Rojava: recuperando conocimientos robados por el patriarcado

Después de ver los trabajos médicos en el frente en nuestra última entrevista, continuamos con la cuestión médica desde la perspectiva de la autonomía de las mujeres, cristalizada en Jinwar, el pueblo solo para mujeres en el norte y el este de Siria. Ampliamos en formato escrito la entrevista realizada por la organización juvenil Arran a la compañera internacionalista que ha estado desarrollando el centro de salud, en el cual ejerce de médica. Nos habla sobre la situación actual de la guerra y la pandemia, sobre la perspectiva de la salud y cómo esto conecta con la liberación de las mujeres y su autonomía.

-A grandes rasgos, ¿cómo se encara la situación de la pandemia del Covid-19 en el norte y el este de Siria?

-La pandemia hasta el momento no está afectando a nivel médico a la Federación Democrática del Norte y Este de Siria (FDNES), pero sí a los estados circundantes. En la FDNES solo se han dado dos casos aislados hace algo más de una semana. A pesar de ello, hace un mes y medio la Administración Autónoma de este territorio instauró todas las medidas preventivas, cerró fronteras, instauró el toque de queda y puso en marcha una campaña de educación y concienciación acerca de las medidas físicas necesarias para prevenir el coronavirus.

Hasta aquí el relato es el mismo que el de muchos otros territorios del mundo, la diferencia respecto a los estados es que aquí la administración toma estas medidas en favor del pueblo, es decir, con el objetivo de proteger a su sociedad y sin objetivo de lucrarse económicamente o aumentar su poder sobre la población. Junto a la aplicación de las medidas, se intenta tener en cuenta, dentro de lo posible, las necesidades de la sociedad, por ello se han creado comités que trabajan en dar solución a las dificultades que surgen en estos momentos en relación a necesidades básicas, aunque obviamente se trata de un momento complejo y hay dificultades a las que no se está pudiendo dar aún solución. Por ejemplo, se está repartiendo comida a la población con menos recursos, o ante el aumento de la violencia machista en los hogares se ha decidido que las organizaciones de mujeres puedan seguir reuniéndose para poder dar respuesta, porque las mujeres organizadas somos menos vulnerables a este tipo de violencia.

El análisis que se hace aquí de la pandemia es que es consecuencia directa de la explotación de la naturaleza llevada a cabo por el sistema capitalista en el que vivimos, y por la mentalidad derivada de este, generando formas de vida incompatibles con la existencia, por lo que se hace más obvia que nunca la necesidad de construir una sociedad basada en la democracia, la ecología y la liberación de la mujer, que son los pilares de esta revolución.

Está muy presente también la idea de que se está usando el coronavirus para llevar a cabo una guerra psicológica, y frente a ello se considera muy importante que el pánico no se extienda entre la población; se cuida el tratamiento de la información en los medios de comunicación y a través de estos medios se difunden reflexiones que hagan entender a la población la situación. En estos momentos, los medios de comunicación son más que nunca una herramienta pedagógica. También se anima a la población a defender a su sociedad ante este ataque, al igual que están acostumbrados a hacer frente a otros ataques. El llamamiento a la aplicación de las medidas preventivas no se hace en pro del beneficio personal, sino del de la sociedad. En esta línea, han surgido también iniciativas populares como la fabricación de ventiladores mecánicos home-made por un grupo de ingenieros, o diferentes cooperativas de mujeres que han cambiado su actividad productiva habitual por la fabricación y difusión gratuita de uniformes para personal sanitario y mascarillas, vislumbrándose así también una economía que sirve a las necesidades del pueblo.

Pero en este territorio el ataque del coronavirus no es el único al que hacer frente. Nos encontramos en un territorio en conflicto bélico constante, y así sigue siendo a pesar de que el mundo se haya paralizado por la pandemia. Los ataques del Estado fascista turco y sus mercenarios yihadistas no solo no han cesado, sino que han aumentado su frecuencia en diferentes zonas, con artillería pesada, secuestros o con cortes de agua y electricidad. Además, tanto el Estado turco como el sirio están utilizando el coronavirus como arma biológica, intentando enviar enfermos a este territorio para difundir el virus y debilitar la sociedad. A la vez, no debemos de olvidar que el embargo continúa y que la OMS (Organización Mundial de la Salud) se ha negado a proporcionar ningún tipo de ayuda a esta administración autónoma, ya que con su ayuda reconocería la existencia de un territorio organizado al margen del Estado.

-¿El trabajo específico que estás desarrollando en qué consiste?

-Estoy viviendo en Jinwar, el pueblo de las mujeres. Aquí, mujeres y niños y niñas vivimos de forma comunal, uniendo nuestras fuerzas para construir un espacio libre de opresión donde autogestionar las diferentes esferas de la vida (alimentación, salud, educación…), siguiendo los principios de democracia, ecología y liberación de la mujer. El pueblo se inauguró en 2018. Ya desde sus inicios, una de las partes del proyecto era construir una clínica para mujeres y criaturas. Soy médica y hace cuatro meses me mudé a este pueblo para ayudar con la apertura de la clínica. Celebramos su inauguración el 4 de marzo, en el contexto de una semana de acciones por el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y prestamos servicio tanto a Jinwar como a unos 25 pueblos de los alrededores. El nombre de la clínica es Şîfajin, que significa “cura para mujeres”. En ella se mezcla medicina convencional y natural, fabricando nuestras propias medicinas, se llevan a cabo educaciones en temas de salud e investigaciones en los alrededores para recuperar y plasmar los remedios naturales de la zona.

Ha sido muy significativo haber logrado abrir la clínica justo antes del toque de queda. En estos momentos, en que la salud se vuelve el tema central, el hospital de la ciudad más cercana está cerrado y la violencia machista en los hogares ha aumentado; nuestro papel en hacer pedagogía, prestar atención médica y dar apoyo a las mujeres y niños y niñas de la zona se vuelve especialmente importante.

-¿Cómo se plantea en el marco de la revolución la cuestión de la salud?

-Dentro del sistema sanitario público hay dos estructuras, la militar y la civil, y dos tipos de hospitales: los “hospitales del pueblo”, que son para todo el mundo, y los hospitales militares, que son solo para las Fuerzas de Defensa del Pueblo. Estos hospitales se encuentran en las principales ciudades. Paralelamente, siguen existiendo clínicas privadas y también hospitales del régimen en dos de las ciudades.

El objetivo es construir un sistema sanitario democrático y que sea gratuito. La gratuidad está prácticamente instaurada, solo en algunos hospitales civiles hay que pagar aún una parte de algunas intervenciones quirúrgicas, y también algunas de las medicinas necesarias para el tratamiento en casa que deben ser compradas en las farmacias. En relación a la participación de la población, aún queda mucho trabajo por hacer. La idea es que haya comités de salud en todos los niveles organizativos de la sociedad, desde las comunas de los barrios y pueblos hasta los niveles superiores, donde tratar las necesidades existentes en relación a este ámbito de la vida y trabajar para cambiar la perspectiva de la salud.

La percepción de salud hegemónica bajo la que vivimos es aquella que sirve al sistema capitalista y que junto con el método científico han sido herramientas indispensables para su fundación, y lo siguen siendo para su perpetuación. Los sistemas sanitarios y la perspectiva de salud actuales obedecen a los intereses del mercado y en detrimento de la naturaleza; generan sujetos alienados de sus cuerpos y mentes, con el único objetivo de que sean fuerza de producción, dependientes totalmente del Estado para el cuidado de su salud y que viven esta como un objeto más de consumo. Todo esto es un factor indispensable para el desarrollo de la pandemia mundial que en la actualidad vivimos.

La perspectiva de salud que se pretende instaurar con la revolución es lo que llaman “salud natural”. Este concepto no está solo ligado al hecho de trabajar con tratamientos naturales y autogestionados, sino que es la perspectiva que pretende arraigar en la sociedad los valores, la conciencia y el conocimiento necesarios para construir una sociedad democrática, ecológica y basada en la liberación de la mujer. No se rechazan los progresos alcanzados por la industria química y tecnológica, siempre y cuando estén al servicio de las necesidades de la población y respeten la naturaleza.

La salud es el espejo de la sociedad en la que vivimos y de nuestra relación con ella; por lo tanto, solo una sociedad libre de opresión será una sociedad sana.

-Teniendo en cuenta que el proyecto se desarrolla en Jinwar, ¿qué vinculo se plantea entre la gestión popular de la salud y la autonomía de las mujeres?

-Como he comentado un poco antes, el objetivo de esta revolución es una sociedad democrática, ecológica y basada en la liberación de la mujer. La gestión de la salud ha de servir a estos objetivos, y por lo tanto de forma inherente ha de fomentar la autonomía de las mujeres. Dos elementos claves para avanzar en esta línea son la Academia de Salud y proyectos como Şîfajin, la clínica de Jinwar. En la Academia de Salud decenas de estudiantes, mayoritariamente mujeres, están preparándose para ser médicos, siendo formados y formadas durante cuatro años en la ciencia médica, pero también en la perspectiva de salud natural y por tanto en las ideas y valores de una sociedad democrática, ecológica y de mujeres libres. En un contexto en que prácticamente no hay mujeres médicas, este es un hecho muy relevante. La atención médica que las nuevas generaciones darán, contribuirá de forma muy importante al cambio.

Nos encontramos en la revolución de las mujeres, donde uno de los preceptos básicos es que las mujeres deben de ser la vanguardia de la revolución. La opresión de los hombres sobre las mujeres, y con ella la instauración del patriarcado hace unos 5.000 años, ha sido imprescindible para el nacimiento del Estado y de los diversos sistemas de dominación. Ha sido a través de la mentalidad masculina dominante que se han construido las diferentes estructuras sociales, que han sistematizado la opresión. Por lo tanto, no pueden ser los hombres y la mentalidad masculina hegemónica, bajo la que son construidos debido al patriarcado, la que lidere el cambio, ya que ha sido esta mentalidad la que nos ha traído hasta aquí.

Para comprender la importancia del rol revolucionario de la mujer en el ámbito de la salud, debemos además remontarnos a las raíces de la perspectiva corrupta de salud bajo la que vivimos, que se encuentran en la caza de brujas perpetuada entre los siglos XV y XVIII por la iglesia y el Estado en Europa, y extendida más tarde por medio del colonialismo.

Miles de mujeres fueron asesinadas, muchas de ellas relacionadas con la medicina. Se les expropiaron sus conocimientos y se les expulsó de la práctica médica, convirtiéndose esta en una profesión solo para hombres. Al mismo tiempo, nacía el método científico y la ciencia moderna, patriarcal de raíz y desarrollada a costa de la experimentación mediante métodos terribles sobre los cuerpos de las mujeres. Todo ello, junto con muchos otros cambios impuestos a nivel social, constituyó la base para el desarrollo del capitalismo y también para la perspectiva de salud que le sirve aún hoy en día. Debido a todo esto, un movimiento de mujeres que lidere la revolución en el ámbito de la salud es imprescindible, al igual que también lo es reescribir la historia desde la perspectiva de las mujeres y crear una ciencia desarrollada entorno a nosotras, la Jineolojî.

El hecho de que Şîfajin se haya abierto en Jinwar es muy significativo. Jinwar aspira a ser el ejemplo, liderado por mujeres, de la sociedad democrática, ecológica y de mujeres libres por la que luchamos.

-¿Qué aprendizajes estáis extrayendo del desarrollo del proyecto?

-Como era esperado, muchas de las dolencias que traen a las mujeres a Şîfajin están relacionadas con el rol que ejercen en sus casas, las tareas que realizan, la situación de opresión que viven.

Valoran el tipo de atención que damos, libre de violencia y con una clara intención de cuidar de su salud y hacerlas partícipes de ello, más allá del tratamiento concreto que les proporcionemos.

Vemos que la perspectiva capitalista de la salud que busca soluciones inmediatas, basadas en fármacos y que perpetua la alienación en relación a los procesos que suceden en nuestros cuerpos y mentes, está muy arraigada en las mujeres; pero a la vez, también estamos observando que sobrevive en ellas cierta inquietud por los remedios naturales y el deseo de formarse y adquirir conocimientos en torno al tema de la salud.

Tres de las mujeres que trabajan en la clínica son muy jóvenes y este es su primer trabajo fuera de casa, aprenden mientras trabajamos juntas y construimos el proyecto. Es mágico ver su transformación en tan poco tiempo, motivadas y felices lideran ya algunos trabajos de Şîfajin. El grupo se consolida día a día, y todas aportamos al aprendizaje a las otras y al desarrollo del proyecto.

Tras la apertura, diversas mujeres de los alrededores y sus familias han mostrado interés por formarse en la clínica. Ante estas peticiones, hemos decidido abrir el proyecto a que mujeres que quieran aprender puedan pasar un periodo de seis meses con nosotras, aprendiendo sobre la práctica cotidiana y mediante educaciones y discusiones. Así se abre una puerta más a la autonomía de las mujeres y al cambio de perspectiva en la salud.

Por último, en este corto tiempo que llevamos trabajando también hemos experimentando que Şîfajin puede tener un papel muy importante en fortalecer la unión entre las mujeres y generar conciencia, entorno a la opresión de género que vivimos. Mujeres kurdas, árabes e internacionales, nos encontramos en el espacio-tiempo generado por Şîfajin para el cuidado de mujeres y criaturas, en pleno corazón del pueblo de las mujeres; compartimos experiencias y conocimientos, discutimos y a la vez experimentamos juntas por unos momentos la atmósfera y las sensaciones que se dan en un espacio no regido por la mentalidad masculina dominante.

-¿Cómo está la situación actual en Rojava después de la invasión del pasado octubre? ¿Cómo ha afectado a la revolución y cómo esta se sigue desarrollando?

-Para abarcar este tema debemos remontarnos a antes de la última invasión. Éste es un territorio en constante ataque. De hecho, la revolución de Rojava nace de una de las grietas abiertas en tiempo de guerra, y se construye aún hoy en día en contexto de guerra. Un hecho muy importante es que el desarrollo de la revolución no se congela con los ataques sino que ante cada dificultad busca el otro camino, la oportunidad que ese momento ofrece. Por ejemplo, durante la ocupación de Serêkaniyê y Girê Spî, con la impresionante resistencia llevada a cabo, pero también con el papel jugado a nivel diplomático en ese momento, se ha logrado que la revolución del norte y este de Siria y las ideas que la vertebran, se hayan difundido aún más a nivel mundial y que la existencia de este territorio autónomo sea cada vez más reconocida y legitimada a pesar de no ser un Estado.

Desde la invasión de Afrin en 2018, nos encontramos ante una nueva fase en la que el Estado turco, además de querer acabar con el pueblo kurdo, tiene el objetivo de reinstaurar el Imperio Otomano. Cinco tipos de guerra se están combatiendo de forma permanente en este territorio: la guerra militar, la psicológica, la económica, el ataque sobre las mujeres y sus estructuras de organización y el cambio demográfico.

Se alternan periodos de guerra caliente, caracterizados por ataques militares de gran envergadura, con el objetivo de ocupar de forma directa nuevas partes del territorio con periodos de guerra fría. Los periodos de guerra caliente corresponden a las ocupaciones de Afrîn, Serêkaniyê o Girê Spî, y han sido un duro golpe a nivel económico por la importancia de estos lugares a nivel industrial y en el cultivo, especialmente de olivos y trigo. En los periodos de guerra fría como el actual, el Estado turco, sus mercenarios yihadistas y sus aliados internacionales, continúan llevando a cabo ataques militares de menor intensidad y los otros tipos de guerra, aunque siempre presentes, cobran especial importancia: el embargo, ataques a estaciones eléctricas, cortes de agua, quema de campos de cultivo, propaganda para extender la ideología fascista, intentos de difusión del coronavirus, cambio demográfico en los territorios ocupados, amenazas constantes de una nueva invasión, etc. En todo momento, las mujeres son blanco directo y a la vez son las que más sufren las consecuencias de los diferentes ataques por su rol en la sociedad.

Para que la revolución se siga desarrollando en este escenario es necesario dar respuesta de forma ininterrumpida a los diferentes tipos de ataques con preparaciones a nivel militar, educaciones a la población, reapertura lo más rápida posible de colegios, academias y facultades, fortalecimiento de los medios de producción locales (producción comunal o familiar, cooperativas…), y mantenimiento de su actividad independientemente de la situación a nivel bélico, fortalecimiento de las estructuras de mujeres y sus trabajos y cohesión de la sociedad.

Pero, sobre todo, para dotar y mantener con fuerza estos trabajos, lo importante es que el deseo por una vida libre y comunal sea tan intenso que no contemplemos otro camino que el de luchar por construirla, que lo que nos mueva sea el amor, y que dotemos juntas de significado cada momento vivido. Entonces la revolución no morirá.

FUENTE: Buen Camino / El Salto Diario / Edición: Kurdistán América Latina