Mientras Estambul celebra, los observadores de Erdogan aguantan la respiración

La aplastante victoria de la oposición en la polémica repetición de las elecciones municipales de Estambul del domingo pasado ha reavivado las esperanzas de que la democracia de Turquía, que parecía estar en momentos agónicos, pero aún tiene algo por qué luchar.

Ekrem Imamoglu, ex alcalde del Partido Popular Republicano (CHP) de Beylikduzu, una fea expansión urbana en las afueras de Estambul, derrotó a su rival gobernante del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), Binali Yildirim, por la friolera de 800.000 votos, en comparación con los miserables 13.000 votos de la primera vuelta. El resultado es ampliamente visto como el mayor revés al que se enfrenta el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, quien presionó a las autoridades electorales para que invalidaran los resultados del 31 de marzo en Estambul con la esperanza de ganar esta vez.

Los diplomáticos occidentales entonaron cínicamente que Erdogan lo haría, engañando sobre su camino hacia la victoria si fuera necesario. Pero pocos contaban con el apocalipsis que les esperaba. Engañar no era aparentemente una opción: los baluartes del AKP como Fatih y Uskudar, donde Erdogan mantiene su residencia privada, cayeron ante la oposición, una señal contundente de que su magnificado sentido del privilegio, unido a una campaña mal gestionada y polarizada, había salido a relucir de forma espectacular. Sin embargo, el aumento de la inflación y el desempleo están entre los mayores males del AKP.

Los últimos esfuerzos para atraer a los kurdos fracasaron. Los kurdos inclinaron el resultado a favor de Imamoglu en números aún mayores que los que tenía en marzo. El hecho de que su papel haya resultado tan central es uno de los acontecimientos más esperanzadores de los últimos meses. Si el CHP mantiene su nueva postura liberal, puede alimentar un sentimiento de mayor participación y pertenencia entre los 16 millones de kurdos que se calcula que viven en Estambul, en mayor número que en cualquier otra ciudad del mundo.

FUENTE: Amberin Zaman / Al Monitor / Rojava Azadi Madrid