El siglo XX fue una de las épocas más destructivas de la historia kurda. Aunque usted pueda ser consciente del actual conflicto kurdo-turco, como los recientes ataques de Turquía contra Afrin (Siria), la mayoría de la gente probablemente no conoce sus campañas históricas contra los kurdos, y otras minorías en realidad, hasta ahora. Aunque mi enfoque en este artículo es la brutalidad que los kurdos han sufrido desde el nacimiento de la Turquía moderna, especialmente durante las masacres de Zeylân y Dersim, vale la pena mencionar que el conflicto kurdo-turco surgió durante el Imperio Otomano. También he compilado a continuación una breve introducción que contiene información de fondo sobre la situación de los kurdos después de la Primera Guerra Mundial, que podría resultarle útil.
Después de finalizar la Primera Guerra Mundial se hizo un pacto, en 1920, conocido como Tratado de Sèvres, entre los Aliados y los representantes del entonces derrumbado Imperio Otomano. Como parte de los acuerdos dentro de este tratado, se iba a establecer un Estado kurdo autónomo, con la posibilidad de una futura independencia, en algunas de las regiones predominantemente kurdas de Oriente Medio a las que los kurdos han pertenecido durante miles de años. Esto incluía regiones del sureste de Turquía, también conocidas como Kurdistán del Norte.
Sin embargo, los nacionalistas turcos encabezados por Mustafa Kemal Atatürk, el fundador y primer presidente de la República de Turquía, pronto rechazaron el tratado, desencadenando la Guerra de Independencia Turca (1919-1923). Durante esta guerra, los líderes turcos habían reclutado fuerzas kurdas, prometiéndoles autonomía a cambio de su ayuda. Desafortunadamente, una vez que los turcos obtuvieron su independencia ignoraron esta promesa. El tratado original de Sèvres fue sustituido por el Tratado de Lausana en 1923, y no mencionaba ningún Estado kurdo independiente. Por el contrario, dividió los territorios kurdos entre Turquía, Irán, Siria e Irak; muy similar al Oriente Medio tal como lo conocemos hoy en día. El problema era que Atatürk tenía una visión muy específica de una Turquía unificada, que entraba en conflicto con la propuesta de autonomía kurda. En lugar de aceptar a los kurdos como un grupo étnico separado, el gobierno de Atatürk negó su existencia, etiquetándolos como “turcos de montaña”, e intentó sistemáticamente “turquizar” a los kurdos mediante la asimilación forzada y la interdicción oficial de su cultura, como la prohibición de escuelas, organizaciones y publicaciones kurdas en 1924. Tal vez sean estas palabras del Ministro de Justicia de Turquía, Mahmut Bozkurt, publicadas en el periódico Milliyet el 19 de septiembre de 1930, las que mejor reflejan la actitud del Gobierno hacia los kurdos y otras minorías: “Los turcos son los únicos señores de este país, sus únicos dueños. Los que no son de pura estirpe turca tienen en este país un solo derecho, el de ser siervos, el de ser esclavos. Que los amigos y enemigos, e incluso las montañas, sepan esta verdad”.
En las décadas de 1920 y 1930 se produjeron numerosas rebeliones kurdas en respuesta a los esquemas étnicos del gobierno. Como verán, las autoridades turcas se han ocupado con dureza de este desafío.
Masacre de Zeylân (1930)
Entre los levantamientos que se produjeron en las regiones kurdas, la Rebelión de Ararat (1927-1930) fue una de las más significativas. En esos pocos años, los rebeldes kurdos habían declarado la independencia y establecido la (efímera) República Kurda de Ararat en la provincia de Ağri, en la frontera oriental con Irán. En respuesta a la Rebelión de Ararat, el gobierno promulgó una ley (No. 1850) que establecía: “Los asesinatos y otras acciones cometidas individual o colectivamente, desde el 20 de junio de 1930 hasta el 10 de diciembre de 1930, por los representantes del Estado o de la provincia, por las autoridades militares o civiles, por las autoridades locales, por guardias o milicianos, o por cualquier civil que haya ayudado a los anteriores o actuado en su nombre, durante la persecución y el exterminio de las revueltas… no serán considerados como crímenes”.
Esencialmente, esta ley garantizaba que no se enjuiciaría a los turcos que estuvieran implicados en la matanza de incontables kurdos. El objetivo del gobierno era “limpiar” las zonas kurdas de sus habitantes, y la masacre de Zeylân es un ejemplo de ello.
En julio de 1930, las fuerzas turcas comenzaron su limpieza étnica del valle de Zeylân, atacando no sólo a los rebeldes sino a todos los kurdos. La región fue regada con bombas incendiarias por las fuerzas aéreas y rodeada por miles de soldados turcos, atrapando allí a los kurdos. Hombres, mujeres y niños fueron sacrificados, independientemente de su edad. Las intenciones del gobierno quedaron claras en un reportaje del periódico turco Cumhuriyet, fechado el 13 de julio de 1930: “Comenzó la limpieza: los del valle de Zeylân han sido completamente exterminados. Ninguno de ellos sobrevivió. La operación en Ağri continúa”.
Hay varios testimonios de la masacre relatados por kurdos supervivientes y soldados turcos que estuvieron involucrados. Colectivamente, estos relatos detallan cómo los soldados habían disparado, apuñalado, golpeado y quemado hasta la muerte a miles de kurdos; cómo habían abierto los vientres a mujeres embarazadas y sacado a sus bebés nonatos; cómo habían despellejado vivos a los aldeanos; y cómo miles más fueron asesinados por el fuego de las ametralladoras, haciendo que la sangre fluyera fuera del valle durante días. Muchos de los kurdos supervivientes se habían escondido bajo los cadáveres durante la masacre. Según fuentes locales y oficiales, al menos 44 aldeas habían sido incendiadas y entre 15.000 y 47.000 kurdos habían muerto o desaparecido. Al final de la masacre, el valle de Zeylân estaba “lleno hasta la boca de cadáveres”, como anunció Cumhuriyet el 16 de julio de 1930. A mediados de septiembre de ese año, la rebelión de Ararat había sido aplastada y la joven República kurda quedó disuelta.
Más recientemente, en 2007, periodistas de la agencia de noticias pro kurda Dijle Haber publicaron una entrevista con el testigo Kakil Erdem, que tenía 17 años cuando tuvo lugar la masacre de Zeylân. A continuación, un extracto de dicha entrevista (traducida del turco): “Miles de soldados vinieron a las aldeas… Mataron a todos los niños, mujeres, hombres que encontraron en estas aldeas… mientras mataban gente, tuvimos que huir y escondernos. Algunos de nosotros nos escondimos en campos de trigo y debajo de cosas. Más tarde, huimos a las montañas. Durante días estuvimos atrapados y hambrientos en las montañas. Cuando los soldados se fueron, volvimos a la aldea. Habían matado a 35 miembros de mi familia… Muchas de las personas asesinadas en esta masacre habían luchado en la Guerra de la Independencia. Lucharon por este país… Luchamos contra el enemigo junto con la misma gente que después vino y nos mató”.
Esta entrevista, obviamente, irritó a algunos miembros del gobierno, ya que los periodistas fueron encarcelados durante 18 meses por “incitar al odio y la hostilidad”.
Masacres de Dersim (1937-1938)
Como mencioné en la introducción, el objetivo del gobierno turco era asimilar (turquizar) a los kurdos, así como a otras minorías, en la cultura turca y destruir completamente la identidad kurda. Con ese fin, se habían prohibido la lengua, el folclore y la vestimenta kurdas, junto con las palabras “kurdo” y “Kurdistán”. Además, el gobierno aprobó la Ley de Reasentamiento y la Ley de Apellidos en junio de 1934. Esencialmente, la Ley de Reasentamiento permitía la destrucción de aldeas kurdas y la migración de sus habitantes a zonas del país en las que predominaba la cultura y el idioma turcos, donde se verían obligados a integrarse; la Ley de Apellidos prohibía el uso de apellidos no turcos y exigía que los kurdos adoptaran apellidos turcos. Dispersar a millones de kurdos, como el gobierno lo consideró conveniente, fue un plan ambicioso, que fracasó en su mayoría porque no era realista en la práctica. Las medidas colectivas que se emplearon con el propósito de la turquización fueron, como era de esperar, recibidas con mucha resistencia. La región más desafiante fue Dersim, un área sobre la que el gobierno no había logrado ejercer un mayor control en varias ocasiones. Ahora, esa región atrajo toda su atención.
A finales de 1935, el nombre de la región cambió de Dersim al turco de Tunceli. En 1936, se construyeron carreteras y puentes en Dersim para el acceso militar, y se instalaron cuarteles militares en lugares tácticos. Dersim quedó sometida a la ley marcial. Sin embargo, la acción militar no comenzó del todo hasta 1937, cuando las autoridades estuvieron seguras de que era inminente una rebelión liderada por el líder kurdo Seyid Riza. En marzo, el ejército comenzó su ofensiva tras el corte de las líneas telefónicas y el incendio de un puente por parte de los rebeldes. Se enviaron tropas para arrestar a los presuntos líderes kurdos, pero se enfrentaron a la resistencia prolongada de los miembros de tribus armadas que se negaron a entregar a sus líderes, lo que resultó en un aumento de los esfuerzos del ejército. Los líderes kurdos enviaron emisarios para suplicar al gobernador militar que dejara en paz a Dersim y les permitiera organizarse por sí mismos, pero el gobernador se negó e hizo ejecutar a los emisarios.
El ejército turco, con más de 50.000 soldados, volvió a masacrar indiscriminadamente a hombres, mujeres y niños. Se lanzaron bombas desde el cielo y aldeas enteras fueron incendiadas y destruidas. Los terrenos donde una vez estuvieron las casas fueron quemados con queroseno para que no pudieran ser rehabitados. Las familias que escaparon y se escondieron en cuevas fueron asesinadas en masa con armas químicas, o con la quema de leña en las entradas de las cuevas para sofocarlas. Si estas medidas no funcionaban, las cuevas eran demolidas con explosivos o selladas, dejando a los atrapados allí para que murieran. Muchas niñas y mujeres fueron torturadas y violadas, y otras evitaron ser capturadas arrojándose desde los acantilados. Los que se rindieron fueron reunidos todos juntos; los hombres fueron fusilados en el lugar, mientras que las mujeres y los niños fueron encerrados en cobertizos de heno a los que luego prendieron fuego. Incluso jóvenes de Dersim que estaban haciendo el servicio militar en el ejército turco fueron asesinados.
Cuando llegó el invierno, el ejército no pudo continuar debido a las duras condiciones meteorológicas. Se ofreció a los rebeldes un cese del fuego y un arreglo pacífico, incluida una indemnización para Dersim. Los monumentales daños sufridos por Dersim y su pueblo, junto con las condiciones meteorológicas, llevaron a la rendición de Seyid Riza. Riza fue arrestado y ejecutado junto con otros rebeldes, pero esto no fue el fin del derramamiento de sangre. Una vez que llegó la primavera y el tiempo se despejó, el ejército reanudó sus operaciones, y fueron aún más devastadores que antes debido al uso de gas venenoso. Cuando el gobierno anunció que perdonaría a todos los kurdos que entregaran sus armas, varias tribus lo hicieron, pero fueron asesinadas de todos modos.
En ese momento, el embajador británico en Turquía, Sir Percy Loraine, estaba destinado en Trebizonda, el puesto diplomático más cercano a Dersim. Loraine se sorprendió de que el gobierno turco permitiera tales excesivos malos tratos a los kurdos, comparando incluso a Dersim con el Genocidio Armenio, durante el que las fuerzas turcas habían masacrado a más de un millón de armenios: “…las autoridades militares han utilizado métodos similares a los utilizados contra los armenios durante la Gran Guerra: miles de kurdos, entre ellos mujeres y niños, han sido asesinados; otros, en su mayoría niños, han sido arrojados al Éufrates; mientras que otros miles de personas en zonas menos hostiles, a las que primero se les privó de su ganado y otras pertenencias, han sido deportadas…”.
Según el actual presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, más de 13.000 personas fueron asesinadas en Dersim, aunque este número es sin duda demasiado bajo, ya que la mayoría de las fuentes informan colectivamente entre 40.000 y 70.000 muertes y desapariciones. Además, entre 3.000 y 14.000 personas se vieron obligadas a emigrar de sus hogares en Dersim. Muchos niños kurdos que sobrevivieron a las masacres fueron enviados a internados o entregados a soldados y burócratas turcos para que los turquificaran.
Entonces, ¿por qué Zeylân, Dersim y otras masacres kurdas no son más conocidas? Hay varias razones para esto: los encubrimientos por parte del gobierno y los registros históricos oficiales inaccesibles son en gran parte los culpables. En un esfuerzo por mantener estos eventos condenatorios ocultos al mundo exterior, se prohibió a los extranjeros viajar a las regiones kurdas hasta 1965, lo que por supuesto contribuyó en gran medida a la falta de publicidad internacional.
Como era de esperar, los kurdos continuaron siendo tiranizados después de Dersim, y las relaciones kurdo-turcas siguen siendo volátiles hasta el día de hoy. A partir de la Segunda Guerra Mundial, muchos de los kurdos perseguidos, encarcelados y a menudo torturados hasta la muerte eran intelectuales, artistas, activistas políticos y parlamentarios, que no habían hecho más que expresar su identidad kurda. El gobierno turco no toleró a nadie que se le opusiera o desafiara. Más masacres, destrucción de tierras kurdas y reasentamientos forzados se han mantenido más tarde en los siglos XX y XXI, y hasta 1991, los kurdos continuaron siendo oficialmente clasificados como “turcos de montaña”. En una sesión del Consejo de Europa en 1986, el ex ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Turan Güneş, advirtió a los kurdos: “Si tenéis el coraje, entonces reclamad la independencia. Y lucharemos. Si creéis que podéis derrotar al ejército más poderoso de Europa, el ejército turco, adelante. Y permítanme añadir que si algunos países como Alemania Occidental, Francia e Inglaterra muestran un poco de tolerancia hacia nosotros, no tendremos ningún problema en liquidar a unos pocos millones de kurdos”.
Después de muchas décadas de etnocidio patrocinado por el Estado y, a veces, de genocidio, ¿es realmente difícil entender por qué se formó el Partido de los Trabajadores del Kurdistán -más comúnmente conocido como PKK- a finales de la década de 1970? Turquía siempre ha condenado al PKK como una organización terrorista, lo que me parece bastante ridículo proviniendo de una nación que ha oprimido y masacrado brutalmente a sus minorías desde el principio. El PKK surgió como represalia a las crueles políticas del gobierno con el objetivo inicial de establecer un Kurdistán independiente, aunque más tarde pasó a garantizar la igualdad de derechos y la autonomía en las regiones kurdas de Turquía. Es por eso que han estado luchando contra el Estado durante décadas.
En mi experiencia, aunque la mayoría de la gente es consciente del actual conflicto kurdo-turco, igualmente no saben por qué o cómo empezó. Ésta es la razón principal por la que creé este post. Si se familiarizan con la historia de los kurdos en Turquía, estarán en mejores condiciones de comprender y tener una opinión informada sobre el conflicto actual.
FUENTE: Helin Newroz Boztosun / Kurdistan Tribune / Fecha origina de publicación: 23 de abril de 2018 / Traducido por Rojava Azadi