Las mujeres kurdas frente al patriarcado y al capitalismo

El movimiento kurdo entiende que para que cualquier revolución exitosa tenga lugar, un espíritu revolucionario debe tener una comprensión integral de la liberación de la mujer. Las mujeres, a su vez, no pueden ser liberadas a menos que estén libres de los sistemas capitalistas del mundo. Si las mujeres han de ser libres, esto solo se puede concretar con la existencia de una democracia sin Estado, ya que es el Estado el que defiende la opresión de clase y el patriarcado.

El sistema en Rojava es hoy un vivo ejemplo del intento de superar el patriarcado, el capitalismo y el Estado. El capitalismo es el opresor clave de todos; la liberación de las mujeres de la opresión de clase es clave para una sociedad libre. La clase capitalista siempre ha utilizado una política de “divide y reinarás”, particularmente por motivos de género. El capitalismo invade todos los aspectos de nuestras vidas, nuestras condiciones sociales, instala una jerarquía y mantiene la hegemonía de la clase dominante sobre la sociedad humana. En última instancia, el capitalismo a menudo deja a las mujeres con la opción de simplemente aceptar el sistema sexista y patriarcal que las confronta.

La existencia del patriarcado precedió a la del capitalismo. Pero el patriarcado se transformó cualitativamente con la acumulación de capital en todo el mundo. Para prevalecer, el capitalismo ha tenido que recurrir a la opresión patriarcal para garantizar, a menudo, que los hombres vayan a trabajar mientras que las mujeres lo hacen en la casa. También ha invadido la esfera cultural, convirtiendo los cuerpos de las mujeres en mercancías para comprar y vender. Es importante, por lo tanto, comprender que la opresión de las mujeres bajo el capitalismo no es solo una forma de opresión de clase sino una de las más brutales. Luego está la opresión cultural de las mujeres en el clima actual de capitalismo, que se expresa de muchas maneras, a través del uso del lenguaje, los estereotipos, la religión y la cultura global. Por ejemplo, el uso de palabras como “Hoe”, “Bitch”, “Slut” son todas formas de opresión verbal. Los estereotipos siguen ejemplos de qué aspecto tiene una “feminista”, o qué aspecto tienen las “lesbianas”, o qué importancia debería tener una madre ideal, etc. La religión también es otro factor clave en la opresión de las mujeres: históricamente, la interpretación de las religiones ha llevado a la opresión sistemática de las mujeres, comenzando con el hecho de que la costilla de Adán fue, para la religión cristiana, de donde nació Eva. Con el capitalismo, el poder de las (no únicamente) religiones abrahámicas organizadas por los estados y las instituciones religiosas que se extienden por el mundo, demuestra una síntesis del capitalismo con la religión para elevar las interpretaciones más opresivas en oposición a las visiones más liberadoras de la comunión religiosa, que mantienen premisas de igualdad de género.

El sistema capitalista hoy intenta dar a las mujeres la falsa impresión de la igualdad de género. Intenta convencer a las mujeres de que deben romper el “techo de cristal” y no abolir el sistema en sí. En la medida en que una minoría de mujeres ocupa altos cargos en empresas, reciben un salario decente, son políticas y gobiernan las finanzas del Estado, se nos dice que el capitalismo es indiferente al sufrimiento de las mujeres o lo desafía. Pero el capitalismo solo permite que una minoría de mujeres comparta sus botines. ¿Por qué a nivel global de las 500 empresas de Fortune, solo el 4,3% de las mujeres ocupan puestos de CEO? En promedio, a las mujeres se les paga un 2,8% menos que a su contraparte masculina en todos los aspectos de la vida laboral. Además de todo esto, solo el 23% de los políticos del mundo son mujeres, y en el Reino Unido de las 650 alcaldías solo 208 de ellas son gobernadas por mujeres, es decir, el 32% después de las elecciones generales de 2017 en el Reino Unido. Por lo tanto, ser feminista es tomar conciencia de este tipo de opresión subyacente que no es explícita, darse cuenta de la falsa esperanza y el sentido de igualdad de género que el capitalismo representa para el mundo, y trabajar activamente para derribar las barreras que representan para las mujeres en todo el mundo.

Idealmente, desde mediados de la década de 1990, la única respuesta a “¿Qué es un Kurdistán libre?”, ha sido: un Kurdistán libre donde las mujeres son liberadas. Este enfoque ha sido el impulso fundamental detrás del movimiento kurdo. Al darse cuenta del discurso del capitalismo, la opresión sistemática de las mujeres a través de la división de clases, el movimiento kurdo ha alimentado el deseo de reunirse sobre la base de la igualdad de género y hacia una democracia sin Estado en Rojava. A diferencia de la opresión que las mujeres ven bajo el dominio del capitalismo en Occidente, Europa y el Medio Oriente, en Rojava las mujeres, tanto internacionales como kurdas, son el corazón de la lucha contra ISIS y sus aliados (como el Estado turco).

La democracia sin Estado ofrece a las mujeres una posición en todos los aspectos de la vida, dándoles la verdadera definición de igualdad de género. Las Academias de Mujeres, las unidades de defensa y de policía, así como el poder de veto en cualquier decisión política o no que las afecte, le permite a las mujeres tener voz y voto en todo.

Como mujeres kurdas hemos argumentado en un llamado lanzado el 8 de marzo en momentos de un “proceso histórico”. Al final de este proceso, veremos cómo el sistema patriarcal y capitalista sucumbe a su “profunda crisis estructural”. Esta crisis en su mayoría nos ofrecerá grandes oportunidades para garantizar la libertad de las mujeres y no el tipo de libertad que el capitalismo solo nos ha vendido como un sueño. Los pilares huecos del capitalismo y la democracia liberal, la falsa libertad, están llegando a un final lento. Sí, es gradual y ha llevado siglos a las mujeres de todo el mundo levantarse en su contra, pero el camino se pavimentará para una mujer libre y hacia una vida libre.

A partir de esto, creo que es importante para nosotros llegar a la conclusión de que no importa qué sensación de liberación podamos sentir viviendo en Occidente o en Europa, o en cualquier parte del mundo; estamos muy oprimidas como mujeres. Las mujeres jóvenes son objetivadas sexualmente en todas partes, el sexismo ocurre en todos los aspectos de las estructuras capitalistas. Una liberación de la sociedad solo puede llevarse a cabo cuando las mujeres sean libres. Liberados de los estereotipos, del lenguaje sexista, de la opresión cultural y religiosa; a eso nos enfrentamos todos los días.

FUENTE: Elif Gun / The Region / Traducción y edición: Kurdistán América Latina