Los deberes de los compañeros de armas

Como pueblo kurdo en Siria (Rojava) hemos sufrido injusticias y persecución por parte de la autoridad chovinista baazista durante décadas. Nuestra identidad nacional como pueblo independiente ha sido negada. Hemos sido expulsados de nuestras aldeas y reemplazados por árabes. Cientos de miles de nosotros hemos sido despojados de la nacionalidad siria y nos hemos convertido en extranjeros en nuestros propios hogares y aldeas. Nuestra lengua kurda fue prohibida y también lo fueron nuestras canciones, cultura y vestimenta kurdas. Hemos sido castigados, encarcelados y asesinados por las razones más simples. Se nos impusieron la identidad, la lengua y la cultura árabes. Cualquiera que se opusiera era amenazado, encarcelado u obligado a huir de su país al exilio.

No nos libramos de las políticas chovinistas y represivas del Baaz hasta que fuimos objeto de repetidos ataques por parte de docenas de facciones islamistas afiliadas al llamado Ejército Sirio Libre, así como de facciones yihadistas y terroristas, desde Ahrar al-Sham hasta el Frente Al-Nusra, pasando por ISIS y otros grupos extremistas.

Estos grupos fueron impulsados por países extranjeros y su chovinismo, racismo y fanatismo religioso. A veces se acusaba a los kurdos de ser separatistas, ateos, apóstatas, agentes de Occidente, y a veces enemigos de la revolución y aliados del Baaz.

Algunas de las facciones que dicen ser revolucionarias -el Ejército Sirio Libre, los que buscan la libertad y luchar contra el régimen de Assad- dejaron a Assad y a su régimen en el camino. En lugar de dirigirse a la capital para derrocar al régimen y lograr la victoria en su revolución, abandonaron sus frentes y cruzaron por territorio turco para luchar contra los kurdos en Serê Kaniyê (Ras al-Ayn) en 2012 y 2013.

Los terroristas cometieron masacres en las ciudades kurdas de Tel Aran y Tel Hasel, en el campo al este de Alepo, y expulsaron a los kurdos, volaron sus casas y saquearon sus propiedades en Girê Spî (Tal Abyad) en 2013.

Asediaron los barrios kurdos de Sheikh Maqsoud, Ashrafieh y las residencias juveniles en el centro de Alepo durante tres años, y emplearon tácticas de desplazamiento forzado y bombardeo indiscriminado con cañones Hellfire y gas de cloro; expulsaron a los kurdos de Raqqa en 2013; y atacaron las ciudades kurdas de Rumeilan, Qamişlo/Qamishli, Hasakah, Tal Tamer y Derik (Al-Malikiyah).

Pero no nos quedamos callados. Formamos unidades militares para defender nuestras regiones, y forjamos alianzas con otros pueblos de la región -árabes, sirios, armenios y otros- y, de alguna manera, protegimos nuestra región común a la sombra de la destrucción y el fuego que envolvía al resto de Siria.

Hemos demostrado un gran arrojo y coraje en la lucha contra los grupos religiosos extremistas y las facciones terroristas, especialmente Al Qaeda y el Estado islámico. Hemos probado nuestras capacidades militares y hemos logrado resistirlos, rescatando a miles de yazidíes en Sinjar, en el Kurdistán iraquí, de las masacres de ISIS, y frustrando a los terroristas en Kobane.

La valentía de nuestros combatientes, nuestra mentalidad libre y abierta, nuestra sólida organización y nuestra disciplina militar han despertado la atención del mundo y han impulsado a muchas personalidades, organizaciones y gobiernos a ponerse en contacto con nosotros, lo que ha dado lugar a la cooperación entre nosotros y la Coalición Internacional, que nos proporcionó primero apoyo aéreo y luego asesoramiento y apoyo militar sobre el terreno.

Juntos, como socios, logramos infligir golpes dolorosos contra las organizaciones terroristas más peligrosas y brutales del mundo, y frustrar las esperanzas que algunas entidades y países de la región tenían en el pasado para esta organización.

En nuestra guerra de siete años contra organizaciones terroristas y facciones militantes, hemos sacrificado a más de ocho mil mártires, entre ellos kurdos, árabes, siriacos, y otros.

Ocho mil mártires para proteger nuestras regiones y el mundo y librar a la humanidad del azote que representa el terrorismo mundial.

Ocho mil mártires para que todos los pueblos de la región puedan vivir en paz, seguridad y tranquilidad.

Ocho mil mártires para que la gente pueda escuchar de nuevo los sonidos de las campanas de las iglesias y el rezo de oraciones en los monasterios y mezquitas sin temor; para que los kurdos y los siriacos aprendan sus lenguas maternas, su cultura y su historia, que desde hace mucho tiempo han sido prohibidas y ocultadas.

Ocho mil mártires para ayudar a las ciudades de Europa y América a vivir en paz, libres del temor de que los terroristas vuelen un autobús o se abalancen contra los festejos en un calle, o disparen indiscriminadamente contra los pasajeros del metro; con el fin de que no se repitan los incidentes de Niza, el atentado contra el Charlie Hebdo, las masacres de París, de Manchester, del metro de Maelbeek, del aeropuerto de Bruselas, de los ataques del 11 de septiembre o las bombas de Boston.

Luchamos y nos sacrificamos en nombre del mundo y tuvimos éxito en lo que los ejércitos, los estados y los gobiernos no lograron hacer.

Hoy, después de todo el sufrimiento y las tragedias de nuestro pueblo y de los demás pueblos de la región, después de haber librado una guerra brutal durante siete años, y después de haber perdido a miles de mártires, heridos y desplazados, nos hemos ganado el derecho a nuestra libertad y a ser respetados por las organizaciones internacionales, los grandes países y las potencias mundiales.

Respetad nuestras elecciones y dadnos el regalo de la gratitud por lo que hemos hecho por el mundo entero.

Es responsabilidad del mundo pagar al pueblo kurdo y al resto de los pueblos de la región.

Las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Coalición Internacional y los Estados Unidos de América están llamados hoy a respetar los sacrificios del pueblo kurdo y de las fuerzas militares que lucharon contra el terrorismo y salvaron al mundo.

Somos amigos, aliados y socios activos de la Coalición Internacional que luchó y sigue luchando contra el terrorismo global de ISIS, y somos compañeros de armas de todos aquéllos que lucharon contra ISIS.

Hay valores y principios morales compartidos entre compañeros de armas que luchan en la misma trinchera. No es ético ni lógico que un camarada te abandone en medio de la batalla y exponga tu espalda al enemigo. Más bien, esto se espera de un enemigo, de aquéllos que te quieren masacrar a la primera oportunidad.

Los verdaderos compañeros de armas no abandonan la trinchera durante la batalla. No se retiran antes de asegurar la victoria final sobre el enemigo y la preservación de todos los logros alcanzados sobre el terreno. No es inteligente ni sabio entregar todos estos logros en bandeja de oro a países y entidades que practican el terrorismo, apoyan a organizaciones extremistas y tratan de destruir u ocupar la región, como hizo Turquía en Afrin y otras zonas.

Es bien sabido que ISIS aún no ha sido derrotado. No es sólo un grupo armado militante, sino más bien el producto de una ideología, doctrina y creencias, y puede difundirse o suprimirse en el momento oportuno.

El terrorismo no se limita a ISIS. Docenas de organizaciones y facciones extremistas procedentes de Al Qaeda y otros grupos siguen activas en la región. Los kurdos siguen en peligro, al igual que los demás pueblos de la región, especialmente los cristianos y los yazidíes.

Incluso si superamos el peligro del ISIS, la presencia de grupos extremistas religiosos en la invasión planeada de Turquía constituye una amenaza existencial para los armenios, siriacos y yazidíes, que se enfrentan a la amenaza del genocidio y la limpieza étnica, sobre todo ahora que se han refugiado en el norte de Siria junto con algunos kurdos que huyeron de las masacres anteriores.

El plan iraní y las milicias extremistas chiitas también representan una amenaza para los árabes sunitas, para los kurdos en general y para la paz regional y mundial.

Estas personas merecen libertad, merecen vivir con dignidad, merecen practicar sus culturas y vivir sus vidas. Merecen reconocimiento y protección internacional.

Merecen no ser abandonados una vez más a merced de monstruos y animales que muestran sus dientes, reuniendo a las bandas dispersas de terroristas en las afueras de su ciudad que se preparan para vengarse y eliminarlos.

De lo contrario, no quedará ninguna fuerza en Oriente Medio preparada para enfrentarse a cualquiera nueva organización terrorista que pueda resurgir del desierto o de las salas de inteligencia dentro de unos años.

Hoy esperamos que nuestros compañeros de armas sean leales y fieles a todos nuestros sacrificios y a los éxitos históricos que hemos logrado juntos. Es deber de los compañeros de armas no renunciar a sus amigos y no darles la espalda, sino a garantizarles libertad y protección a ellos, a sus familias y a su tierra bajo el reconocimiento internacional formal. Sólo entonces los compañeros de armas habrán demostrado su lealtad, sinceridad y justicia.

FUENTE: Polat Can (alto dirigente de las Fuerzas Democráticas Sirias que sirvió como comandante durante la campaña en Deir Ezzor. Fue miembro fundador de las Unidades de Protección del Pueblo y representante de las YPG en la Coalición Global contra ISIS) / The Defense Post / Traducido por Rojava Azadi Madrid