Noticia de tu muerte:
“La combatiente latinoamericana de las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) Alina Sánchez (Lêgerîn Çiya) ha caído mártir en un accidente automovilístico.”
“Un hachazo invisible y homicida…un empujón brutal te ha derribado.”
Ya lo escuchamos (al Serrat cantando la Elegía a Ramón Sijé) varias veces pensando en vos Ale…llorando mucho. No nos tranquiliza ni nos ayuda, solamente grita tu ausencia y esta rabia que se niega a hacerse palabras.
No queremos, es que no podemos escribir algo en memoria tuya, en honor tuyo Alejita. No se puede hermanita. Escuchamos al Miguel Hernández… qué iba a saber que estaba tu sangre, tus huesos, tu ternura, tu mirada en esa elegía a su Ramón Sijé. Ni se imagina que la escribía con vos, para vos, para nosotras y nosotros, para vestirnos, piel, sangre y ternura de esta que eres acá en nuestros cuerpos y vidas…
Para que nos abracemos acá hoy con mucha, mucha fuerza a tu mirada grande, con los ojos cerrados y te apretemos el cuerpo flaquito, la vida enorme Alejita linda.
Acá estás como humareda, como polvo, como agua en medio nuestro y te abrazamos.
También te escuchamos así, como un torrente rítmico (te acordás que nosotrxs con Bruno en Pasto te dijimos que hablás como rapeando, como un pregón en hip-hop, que repites, insistes, avanzas, exiges, siempre con esa fuerza que arrasa y reclama)…
Y bailamos, porque vos no respondiste a nada en tu vida hablando solamente; la Vil te preguntó ¿cómo bailan allá? Y vos nos levantaste a todas y todos en la noche de Pasto, en la oscuridad alegre de la música y nos tejiste por los meñiques: éramos media docena y bailamos, bailamos como el pueblo kurdo, con el pueblo kurdo.
Ale, ya sabíamos de todo eso allá, o de mucho, pero vos, tan de acá, tan de estas tierras y dudas y dolores, tan nosotras y nosotros, vos te fuiste para allá y te hiciste kurda y combatiente y médica y YPG, para llegar a este lado, entre nos.
Este lado que es el mundo todo, de mujeres, libre, tejido a la tierra.
Y bailamos… y luego pusiste a bailar a Erol con su risa.
¡Que no carajo, que no escribimos nada hoy!
Vos nos dejaste acá en medio del camino, con la agenda pendiente.
Vos le entregaste a Chucho los poquitos euros que te quedaban como el primer aporte al fondo para que hagamos el encuentro de los pueblos: “primero 3 días las mujeres entre nosotras y luego sí que lleguen los hombres” ¡y así será mierda! Así será…
Pero ya sin vos, o con vos en esta memoria que ya se niega a dejarte crear, reírte, poner el pecho, luchar, imaginarte cosas.
Ale, te conocimos, te sabemos incansablemente trabajando y pensando. Desafiándote. Como vos dijiste, “nos conocíamos de antes, de siempre, y no era por decir nomás.”
Estás por ahí buscando y nombrando y haciendo y por eso no aceptamos que no podás seguir, que ya se acabó lo que sólo vos podés hacer, porque Ale, hermanita, seguimos, te lo debemos, se lo debemos a eso a lo que te tejiste, semilla, vuelo, libertad, audacia, atrevimiento.
… Pero Ale, vos, vos ya no vas a estar, ya no estás. Vos ya no estás. No vas a seguir. Ya no te podemos esperar. Ya no nos angustiamos más por lo que pueda pasarte; porque ya te moriste Ale linda. Estás muerta antes, mucho antes de esta vida que ya habitaste hasta morir.
… Te moriste Ale y esta desolación que nos tiene abrazando cenizas, amando a las mujeres de Kurdistán que están
… en tu mirada y tu sonrisa vueltas memoria aunque no se nos dé la gana de aceptarlo,
esta soledad que nos llena de las mismas lágrimas y gritos, entre muchas, con tus padres, con Jesús, Isabel, Vilma, Viole, Manuel, Hugucha, Emiliano, Millaray, Erol,
acá estamos, abrazando tu ausencia, el agua que dejaste, los pendientes y la imposibilidad de aceptar que no puedas seguir inventándote con la vida, combatiente, médica, mujer, revolucionaria (y no cabés, ni cupiste nunca, no te alcanza eso de “internacionalista argentina“, a vos que tenías tan claro eso de jamás aceptar los estados-nación, tan claro que te hiciste kurda, para seguir siendo y ser más vos)…
nuestro amor.
Acá está sonando la elegía que escribimos con nuestra sangre sin que Miguel Hernández te hubiera conocido. Va este último verso y un adiós repugnante, con rabia y vuelo
“A las aladas almas de las rosas…
de almendro de nata te requiero,:
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañera del alma, compañera.”
¡Así No!
FUENTE: Pueblos en Camino