movimiento yihadista estrechamente aliado de Turquía, ha expulsado a punta de pistola a siete familias de desplazados del este de Ghouta, que vivían en casas en Afrin, porque insistieron en pagar el alquiler a los propietarios kurdos.
Los desplazados de Ghouta, que fueron llevados en convoyes a Afrin, dijeron que ellos mismos habían sido desposeídos de sus hogares por el gobierno sirio, pero que no consideraban correcto quitarles los hogares a otros.
SOHR dice que Ahrar Al Sham ha amenazado con encarcelar a los evacuados de de Ghouta si regresan a las casas que habían alquilado, bajo el cargo de “tratar con las fuerzas kurdas”.
Aunque hay una guerra de guerrillas esporádica llevada a cabo por las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo en Afrin, es poco probable que se reviertan los cambios demográficos que siguieron a la invasión turca.
Gulistan dice que la vida de los kurdos que se han quedado en el enclave es crónicamente insegura porque están a merced de grupos como Ahrar Al Sham.
Ella dice que su tío es dueño de una tienda de abarrotes, pero las milicias le cobran un alto precio y que a menudo se llevan mercancías sin pagarlas.
Cuando apeló a la policía, los milicianos lo maltrataron aún más.
Gulistan dice que uno de sus vecinos fue secuestrado hace tres semanas y que su esposa y su hermano recibieron una demanda de rescate de 50.000 dólares por su liberación.
SOHR confirmó que hay saqueos y enfrentamientos generalizados entre las facciones de las milicias, y que un funcionario kurdo ha sido torturado hasta la muerte.
FUENTE: Patrick Cockburn / The Independent / Traducción y edición: Kurdistán América Latina