Madre de Çiçek Kobane: “Nuestra hija está detenida en condiciones inhumanas en una prisión turca”.

Durante la ofensiva lanzada el 9 de octubre de 2019 en el norte de Siria por parte del Estado turco, los grupos yihadistas, bajo la bandera del Ejército Nacional Sirio (SNA por sus siglas en inglés), invadieron las regiones de Serekaniye y Tel Abyad (Gire Spi).

La ciudad de Serekaniye, que fue liberada por las unidades de las YPG/YPJ de las manos de Jabhat Al Nusra en 2013, ha sido ocupada y se encuentra ahora bajo control del Estado turco y el llamado SNA.

El periodista local Diyar Ahmed afirma que: “(Las facciones del SNA) no tienen una estructura bien organizada. Hay 20 grupos armados en la ciudad, y luchan unos contra otros. El único sistema que existe aquí ha sido impuesto por Turquía”.

El impacto humano de la guerra ha sido enorme: 250.000 personas han sido desplazadas de sus casas, decenas de barrios e infraestructuras básicas han sido destruidas por fuego de artillería y ataques aéreos, sumado a la irreparable pérdida de vidas humanas.

El 17 de octubre, se firmó y anunció el “acuerdo de alto al fuego” tras las negociaciones entre los Estados Unidos y Turquía. Cinco días más tarde se anunció otro acuerdo, esta vez entre Turquía y Rusia, y la llamada “zona de seguridad” se puso bajo su control.

En ningún momento han parado los ataques turcos en el norte y el este de Siria. Constantemente se cometen crímenes y atrocidades contra la población.

De manera diaria, se bombardean pueblos y se queman miles de hectáreas de campos. Numerosos civiles han sido heridos y asesinados, incluyendo a muchos niños entre ellos. En esta región bajo ocupación, se han saqueado las casas de los habitantes, y las mujeres son secuestradas, violadas y asesinadas.

El Estado turco y sus aliados yihadistas, a través de estas prácticas inhumanas de limpieza étnica, están forzando un cambio demográfico en la región y están allanando el camino a todo tipo de grupos terroristas en el área.

Çiçek Kobane se encontraba en Rojava, su tierra natal, cuando los turcos invadieron y ocuparon Gire Spi. Fue herida y capturada el 21 de noviembre por uno de los grupos yihadistas aliados de Turquía y enviada a una prisión turca.

Este hecho es una nueva muestra de la conexión directa que existe entre el Estado turco y los grupos yihadistas. Los yihadistas grabaron un vídeo de ella siendo capturada y lo enviaron directamente a su familia y lo difundieron por las redes sociales.

Hemos realizado una entrevista a su madre, quien después de siete años viviendo en Turquía, ha vuelto al norte y el este de Siria.

-¿Qué nos puedes explicar de la situación actual de tu hija y cómo acabó en una prisión turca?

-Al principio, durante cuatro días no tuvimos ninguna información de ella y cuando desapareció, pensamos que había sido asesinada. Después de esos cuatro días enviaron un vídeo al teléfono de mi marido donde salía ella siendo capturada. Inmediatamente informamos a todo el mundo que conocíamos en Rojava y empezamos a buscarla.

En ese momento nosotros vivíamos en Turquía; de todos modos, pudimos encontrar un abogado kurdo e ir a una institución del gobierno con su fotografía. Estábamos asustados de que fuésemos arrestados también, pero queríamos saber dónde estaba y confirmar que estaba viva.

Hay una opresión constante hacia la población kurda y sus derechos por parte del Estado turco. Los kurdos son el cuarto grupo étnico más grande del Medio Oriente y una de las minorías más perseguidas de nuestro tiempo. En ningún otro lugar el futuro de la población kurda está más amenazado como en Turquía, donde los kurdos son un cuarto de la población.

Después de algunos días en el hospital y en una prisión de Urfa, Çiçek fue llevada a la prisión de Hilwan sin ningún tipo de cuidado médico y aún con metal en su pierna.

-¿Cómo se encuentra Çiçek a nivel de salud y psicológicamente, por lo que has podido hablar con ella?

-Su pierna se encuentra realmente en mal estado. No se puede mover bien, andar, o cambiarse de ropa. Ella está realmente preocupada por su salud. Hemos estado luchando para que recibiera tratamiento para su pierna seis meses, pero aún no la ha recibido. Ahora mismo no puede ser autónoma y esto está afectando su estado de ánimo. Su máxima prioridad es el tratamiento de su pierna.

En el tiempo del coronavirus, muchos prisioneros fueron liberados pero tanto ella como otras presas políticas no. Ella, como persona herida, tendría que haber sido puesta en libertad.

Todas las visitas fueron suspendidas y no se tomaron medidas preventivas contra el virus, ni siquera controles médicos.

Turquía también implementó diferentes medidas para luchar contra el COVID-19 en las prisiones del país, incluida una ley de amnistía especial muy discutida que permitió la liberación de unos 90.000 condenados.

Según los informes de organizaciones de derechos humanos y de seguimiento de las cárceles, las condiciones de las personas presas empeoraron con la pandemia¹.

Las autoridades turcas no siguen los principios y las recomendaciones específicas de la Organización Mundial de la Salud, el Centro de Prevención de la Tortura, o los comisionados de derechos humanos de las Naciones Unidas y el Consejo de Europa. Las vidas de los presos corren un riesgo muy elevado.

-¿Con qué frecuencia podéis visitar a Çiçek? Qué trato ha recibido vuestra familia?

-La pudimos visitar una vez al mes y hablar con ella por teléfono una vez a la semana durante diez minutos. Hemos vivido con la presión constante de la policía turca, que han venido a nuestra casa todos los meses. Hemos recibido amenazas y hemos sido humillados. Mi marido y dos de mis hijos fueron arrestados y torturados. Incluso le rompieron los dedos a mi marido.

Nuestro abogado también fue arrestado y recibió el mismo trato.

A causa de esta constante presión y trato degradante, hace tres meses decidimos marcharnos de Turquía y venir a Rojava, de donde somos originalmente. Desde entonces no hemos visto a nuestra hija.

El gobierno turco no ha parado sus políticas contra los kurdos ni siquiera bajo las condiciones de una pandemia global. Al contrario, el gobierno está usando la pandemia como una oportunidad para reprimir aún más las instituciones democráticas kurdas, especialmente las municipalidades.

-¿Quieres enviar algún mensaje a la población internacional?

-Las organizaciones que defienden los derechos humanos no pueden quedarse en silencio, porque Turquía está violando el derecho internacional. Cicek no fue arrestada en Turquía. Fue herida y secuestrada en su país. Fue secuestrada delante de la mirada del resto del mundo por mercenarios yihadistas y entregada a Turquía. Esto hace evidente que Turquía coopera con los grupos yihadistas y los apoya.

El juicio de nuestra hija está programado para el 28 de julio de 2020. Queremos que las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos estén al corriente de su situación e intervengan para ayudarla a volver con su familia.

Nota:

¹https://hdp.org.tr/en/conditions-are-worsening-in-turkey-s-prisons-with-respect-to-the-covid-19-pandemic/14290

FUENTE: Women Defend Rojava