Rojava: “Si no fuera por las mujeres esta revolución no existiría”

Imagen: Guillem Valle / El Salto Diario

Conversamos con Arîn Hêlîn, internacionalista procedente de Castilla, miembro de la academia de Jineolojî de Rojava, en el norte y este de Siria, y participante de la campaña #WomenDefendRojava impulsada por Kongra Star, la organización paraguas del movimiento de mujeres en el territorio. Esta campaña trata de impulsar y organizar el papel de las mujeres en la defensa de la Revolución de Rojava alrededor del mundo, con una perspectiva muy clara: no sólo se busca que las mujeres se levanten para defender Rojava, sino que se levanten contra el patriarcado.

-Haciendo un poco de retrospectiva, porque llevas aquí mucho tiempo, ¿qué es lo que te trajo a Rojava?

-Después de estar un tiempo en el Estado español trabajando en apoyo a la revolución de Rojava y a la causa del Movimiento de Liberación del Kurdistán, y de haber hecho varios viajes a Bakur (el Kurdistán del norte, bajo el Estado turco), decidí venir a Rojava con la intención de ver con mis propios ojos cómo se estaba desarrollando esta revolución, tratar de profundizar en el sentir, en la filosofía del movimiento de liberación y al mismo tiempo conocer a la sociedad y el desarrollo de la revolución desde un lado más práctico.

-Entonces ya estabas envuelta en el movimiento de liberación desde antes de venir a Rojava ¿Por qué?

-En 2015 yo estaba bastante agotada de las dinámicas contraproducentes, sobre todo del movimiento anit-autoritario o anarquista en el Estado español, y de repente se hizo famosa la Revolución de Rojava por la guerra contra el Estado Islámico en la ciudad de Kobane. Empecé a investigar un poco más el movimiento de liberación kurdo y empecé a implicarme, a conocer a personas interesadas en el mismo tema, y rápidamente me moví a Bakur a conocer a los refugiados de Kobane. Ver la ilusión, la esperanza, la motivación y la resistencia que tenían por recuperar Kobane frente a ISIS, a pesar de la guerra y la dureza de la situación en la ciudad de Suruç, me dio mucha fuerza para continuar con los trabajos de solidaridad y apoyo al movimiento kurdo cuando volví al Estado español.

-¿Qué has estado haciendo en Rojava?

-Estuve primero en la Comuna Internacionalista, trabajando con la sociedad. Cuando estalló la guerra en Afrin, tuve la suerte de poder estar allí participando en el centro de información para la resistencia, para dar visibilidad a la invasión turca en el cantón. Fue un trabajo muy duro porque fue una guerra muy cruenta y la resistencia fue histórica, pero como mi especialidad son los medios de comunicación, creo que hicimos una gran labor. Cuando se estabilizó la situación, ya que la guerra y la violencia en Afrin nunca se han detenido, comencé a participar en la Academia de Jineolojî, lo que más tarde se convertiría en el instituto Andrea Wolf. Hicimos educaciones, investigaciones, estuvimos escribiendo un libro sobre el movimiento de las mujeres kurdas, su historia, su filosofía… Más tarde, cuando volvía a haber un cierto riesgo de que hubiera otra ocupación del territorio de Rojava, empecé a participar en el movimiento de mujeres de Kongra Star para levantar la campaña de #WomenDefendRojava, y así organizar la solidaridad de las mujeres con la revolución de Rojava.

-¿Cómo funciona el movimiento de mujeres, tanto en su base ideológica como en la práctica?

-Lo primero es que creo que el área de la mujer ha sido lo que más se ha desarrollado en todos estos años en la Revolución de Rojava. El movimiento de mujeres, e individualmente mujeres de todo tipo, son la vanguardia de esta revolución. Esta revolución, si no fuera por las mujeres, no existiría. Y te hablo de casos particulares como del movimiento entero, como puede ser Kongra Star, o las casas de mujeres de Mala Jin, o la academia de Jineolojî. Y te hablo de mujeres de todas la etnias (he conocido mujeres árabes, siríacas, kurdas, yazidíes), que han dado grandísimos pasos para que realmente haya un desarrollo de las mujeres en esta región del mundo.

Respecto a cómo funciona, el movimiento tiene una estructura general, donde trabajan hombres y mujeres juntos, y luego tiene una estructura paralela donde sólo participan mujeres. Esto es muy importante, porque una de las cuestiones teóricas dentro de la filosofía de Abdullah Öcalan es que las mujeres necesitan tener espacios propios para poder desarrollarse, para poder acompañarse, para poder empoderarse entre ellas. Esto no quiere decir dejar de lado todo el trabajo que tenga que ver con el resto de géneros, pero sí que hacen falta espacios propios donde las mujeres puedan desarrollar según sus perspectivas, según sus líneas, según sus necesidades.

Entonces hay de todo: dentro de las comunas debería haber un comité de mujeres donde se reúnen para debatir y discutir sus problemas y buscar soluciones conjuntas, existe Kongra Star como organización paraguas del movimiento de mujeres con los diferentes comités que la conforman (el de justicia, el de sociedad, el de economía), donde se promueven crear cooperativas para que las mujeres tengan independencia económica, o donde impulsan una serie de asambleas judiciales donde las mujeres tratan por ejemplo casos concretos de violencia de género… Son estructuras o asambleas donde las mujeres deciden sobre todos estos temas que atañen directamente a la mujer.

Tanto en el territorio de mayoría kurda como en el de mayoría árabe, las mujeres, tanto en el área de las mujeres como en el área general, son las que impulsan los trabajos, las que llevan las iniciativas a cabo, las que ponen energía y entusiasmo, y las que además están convencidas de que no van a tolerar un retroceso al sistema anterior. Todo lo que han ganado estos años es para ellas completamente un cambio de vida, ya que antes una mujer no podía divorciarse, no tenía la custodia de sus hijos, no tenía derecho a heredar o heredaba la mitad que sus hermanos varones, o no podían salir de su casa a trabajar… Las mujeres no están dispuestas a volver atrás, y esto es lo que hace tan poderoso el sistema de estructura mixta y no mixta que se ha creado en Rojava.

-Desde Europa y todo Occidente, tenemos una mirada concreta, cargada de prejuicios, sobre la mujer en Oriente Medio. ¿A ti te ha cambiado esa mirada?

-Para cualquier europea estar aquí siempre es un relativo choque por cuestiones como el velo, la manera que tienen de expresarse, sus propias concepciones o culturas… Pero después de estar aquí un tiempo largo, esas cosas se normalizan y ya te da igual si una mujer lleva un velo o no, porque lo que tienen dentro de la cabeza resulta que es muchísimo más importante. Yo he conocido mujeres que llevan velo y que tienen una ideología o una filosofía política muchísimo más radical que la mía, o una gran valentía para exponerse y para luchar, como mujeres que después de vivir bajo ISIS han sobrevivido y han decidido montar un movimiento de mujeres en Raqqa. A veces, desde nuestra cómoda postura occidental, ni tan solo les preguntamos a estas mujeres qué es lo que quieren, por qué se ponen un velo o no, qué les supone la religión en su vida… Cuando tratamos de buscar las respuestas sin preguntar a las personas implicadas directamente resulta un poco paradójico.

-¿Qué te ha aportado a ti como mujer tu experiencia en Rojava?

-Como mujer específicamente lo que más me ha aportado es una nueva visión o sentimiento de respeto y valoración al resto de mujeres. El hecho de trabajar en un movimiento no mixto, convivir 24 horas con el resto de compañeras, con toda la filosofía del movimiento de liberación de las mujeres kurdas, la filosofía de Abdullah Öcalan y de las mártires que han dado la vida por esta lucha, me ha aportado más amor a mi propio género, me ha hecho sentir más amor, respeto y dar mucho más valor al resto de compañeras, y entender que el patriarcado trata de dividir a las mujeres, porque así somos más vulnerables y no podemos defendernos.

-Muchos colectivos y militantes empezamos a ver desde la batalla de Kobane un referente en la lucha de las mujeres del Kurdistán. Hemos hablado de las mujeres como vanguardia o de las estructuras autónomas de mujeres, por ejemplo, pero ¿qué otras cosas nos puede aportar el movimiento de liberación de las mujeres al movimiento feminista en el Estado español?

-Para mi hay dos cosas muy básicas en que el movimiento de mujeres son un gran ejemplo. La primera es la autoorganización. No es posible llevar una lucha a largo plazo, una lucha que realmente sea radical y que busque cambios reales en la sociedad si no nos autoorganizamos formalmente. Sin esta organización no podremos dar pasos tanto para la liberación de la mujer como para la liberación del resto de géneros oprimidos y, de esta manera, a su vez, una liberación total para toda la sociedad.

-¿Qué quieres decir con organizarnos “formalmente”?

-Va muy combinado con lo segundo que quería decir. Cuando una persona tiene una organización para la que trabaja y, al mismo tiempo, con la que se compromete y asume una serie de responsabilidades, es posible dar pasos tanto tácticos como estratégicos a medio y largo plazo. Esto es una de las bases para buscar cambios que afecten a la vida de las personas. Uno de los grandes problemas que tenemos en Europa es la informalidad que viene dada por el individualismo, en que hoy estoy aquí con este colectivo, trabajo un tiempo aquí, pero luego por ciertas circunstancias individuales o por problemas que no se saben resolver, los colectivos se parten y se tiene que volver a empezar desde el principio. Se dan por este motivo problemas como los saltos generacionales o no conocer nuestra historia. No se pueden lograr avances o planes a largo plazo porque la mayoría de las personas no quieren tener compromisos a largo plazo: hoy estoy aquí y mañana me marcho a Cuba, o a México o a la India, porque mi individualidad me lo permite.

El nivel de compromiso que tienen aquí estas mujeres es el que hace que realmente una revolución, en mejor o peor medida, haya sido y continúe siendo posible ocho años después. Sin ese nivel de compromiso, sin ese nivel de organización, esto no sería posible. Es para mí una de las cosas que en la sociedad occidental tenemos que mirar: qué nivel de compromiso tenemos y a qué nivel de organización podemos llegar.

-Otro tema que hablábamos era la unidad de las mujeres, cómo valorarnos más entre nosotras, por ejemplo. Nos encontramos que en nuestro territorio hay una infinidad de corrientes y matices que dividen la lucha en mil colectivos. ¿Cómo construyen aquí la unidad de las mujeres?

-En mi opinión se construye la unidad a través del respeto. Un respeto mutuo por las individualidades, por los colectivos y por las diferencias. Claramente, una mujer árabe casada de 50 años no es lo mismo que una mujer siríaca de 20, por ejemplo, pero coinciden en ciertas cosas: viven bajo un mismo Estado, en un mismo territorio, tienen una serie de objetivos comunes de liberación de género, y también de liberación de la tierra en contra de la opresión, pero aun así respetan sus diferencias. En base al respeto a las diferencias y al respeto por la autonomía, porque tanto la mujer siríaca como la árabe como la kurda tienen sus organizaciones, pero se juntan todas ellas, por ejemplo, en la asamblea de mujeres del Norte y Este de Siria. Y esa asamblea, recogiendo todas las diferencias, recogiendo todas las necesidades, recogiendo todos los proyectos que necesitan los diferentes colectivos que existen, logran desarrollar una política común donde se respeta la autonomía y las diferencias de cada una de ellas.

Creo que esto también tiene mucho que ver con dónde enfocamos los problemas. Cuando tu problema es que un invasor como Turquía va a venir y va a asesinarte, te va a violar o te va a raptar, ciertos otros problemas pueden pasar más desapercibidos, sean problemas de diferencias ideológicas, étnicas, culturales o religiosas. Hay una serie de problemas comunes y esos son vistos como problemas de todas. Y no estoy diciendo que necesitemos ese tipo de problemas para organizarnos colectivamente o coordinadamente dentro de un territorio como el Estado español. Estoy diciendo que cuando seamos capaces de evaluar cuáles son los problemas que todas sufrimos, así como entender y respetar cuáles son los problemas que sufren ciertos colectivos de mujeres o de otros géneros en concreto, en los territorios en los que convivimos, seremos capaces de lograr ciertos acuerdos y objetivos comunes para luchar contra esos problemas. Siempre respetando las diversidades que existen.

-Me venía a la cabeza que las diferencias en Rojava son entre grupos étnicos o religiosos, pero en nuestro territorio, aunque también existan grupos de colectivos específicos como por ejemplo Gitanas Feministas, a menudo entre los colectivos autónomos de mujeres se trata más de diferencias ideológicas o de dónde ponemos el foco de la lucha que no porque los perfiles de mujeres sean muy diferentes. ¿Es por la diferencia cultural o por diferencias en la manera como planteamos nuestra militancia y organización?

-Creo que hay una gran diferencia histórica. Nosotras no podemos compararnos con las mujeres de Oriente Medio a nivel histórico, a nivel cultural, a nivel religioso o a otros niveles. No tiene sentido tratar de transportar una cosa que existe directamente a otra parte del mundo, porque no va a funcionar. Hay ciertas bases que pueden servirnos como modelos, reajustándolos a los lugares de donde provenimos, pero nunca puedes hacer un copia y pega.

Lo que sí que considero que deberíamos preguntarnos es si todas esas diferencias lo son o no, y de dónde vienen. Yo creo que lo que ocurre particularmente y profundamente en Europa con la mujer es la pérdida total de la historia. Ahora se está recuperando la historia de la mujer con muchos libros, investigaciones… pero necesitamos mirar la historia con un objetivo que vaya más allá de “estos fueron los hechos y hemos llegado hasta aquí”, sino que a partir de estos hechos veamos de qué manera nos ha influenciado para que ahora estemos en este punto. Ver de qué manera nos afecta a nuestra personalidad como mujeres europeas, porque con una revisión de la historia desde el punto de vista de la mujer y analizando mucho más profundamente cuál es la historia común que hemos vivido vamos a ser más capaces de dar pasos a objetivos y necesidades comunes.

-Otro de los temas que generan mucha división y debate es el tema del sujeto. Aquí vemos una reivindicación clara del sujeto “mujeres”, tanto en el movimiento de mujeres como en la campaña internacional #WomenDefendRojava, por ejemplo. ¿Cómo lo podemos analizar desde la perspectiva feminista en el Estado?

-Esta es una de las grandes preguntas, y es a lo que me refería antes. No podemos traducirlo porque hay unas grandes diferencias, y con esto no quiero decir que en Oriente Medio no existan los transexuales, la homosexualidad, las personas no binarias… Sino que tal y como conciben aquí los géneros, cuál es su cultura, su tradición y su historia, la reivindicación del sujeto mujer es una cuestión muy importante, igual que creo que lo es para todo el planeta. Porque hay una realidad y es que hay muchas personas en este planeta que se identifican con el sujeto “mujer”, que están oprimidas, y que acumulan una serie de características comunes que hacen que tengan una lucha común. Y no es una cuestión de no visibilizar otras identidades de género, que son oprimidas por el mismo sistema que ha oprimido a la mujer, y han de ser respetadas. Lo importante al final es cómo respetando nuestras diferencias podemos generar alianzas para luchar contra un patriarcado que nos tiene a todas violentadas.

-Delante de esa violencia, uno de los aspectos centrales de la liberación del Kurdistán, y uno de los más famosos, es la cuestión de la autodefensa. ¿Se entiende de la misma manera que en el Estado español, dónde cada vez más toma más fuerza este concepto?

-En general, todo el mundo occidental ve a las mujeres kurdas con el kalashnikov en la mano luchando contra el Daesh, y es cierto que la defensa física o militar es una parte muy importante, sobre todo en una región donde la guerra está siempre presente. Pero la autodefensa no se reduce a eso, sino que es un concepto holístico que supone defenderte de todas las amenazas, de todas las violencias que se practican contra nuestros cuerpos, contra nuestras mentes y contra nuestras vidas desde todas las áreas. La autoeducación, por ejemplo, es una de las más importantes áreas de la autodefensa, para poder tomar tus propias decisiones. O también proteger el medioambiente, porque tenemos que defender aquello que nos está permitiendo la vida.

La teoría de la rosa dice que la autodefensa es como una rosa: mantiene su belleza, da alegría al mundo, pero al mismo tiempo tiene espinas con las que defenderse para no ser cortada. Todos los seres vivos tienen mecanismos de autodefensa mientras que los seres humanos la hemos dejado en manos de grupos externos como puede ser la policía, el ejército, un marido, unos padres… Cuando nosotras no somos capaces de autodefendernos a nivel individual y colectivo -que quiere decir proteger el lugar donde vivimos, protegernos a nosotras mismas físicamente, nuestra capacidad de pensamiento, de decisión, tener una capacidad económica para sostenernos tanto individual como colectivamente…–, estamos perdiendo una de las facultades que son propias de cualquier ser que está vivo. Y esto es lo que resulta absurdo.

-Respecto al papel de los hombres en la liberación de la mujer en Rojava, ¿cuál es y cómo se aplica en la práctica?

-Las mujeres no necesitan a los hombres para liberarse, las mujeres se liberan a sí mismas, y lo importante es que las mujeres se liberen a sí mismas para poder también liberar a la sociedad. El papel que tienen que jugar los hombres –no en la liberación de las mujeres sino en su propia liberación y en la liberación de la sociedad-, es reconstruirse a sí mismos. Si ellos mismos no son capaces de entender que también están oprimidos por este sistema patriarcal, y rechazar los privilegios que este sistema patriarcal les da porque suponen violencias para otras personas, la liberación completa de la sociedad no es posible. Las mujeres y otros géneros podemos apoyar, pero si ellos mismos no quieren va a ser una lucha entre enemigos más que entre compañeros.

A nivel práctico resulta muy complejo, requiere todavía de mucho tiempo. Por ejemplo, en Rojava siempre que se dan educaciones se da Jineolojî, dónde se habla de la historia de la mujer, del patriarcado… para que los hombres se hagan preguntas tanto sobre las mujeres como sobre sí mismos que a menudo ni siquiera se habían planteado antes.

-Has mencionado varias veces Jineolojî, ¿podrías explicarnos qué es?

-Es una propuesta que nace de Abdullah Öcalan y que es desarrollada por el movimiento de las mujeres kurdas, pero se trata de una propuesta para todas las mujeres del mundo. Básicamente, lo que plantea es una ciencia de la mujer y de la vida, es decir, revisar las ciencias y conocimientos que han sido desarrollados hasta ahora y mirarlos desde el punto de vista de la mujer. Por ejemplo, ver desde qué punto de vista se ha escrito la historia y reinterpretarla y reescribirla como mujeres. Y así con todas las áreas de la vida: la sociología, la etimología, la epistemología, la economía… Es un proyecto muy amplio que las mujeres del Movimiento de Liberación del Kurdistán ponen sobre la mesa y es una invitación al resto de mujeres del mundo a que participen de redefinir esos conocimientos de manera que nos lleven a la libertad, a una sociedad que utilice los conocimientos en favor de la sociedad y no en favor del poder.

-Para acabar, ¿alguna historia de alguna mujer o alguna experiencia que te haya marcado respecto a la lucha de las mujeres en Rojava?

-Vamos a poner dos ejemplos. El primero es de una internacionalista: yo pasé un tiempo relativamente largo con Şehîd Hêlîn Qeraçox, Anna Campbell, y para mí, aparte de ser una gran compañera y una gran amiga, fue un gran ejemplo de vanguardia de mujer revolucionaria, que creo que es indispensable. La manera que tenía de acercarse a las personas, el interés por conocer, su mente completamente abierta a comprender y a replantearse todos los dogmas, conocimientos o teorías que ella tenía antes, con los que ella había venido en su mochila desde Europa… Sus ganas de combatir, su respeto por la diversidad, su felicidad, el cuidado que hacía de las compañeras, prestándoles atención… Şehîd Hêlîn es el ejemplo de que no solamente las mujeres kurdas pueden ser vanguardia, sino que cualquier mujer que esté realmente decidida a luchar por la liberación de las mujeres y de toda la Humanidad, da igual si es en su tierra o en otra, es una vanguardia para el movimiento de mujeres en el mundo.

El otro caso es el de una mujer madre de dos hijos şehîd (mártires), sus dos hijos mayores. Uno es Agîrî, que cayó en Raqqa, y el otro Saxin, que cayó en Afrin. Esta mujer está activa en la comuna de su barrio, ayudando a los refugiados que han venido de Serêkaniyê, va a todos los entierros que hay, a todas las manifestaciones… Ella es kurda, su marido es árabe, y puedes ver un poco la nación democrática y el impulso del movimiento de mujeres dentro de la casa. Y sobre todo, puedes ver esa energía de la que hablan tanto el movimiento de liberación de las mujeres: tiene una energía muy especial, capaz de sobrellevarlo todo, de sentir empatía, de poner energía, de dar valor a todas las personas que tiene a su alrededor. Ella siempre cuenta que tiene una conexión especial con sus hijos que han caído mártires, y que cuando su primer hijo cayó, ella lo sintió. Sabía antes de que vinieran a darle la noticia que su hijo había caído mártir y que se encontraba en el lugar donde ponen los cuerpos. Decía: “Eran las 10 de la mañana y de repente tuve mucho frío. A partir de unas horas vinieron a buscarme y me dijeron que exactamente a esa hora habían puesto a mi hijo en la cámara frigorífica”. Y de alguna manera cuando lo necesita, sus hijos vienen a verla. Siempre dice: “Vosotras quizás como europeas estas cosas no os las creáis, diréis que estamos un poco locas, pero esto es una realidad para mí”. Las mujeres kurdas, y árabes yo creo, tienen una conexión muy fuerte con sus hijos, con la naturaleza. Esta energía que puede parecer muy mística, muy inexplicable, es una realidad muy fuerte que hace tener una conexión muy diferente con todo el entorno en el que viven y con las personas que quieren. Es una de las cosas que yo nunca jamás voy a olvidar y que me hace pensar dónde ha quedado dentro de nuestra naturaleza como personas esa conexión con las personas a las que amamos, con la naturaleza que nos rodea, dónde ha quedado toda esa energía que ya no somos capaces de sentir de esa manera. Y para mí es una de las cosas más impresionantes y esta mujer es increíble, ¡tienes que conocerla!

FUENTE: Buen Camino / El Salto Diario / Edición: Kurdistán América Latina