Rojava: Horizonte

Desde un tejado de la ciudad de Qamişlo se escuchan los pitidos de los coches comunicando su prisa. El polvo expande el color naranja del sol, pintándole el camino a la noche. Y en cada casa de mi alrededor las madres y sus hijas, cual hormigas, se encargan de que la vida siga, mientras sus hermanas se dejan la sangre en los frentes de batalla. Puedo ver la frontera con Bakur, el Kurdistán del Norte, bajo la opresión incesante de Turquía, quién colocó ese muro allí. Otro muro más de la vergüenza.

Aún se siente el miedo que inundó los meses pasados, cuando miles de personas huían sin destino, y otras miles convencidas se quedaban hasta el final, dispuestas a defender su casa, su tierra, su historia, su legado. Los ataques sorpresa mantenían a la gente en alerta y la guerra comenzaba en las calles de cada cuidad, tomaba las mentes, se veía en las caravanas de gente que partía a defender frentes como el de Serekaniye, ahora tomada por el ejército turco tras unos diez días de resistencia hasta la muerte.

Durante esos días, la gente, sin armas siquiera, se encaminaba a corazón abierto a defender la cuidad de Serekaniye, una ciudad que parte a la Rojava libre en dos, una ciudad cuna de la civilización, fuente de vida. Su nombre significa fuente principal (la cabeza de las fuentes) por sus abundantes aguas subterráneas. Aunque estás fueron destruidas por el Estado turco.

Y en medio de todo esto, la gente te pregunta: ¿la familia?, ¿los amigos?, ¿tu tierra?, ¿cómo estás tú? Y estas preguntas se hacen difíciles de responder porque, de alguna manera, tú, más que nunca, te has convertido en más que tú. Tú eres todas estas mujeres, tú eres la lucha, tú eres la guerra dentro de ti misma, eres la tierra que pisas, eres nuestras ideas, nuestros sueños, eres una herida abierta, la herida de todas, eres su llanto, eres también el pasado, eres tus pisadas y tus sueños, que comenzaron mucho antes de llegar aquí, eres la continuación histórica de las resistencias que nos trajeron hasta esta revolución. Eres parte de una energía inigualable que es difícil plasmar únicamente con el idioma escrito, sin el recurso del abrazo, de la mirada, de las acciones del día a día que demuestran un amor que sientes real, que no conlleva sufrimiento, sino liberación.

Aquí se labra una guerra en todos los frentes. Dentro de ti, en esa realidad escondida que tenemos cada persona, se hace más intensa, porque depende enteramente de ti y tus decisiones, de tu fuerza de voluntad, de tu amor propio y por los demás, de tu coraje. Y eso solo puede alcanzarse junto a las otras, con la ayuda de los ojos que te conocen, de los oídos que te escuchan llorar y gritar, de las manos que te sanan. Esa es la libertad que sientes buscar, ser capaz de ganar esa guerra y entender que es la misma que labramos todas las personas. Así que lo que está fuera tiene que salir, que expandirse. Aquí no hay donde escapar, todo se sabe, todo se intuye, todo se construye.

Todo lo que te ocurre fuera tiene el filtro de estos ojos, de este corazón, que son las reacciones que presiden los actos. La guerra de mentalidades. Por eso se muere y por eso se vive.

FUENTE: Celine de la Filia / Buen Camino / El Salto Diario