Testigos de la “Revolución en Rojava”

Con motivo de la próxima presentación del libro “Revolución en Rojava”, adelantamos la reseña del libro que fue publicada por Pluto Press. Este es el primer libro que relata la extraordinaria y única situación política en Rojava, norte de Siria. En este artículo, Janet Biehl habla con los autores y discute sobre cómo y por qué la nueva sociedad en Rojava les ha inspirado.

Durante décadas, tres millones de kurdos sirios han vivido bajo la brutal represión del régimen de Assad, su identidad negada, el acceso a la educación y el trabajo rechazado, una vida de cárcel y tortura para los que osaban oponerse. Y aun así, la resistencia ha crecido. Mediante el desarrollo de sus organizaciones, después de que la Primavera Árabe llegara a Siria en marzo 2011, los kurdos aprovecharon el momento para crear una revolución democrática pionera. La liberación del norte de Siria -Rojava- comenzó en Kobani el 19 de julio de 2012, y la historia global de la revolución política y social no volvería a ser la misma.

En mayo de 2014, tres activistas de la solidaridad kurda de Alemania y Turquía decidieron visitar Rojava. “Quería verlo, aprender de su práctica”, dice Michael Knapp, “para entender las contradicciones e investigar sobre las dificultades del sistema. Porque podemos aprender mucho de ello para los proyectos revolucionarios en los países occidentales”. Con sus habilidades idiomáticas combinadas, contactos y amplio conocimiento del movimiento, pudieron hacer trabajo de campo cercano y entrevistar a mucha gente.

A su regreso, recopilaron sus observaciones en un libro, “Revolución en Rojava”, que acaba de publicarse en inglés.

Uno de los tres autores, Anja Flach, estaba especialmente interesada en el papel de las mujeres en la revolución. Veinte años antes, Flach había pasado varios años en las montañas Qandil, en el norte de Irak, donde había participado en el grupo guerrillero de mujeres kurdas, el PAJK. Allí se centró en educación y lucha política. Indica que “es parte de la vida diaria, en medio del entrenamiento militar, hacer análisis político, leer y discutir juntas”. Inspirada, Flach regresó a casa e inmediatamente comenzó a escribir sus experiencias.

No obstante, sólo con la defensa de Kobani a finales de 2014, el mundo finalmente se dio por enterado de la existencia de las mujeres guerrilleras y comandantes kurdas que, equipadas solo con armas ligeras, lograron expulsar al ISIS de la ciudad con enorme riesgo.

Pero, ¿por qué estaban luchando? Poco se sabía, dice Flach, sobre el sistema de amplio alcance de igualdad de género que estaban defendiendo. Descubrió que la implementación de estos principios había fructificado en toda la sociedad revolucionaria. Por medio de una autoadministración democrática sin Estado y a través de organizaciones políticas, el liderazgo es dual (hombre-mujer) para cada puesto de relevancia, y cada comité y reunión tiene una cuota de género del 40 por ciento. Efectivamente, Flach reconocía estos principios de sus años en la montañas Qandil. La poligamia y el matrimonio de menores han sido prohibidos, y las cooperativas de mujeres están creándose por todo el cantón de Cizire para permitir la independencia económica de las mujeres, la mayoría por primera vez en sus vidas.

Flach descubrió que las mujeres en Rojava están determinadas a rehacer las relaciones de género en todo el norte de Siria. Vió “un comité de mujeres en cada calle, y un consejo de mujeres en cada barrio, una academia de mujeres, unas fuerzas de seguridad y unidades del ejército femeninas”. Estas activistas infatigables van casa por casa, informando a las mujeres en sus hogares que tienen acceso a las instituciones de las mujeres. “El movimiento de las mujeres desearía conquistar y organizar a cada mujer”, dice Flach, “sin diferenciar si es o no kurda”. Las mujeres siríacas también están formando consejos y unidades militares autónomas.

Para Flach, visitar Rojava era un sueño hecho realidad. “Era por lo que habíamos estado luchando durante todos esos años, una sociedad libre autoadministrada”. Y, lo que es más asombroso, “en Rojava me reencontré con muchas de mis camaradas guerrilleras de entonces. Cuando era jóvenes dejaron Rojava para unirse al PKK, y ahora había regresado para defender la revolución”.

Ercan Ayboga, un kurdo que vive en Diyarbakir, trabaja con el Movimiento Ecológico de Mesopotamia en Kurdistán Norte, al sureste de Turquía, y es uno de los organizadores clave contra la construcción de la presa de Hasankeyf, un lugar de máxima importancia cultural, ecológica e histórica, que está a punto de ser engullido por el embalse de la presa. En Rojava, con su visión ecologista, quedó sorprendido por la falta de árboles y la diversidad biológica en agricultura; por ejemplo, en el cantón de Cizire hay un monocultivo de trigo. Formado como ingeniero hidráulico, quedó paralizado por la crisis hídrica: “todos los ríos estaban secos -incluso en mayo- o bien muy contaminados”.

En Rojava, Ayboga estudió la estructura de consejos y comunas que se habían puesto en marcha por las organizaciones dirigentes de la revolución: el MGRK (Consejo del Pueblo de Kurdistán Oeste), el Movimiento por una Sociedad Democrática (TEV-DEM), y el PYD (Partido de Unión Democrática). Poco antes de la liberación en 2012, declara, instituyeron un sistema de democracia radical que combina consejos y democracia radical. “En la base están las comunas, que se organizan en las calles residenciales de las ciudades y pueblos. El nivel inferior está representado en el nivel superior mediante su coordinación. En cada nivel hay nueve comisiones que cubren toda la vida, como defensa, mujeres, sociedad civil, diplomacia/política, economía, educación y salud. Este sistema ha empoderado a cientos de miles de personas de manera muy efectiva; la gente ha comenzado a autogobernarse y tomar decisiones sobre sus vidas”.

Según las fuerzas kurdas van liberando numerosos pueblos de las manos del ISIS, este sistema de autoadministración democrática se va extendiendo cada vez más en el norte de Siria. “Los activistas del TEV-DEM van a los pueblos y ciudades y se describen a sí mismos y lo que han hecho en los últimos pocos años”, informa Ayboga. “Proponen que la gente se auto-organice en comunas. Tenemos docenas de nuevas comunas, muy pronto cientos de ellas, con una población principalmente árabe”. Estaba enormemente impresionado por la voluntad de muchos activistas políticos, incluyendo jóvenes y mujeres, que esperan que su lucha tenga éxito, supere todos los retos y construya una nueva sociedad.

El tercer miembro del grupo, Michael Knapp, es un veterano de la izquierda alemana de los ‘90. Se describe a sí mismo no tanto como un activista solidario, sino como parte del movimiento por la democracia radical. Se interesó mucho por la “economía social” de Rojava, basada en el entendimiento de que la política democrática precisa para existir de un control democrático sobre la economía. En contraste con el neoliberalismo y con el socialismo estatal en el que el Estado administra la economía, la economía social de Rojava administra la producción mediante la autoadministración: las comisiones económicas informan a las comunas y consejos a todos los niveles.

La revolución exige que las nuevas empresas se deben organizar como cooperativas estructuradas. “Existen cooperativas en todos los sectores de la sociedad, incluso en el sector del refinado (del petróleo)”, dice Knapp. “La mayoría de las empresas que visitamos eran pequeñas, entre cinco y diez personas, que producían tejidos, productos agrícolas y tiendas de comestibles. Pero algunas eran mayores, como una cooperativa cerca de Amude que garantiza la subsistencia de más de 2.000 familias”. Bajo el régimen, el norte de Siria no estaba industrializado; por el contrario, se mantenía como fuente de materias primas y productos de alimentación. No obstante, la economía social está planificando futuras alternativas de industrialización construidas sobre los principios del comunalismo y la ecología.

No obstante, este proceso no ha sido posible aún a causa de la guerra. Además, Rojava se encuentra bajo un embargo económico, impuesto por la hostil Turquía en el norte, la KRG dependiente de Turquía al este y el mortífero ISIS y otros grupos salafistas y yihadistas al sur.

Aun así, Rojava sobrevive, dice Flach, en parte porque la gente no tiene más alternativa que luchar y en parte por sus organizaciones y su base ideológica. Rojava necesita apoyo internacional, especialmente de doctores, comadronas e ingenieros dispuestos a trasladarse allí. La ayuda financiera es también crucial, como lo es el apoyo político. Pero lo más importante, dice Flach, es que los simpatizantes aprendan del modelo de Rojava y se organicen en sus propios países. “Guerra e industrialismo, y los desastres sociales y ecológicos conectados a ellos, están destruyendo los fundamentos de la vida”, declara. “Es urgentemente necesario organizar y construir una alternativa al patriarcado capitalista. La supervivencia de la especie humana depende de ello”.

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Janet Biehl es escritora, editora y traductora. Fue revisora de los textos de Murray Bookchin durante las dos últimas décadas de su vida profesional. Su más reciente trabajo es “Ecología o Catástrofe: La vida de Murray Bookchin” (2015, Oxford University Press).

Michael Knapp es un historiador de la democracia radical, cofundador de la Campaña TATORT Kurdistán y miembro de NavDem Berlin. Su investigación se centra en la cuestión kurda y la construcción de alternativas a la modernidad capitalista y le ha llevado a Oriente Medio, donde ha estudiado la lucha de liberación kurda y el PKK.

Anja Flach es etnóloga y miembro del consejo de mujeres de Rojbin en Hamburgo. Pasó dos años en la guerrilla de las mujeres kurdas y ha publicado previamente libros sobre sus experiencias.

Ercan Ayboga es ingeniero medioambiental y activista. Antes vivía en Alemania, donde cofundó la Campaña TATORT Kurdistán, y actualmente vive en Kurdistán Norte y está comprometido políticamente con el Movimiento Ecológico de Mesopotamia, particularmente en las luchas por los recursos hídricos.

FUENTE: Pluto Press/Traducido por Rojava Azadî