Turquía lleva meses llevando a cabo una política expansionista en el Mediterráneo Oriental y Oriente Medio a través de intervenciones como las protagonizadas en las guerras de Libia o Siria. Precisamente, desde territorio sirio llegan informaciones sobre que la nación otomana ha reclutado presuntamente a cientos de mercenarios sirios para apoyar a la nación musulmana amiga de Azerbaiyán en el choque que le enfrenta a Armenia, dentro del marco de la disputa entre azeríes y armenios por hacerse con el control de la autoproclamada República de Nagorno-Karabaj, cuya población es de mayoría armenia y rechaza la autoridad azerí a pesar de que en tiempos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) este enclave estaba encuadrado en la República Socialista Soviética de Azerbaiyán.
Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, prosigue así con su estrategia encaminada a ganar posiciones en el arco mediterráneo y Oriente Medio, de cara a obtener una mejor posición geoestratégica y para también poder hacerse con el control de la explotación de recursos de hidrocarburos en el Mediterráneo Oriental. La nación euroasiática toma parte en la guerra de Libia ofreciendo sustento al Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), del primer ministro Fayez Sarraj, en su lucha contra el Ejército Nacional libio, del mariscal Jalifa Haftar. En el conflicto del país norteafricano, Turquía ha destinado incluso a mercenarios a sueldo provenientes de Siria, adscritos a grupos supuestamente ligados en el pasado a entidades terroristas como Daesh y Al Qaeda. Esta intervención en el país libio se fraguó a partir del acuerdo sellado por Erdogan y Sarraj a finales del año pasado por el que se aseguraba el soporte militar turco al Ejecutivo de Trípoli y por el que se repartían zonas económicas exclusivas en el Mediterráneo, valiosas por sus recursos de petróleo y gas; las cuales fueron denunciadas por la Unión Europea (UE) y países como Grecia y Chipre por violar determinadas fronteras marítimas. Por otro lado, Turquía incursionó también en territorio sirio con la excusa de hostigar a los kurdos, a los que acusa de materializar actos terroristas en el sur del país turco. A partir de ahí, el Ejército otomano se instaló desde hace meses en la frontera turco-siria para establecer puestos de control, haciendo frente así al régimen del presidente Bashar Al Assad, que, apoyado por Rusia, trata de avanzar para derribar el último bastión insurgente rebelde de Idlib, donde se refugian elementos ligados al yihadismo. Acción que se ve entorpecida por la oposición turca.
Los datos sobre el supuesto traslado de mercenarios sirios a Nagorno-Karabaj se publicaron en las redes sociales durante la semana pasada y fueron compartidos por los refugiados, la oposición siria y diversos analistas. Los medios de comunicación turcos y griegos alentaron los rumores sobre el tema.
Turquía ha intensificado en las últimas fechas su retórica contra Armenia, acusando a la nación caucásica de “jugar con fuego” y de haber reclutado a “terroristas”. El nuevo discurso puede servir a Ankara para justificar una nueva participación en un conflicto, en este caso apoyando a Azerbaiyán en el Cáucaso; una pugna en la que entraría con la fórmula utilizada ya en Libia, es decir, enviando a la frontera armenio-azerí a soldados a sueldo llegados de la guerra de Siria. Una iniciativa que ha podido venir sirviendo para los intereses geoestratégicos turcos y también para desviar la atención y generar un enemigo común de la nación ante la pérdida de apoyos que está teniendo el régimen de Erdogan dentro del propio país debido al descontento social existente ante la crisis económica que se padece, y ante los problemas sufridos por el impacto de la crisis sanitaria del coronavirus, que no se logra atajar.
A finales de julio, el ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, se comprometió a “vengar” a los soldados azeríes muertos en los enfrentamientos con Armenia. Además, el 22 de septiembre, el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlut Çavusoglu, exigió que Armenia detuviera su “agresión” contra Azerbaiyán. “Ankara está al lado de Azerbaiyán… y que Dios tenga piedad de los soldados que cayeron recientemente”, aseveró el ministro otomano.
Durante años, Turquía ha querido presuntamente reclutar rebeldes sirios como una forma de transformar la situación en Siria al servicio de su política exterior. En esta línea, grupos como Legion Al Sham, luego el Ejército Sirio Libre (ELS) y el Ejército Nacional Sirio (ENS) fueron vinculados al régimen de Erdogan dentro de esta estrategia.
En las últimas horas, Azerbaiyán y Armenia han intensificado su disputa respecto al enclave de Nagorno-Karabaj, con unos ataques que ambos bandos se atribuyen mutuamente. Los últimos choques armados han dejado un número indeterminado de víctimas; y el presidente de la autoproclamada República de Nagorno-Karabaj, Arayik Harutyunyan, ha impuesto la ley marcial con vistas a “la movilización general de las personas mayores de 18 años”, tras convocar una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional.
Los últimos combates se iniciaron a primera hora de la mañana, según reseñó el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán. Fuentes oficiales azeríes indicaron que las Fuerzas Armadas armenias habían atacado posiciones militares de Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj y sus alrededores dejando varios muertos y heridos, aunque no se precisaron cuántos. “A las 06:00 (hora local), las fuerzas armenias llevaron a cabo una provocación a gran escala sometiendo a un intenso bombardeo con armas de gran calibre, morteros y artillería a las posiciones del Ejército azerí a lo largo del frente y nuestros poblados en la zona fronteriza”, afirmó el Ministerio de Defensa de la antigua república soviética en un comunicado oficial.
Azerbaiyán ha manifestado que su Ejército está “respondiendo con medidas para cesar la provocación enemiga y garantizar la seguridad de los civiles que viven cerca del frente”, según informó el medio de comunicación Sputnik.
Por su parte, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinian, señaló en cambio que el enemigo había lanzado una “ofensiva sobre Artsaj”, denominación armenia para la República de Nagorno-Karabaj. “Las fuerzas de defensa están resistiendo con éxito la ofensiva”, dijo Pashinian en la red social de Facebook. El Ministerio de Defensa de la nación caucásica aseguró que habían derribado dos helicópteros y tres drones azeríes en Nagorno-Karabaj. “Continúan los combates”, añadió la portavoz ministerial, Shushan Stepanian, en la misma red social.
Mientras, el portavoz del gobierno de la autoproclamada República de Nagorno-Karabaj, Vargram Pogosian, confirmó que la capital, Stepanakert, y varias localidades propias habían sufrido fuego de artillería y avanzó que habría una respuesta “proporcionada”, instando a la población a “buscar refugio”.
A mediados de julio, ya hubo enfrentamientos en la zona que separa la región azerí de Tovuz de la provincia armenia de Tavush, cerca de Georgia (también antigua república soviética), a varios cientos de kilómetros de Nagorno-Karabaj, que es desde 1988 un foco de enfrentamiento entre las dos ex repúblicas soviéticas de Armenia y Azerbaiyán.
En este escenario, Ankara reiteró su apoyo a Azerbaiyán frente a la agresión armenia en la madrugada del domingo, y muchos funcionarios y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Turquía declararon su apoyo inquebrantable a su aliado. Así, altos funcionarios de Turquía condenaron los ataques armenios contra civiles azerbaiyanos. En un comunicado oficial, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía manifestó que Armenia está organizando otra provocación.
“Condenamos en los términos más enérgicos el ataque armenio, que es una violación flagrante del derecho internacional y que ha causado víctimas civiles. Con estos ataques, Armenia ha demostrado una vez más que es el mayor obstáculo en el camino hacia la paz y la estabilidad en la región”, según añadió la nota oficial.
“Azerbaiyán, por supuesto, utilizará su derecho legítimo de autodefensa para proteger a sus civiles y su integridad territorial. En este proceso, el apoyo de Turquía a Azerbaiyán es inquebrantable. Sin embargo, si Azerbaiyán quiere que los apoyemos, lo haremos”, agregó la comunicación ministerial.
Azerbaiyán insiste en recuperar su integridad territorial, mientras que Armenia defiende los intereses de la República de Nagorno-Karabaj, de población mayoritariamente armenia. El conflicto vivió una escalada de violencia en abril de 2016 y, si bien se logró pactar un nuevo alto el fuego, se siguen registrando enfrentamientos esporádicos en la zona fronteriza. Un área sobre la que siempre ha habido negativas a la hora de negociar.
La disputa por Nagorno-Karabaj se inició en 1988, cuando este territorio de mayoría armenia decidió separarse de la entonces República Socialista Soviética de Azerbaiyán, que estaba englobada a su vez en la URSS. Bakú perdió el control de Karabaj y siete distritos adyacentes tras los fuertes enfrentamientos de 1992 y 1994 con Ereván.
Para buscar una solución negociada al conflicto, se configuró en 1994 el llamado Grupo de Minsk (Bielorrusia), copresidido por Estados Unidos, Rusia y Francia. Entidad que incluye, además, a Alemania, Bielorrusia, Finlandia, Italia, Suecia y Turquía, así como a Armenia y Azerbaiyán, y a la dirección de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
FUENTE: Raúl Redondo / Atalaya