Las luchas de las mujeres bajo la modernidad capitalista en el Kurdistán del sur

Al observar la situación en el Kurdistán iraquí (Başur Kurdistán), uno no puede dejar de preguntarse por dónde empezar con su análisis. ¿Debo comenzar por el origen de los problemas? En ese caso, mi escrito no terminaría. ¿Debería escribir sobre los resultados? Es difícil no caer en errores metodológicos, ya que no hay una sola causa para los problemas en cuestión. ¿Qué sectores de la sociedad hay que tener en cuenta? Los poderosos han construido una vida alejada de las realidades de la sociedad, por lo que todos se encuentran en un estado de victimización.

Para que podamos entender la situación sobre el terreno, es importante no dejarse engañar por el cuadro general que se dibuja particularmente en los centros de las ciudades de Başur Kurdistán. Más bien, debemos prestar atención a las cosas invisibles, las que no parecen obvias a primera vista. Consideremos los dos espacios comunes en los que se aborda oficialmente la violencia contra las mujeres. En primer lugar, los departamentos de lesiones por quemaduras de los hospitales y, en segundo lugar, las autoridades de seguridad son los principales espacios de registro de los casos de violencia contra las mujeres. Decenas de mujeres son llevadas a los hospitales debido a auto-inmolaciones y muchas de ellas pierden la vida poco después porque no se hace lo suficiente para mantenerlas con vida. Tras su muerte, las historias sobre su destino se convierten en misterios, no quedan pistas que indiquen un posible crimen y pronto la gente deja de hablar de lo ocurrido. Los cuidadores también encubren el asunto refiriéndose al «honor», de modo que pronto estos destinos individuales terminan en el reino del silencio. El tema del fuego en sí mismo requiere un análisis sociológico en sí mismo: «¿Por qué siempre es el fuego?» El segundo factor complementa al primero, ya que la policía cubre el 90% de estos incidentes. Especialmente cuando ocurren entre familias grandes o tribus o involucran a funcionarios y autoridades, las historias de las mujeres desaparecen. Una y otra vez, la policía y los encargados de la investigación afirman estar investigando los asuntos, aunque no lo estén.

Desde 1991, al menos 300 mujeres mueren cada año; las que se suicidan son en su mayoría víctimas de los llamados «asesinatos de honor», por medio de fuego y balas, o son obligadas a suicidarse. En un principio, todo el mundo dice «investigar el tema». Después todos olvidan o se les hace olvidar. Esto se repite todo el tiempo. En esta situación, las víctimas de estas historias están atadas a una herida social colectiva mayor, que hace bajar aún más la conciencia a través del silencio y el asombro sobre estas historias. Cada historia establece un silencio aún más profundo. Investigué algunos de estos casos y reuní algunas fuentes, sólo para descubrir un cuadro sombrío y trágico. Los medios de comunicación y las partes interesadas reducen este fenómeno a la «violencia». Este término, sin embargo, oscurece todos los aspectos involucrados que permitirían un análisis sociológico completo.

Siempre que se habla de «violencia», hay sin duda una dirección: la violencia masculina y la mentalidad patriarcal. Esto es cierto hasta cierto punto, pero en esta evaluación faltan otros aspectos importantes. Si todos estos incidentes de violencia fueran analizados de manera integral, podrían constituir una fuente seria y fundamental para la lucha y la autoorganización. Sin embargo, debido a que los fenómenos y sus causas fundamentales no son leídos y analizados apropiadamente, todos los temas son vistos de manera aislada, en lugar de ser considerados en relación unos con otros. De esta manera, cada historia de violencia se entiende como un incidente individual. Esto se obstaculiza aún más cuando las soluciones se limitan a las investigaciones policiales y a las instituciones estatales.

La mentalidad patriarcal es vista como una acumulación de incidentes individuales que no son considerados a la luz de su relación con las instituciones y mentalidades estatales. Lo peor es que la insatisfacción y el reflejo contra esta violencia ya no se expresan adecuadamente. En los años 90’, una mujer embarazada llamada Kajal Khidr fue amenazada de muerte tras el parto por su marido, que le cortó la nariz. En ese momento, hubo una indignación general, pero ahora, en el mejor de los casos, todo el mundo comparte una imagen de las víctimas de la violencia en los llamados medios sociales para tranquilizar su conciencia en la falsa creencia de haber contribuido a cambiar la sociedad.

Es crucial conocer la prevalencia de la violencia contra la mujer en la sociedad, para tener una idea de la situación general. No es una solución limitarse a proporcionar las cifras y estadísticas de la violencia, pero este tipo de información ayuda a ilustrar el estado de los partidos políticos, movimientos y organizaciones que forman parte de la administración. El número de «suicidios» y «autoinmolaciones», que en realidad son casos de asesinato por parte de miembros masculinos de la familia, es mayor en las grandes ciudades. Por ejemplo, el número es más alto en Hewlêr (Erbil), 45 mujeres fueron asesinadas en un año sólo en la ciudad. Asimismo, la violación es más común en Hewlêr; en el primer semestre de 2013, se han producido al menos 23 casos de violación. Las estadísticas sobre la mayoría de los casos de acoso y violación están ocultas y no se han publicado, pero han aumentado los esfuerzos de las mujeres por concienciar sobre la violencia contra las mujeres. Sólo en el primer semestre de 2018, entre las 3.470 solicitudes presentadas a las oficinas relacionadas con la violencia contra la mujer, Hewlêr, con 1.367 solicitudes, es la que tiene el mayor número. La mayoría de estas solicitudes dan lugar a soluciones temporales, tras las cuales las mujeres suelen regresar a sus hogares, sólo para ser maltratadas, silenciadas o asesinadas. En el sur del Kurdistán hay 225 centros, organizaciones y refugios para mujeres, 33 de ellos dirigidos por hombres. Dos mujeres se han suicidado en estos refugios. La mayoría de los problemas subyacentes no se exponen ni se resuelven, la violencia en la sociedad se acepta como un hecho de la vida.

En las 28 oficinas del gobierno que investigan la situación de las mujeres, sólo dos están dirigidas por mujeres. Estas organizaciones a menudo se limitan a registrar los datos que se reconocen como oficiales. Los casos no reportados son mucho más altos.

Mientras que algunas mujeres dirigen refugios para luchar realmente por la protección de las mujeres, la mayoría de los refugios fueron fundados con la mentalidad, los recursos y los proyectos bajo el control de organizaciones internacionales, que suelen estar vinculadas a los estados europeos o a los Estados Unidos. Las mujeres y los hombres que trabajan en estas organizaciones como representantes se ven a sí mismos por encima de las mujeres, a quienes perciben como víctimas. Miran los problemas desde una perspectiva de arriba hacia abajo, considerándose a sí mismos como expertos progresistas en materia de violencia, mientras que las personas en cuyo nombre trabajan son vistas como atrasadas y sin esperanza. Cuando pregunté a algunas de las personas que trabajan en este campo acerca de su definición de la violencia, me sorprendió lo distantes que estaban sus respuestas de las realidades sociales, las raíces de los problemas o cualquier perspectiva de soluciones sostenibles. Esto muestra hasta qué punto este trabajo se ha alejado de las realidades sociales.

Además, los problemas sociales no son simplemente cuestiones de mujeres, sino que conciernen mucho a la sociedad en su conjunto, socialmente, políticamente, económicamente, éticamente, etc. Como dice Abdullah Öcalan, debemos juzgar «la historia, no el momento, la sociedad, no el individuo». Los partidos políticos del Kurdistán del Sur no tienen puntos de vista democráticos que puedan operar como bases para la transformación social; asimismo, los sectores progresistas de la sociedad, los medios de comunicación o las instituciones educativas no desempeñan su papel adecuadamente. Aquellos que afirman luchar por el cambio no logran involucrar a la comunidad en nuevas búsquedas. Aunque todos afirman trabajar por el desarrollo de la sociedad, no hay ninguna práctica tangible y concreta a mano. Cuando la voluntad social se rompe tan profundamente, se hace difícil que la sociedad abandone el perpetuo estado de queja y tome medidas para la transformación y las nuevas creaciones.

Si se mira la región a través de una lente diferente, es posible reconocer una lucha entre la cultura matri-céntrica de la Alta Mesopotamia, que sigue influyendo en muchas esferas de la vida, por un lado, y la cultura dominante y estatista de la Baja Mesopotamia, en la que la sociedad quiere vivir con sus valores autónomos y democráticos, pero cree que «necesitamos un estado para lograr la libertad» por otro lado, para dar sentido a esta situación confusa y repetitiva. Atrapado entre estos dos, el Kurdistán del Sur es incapaz de recrearse a sí mismo de manera significativa, sobre todo porque su destino a menudo se pone en manos de potencias extranjeras. Fusionados entre las realidades vividas y las culturas feudales en el terreno, y los valores capitalistas con sus instituciones en el ámbito de la educación, los medios de comunicación y la economía, por otra parte, la gente no se da cuenta de la medida en que el manierismo se les impone; la forma en que caminan, comen, ríen, lloran y llevan su vida no la determinan ellos, sino que la moldean otros. El mayor problema es, por lo tanto, la alienación del yo. Uno puede ver el carácter cosmopolita de la cultura regional, local; pero la cultura kurda es vista como algo atrasado del que hay que escapar.

¿No han dejado ninguna huella los movimientos revolucionarios y el ambiente revolucionario en la región? Sin duda alguna, pero los movimientos, perspectivas y líderes revolucionarios han sido desacreditados por todo tipo de propaganda errónea, llevando paso a paso a la sociedad a asociar cosas negativas con conceptos como el socialismo, el comunismo y la política.

La cultura de los centros comerciales, el corazón del comercio y de los mercados capitalistas, que han sido establecidos por las fuerzas de ocupación para expandir sus esferas de explotación, afectan más a las mujeres. Nadie pregunta qué son, pero todos los ven como símbolos de progreso y, por lo tanto, participan en una competición de imitación. Mientras tanto, las mujeres jóvenes encuentran maneras de ocuparse através de artículos o actividades cotidianas sin sentido y vacíos, que las desinteresan de los desarrollos que las rodean. Mientras que jóvenes internacionalistas de todo el mundo se unen a la resistencia en Rojava y expresan su admiración por la revolución allí, muchos jóvenes kurdos buscan la manera de dejar atrás sus hogares.

Un ámbito que es propenso al proceso de alienación de la sociedad es la educación. En nombre del desarrollo y el progreso, se abren escuelas y universidades americanas, europeas y del sur de Asia; los estudiantes que se gradúan de estas instituciones pierden los lazos con su comunidad para convertirse en élites incompetentes, que en su mayoría trabajarán al servicio de los mercados capitalistas.

Si este es el problema, ¿cuál es la solución? Por el momento, si ni siquiera la comisión para las mujeres que fue establecida en la Asamblea Nacional de Kurdistán es considerada legítima, esto significa que la solución no será fácil. El cambio ya no tiene lugar con los métodos del pasado, porque han sido probados y no dieron los resultados deseados; el cambio genuino, la internalización de la igualdad y la lucha por la liberación no pueden ocurrir copiando los modelos de los países occidentales o con inversiones financieras -después de todo, los problemas de esta región son el resultado de una acumulación histórica y por lo tanto deben ser entendidos en su totalidad. Sin embargo, las teorías de que incluso las mujeres europeas ahora son objeto de crítica, ya que ya no ofrecen soluciones a las mismas, son impuestas por las instituciones occidentales a la sociedad de Başur Kurdistán en forma de ciertas organizaciones con el fin de imponer ciertos métodos, aparentemente para la solución de los problemas.

Detrás de este telón de fondo, las mujeres necesitan organizarse. La organización no sólo se refiere a la reunión en torno a un partido político; las mujeres deben desarrollar medios para afirmar su voluntad, para convertirse en una poderosa fuerza de cambio y transformación, y para luchar contra los peligros que amenazan a las mujeres y a sus medios de existencia.

Hay algunas mujeres que creen que pueden resolver los problemas de la mujer y de la sociedad mediante reformas. Sin embargo, como lo ha demostrado la situación después de las últimas elecciones, los partidos políticos y sus programas operan en un mundo completamente diferente al de la sociedad. La ausencia de un movimiento feminista radical hace que las reformas no tengan resultados; como resultado, debido a la naturaleza dividida de estos esfuerzos, las luchas y las energías de las mujeres se agotan, aunque las mujeres son la fuerza motriz de su propio desarrollo.

En el pasado reciente, por iniciativa de algunas mujeres, se inició una campaña con el lema «Las mujeres son la vida, no matan la vida». Este nombre suena familiar, porque el Movimiento por la Libertad de las Mujeres de Kurdistán había iniciado una amplia campaña contra el feminicidio hace un par de años bajo este lema, campaña que fue discutida en muchos lugares. Si miramos la dirección de este otro trabajo de la nueva campaña, podemos concluir varios puntos sobre su naturaleza. En primer lugar, las mujeres del Kurdistán del Sur necesitan volver a presentarse como una esperanza de cambio y fuerza de voluntad en vez de ocuparse con categorizaciones. Deben dejar de ver a las mujeres a través de la lente de la victimización y, en cambio, profundizar su comprensión de la violencia. En lugar de ver los incidentes como acontecimientos individuales, deben verlos como el resultado de sistemas establecidos con mentalidad patriarcal dentro de las instituciones estatales, la sociedad, los sistemas educativos, la familia y todas las demás esferas en las que protege su poder. Existe una necesidad urgente de cambio, que sólo puede realizarse a través de teorías, organizaciones y acciones, así como de una lucha descentralizada en la que participen no sólo las mujeres, sino también los hombres, pero que afirme la condición de la autoorganización autónoma de las mujeres para asegurar victorias transformadoras.

Entre los objetivos de la campaña se encuentran el castigo de la violencia contra las mujeres, la prevención de la amnistía para los asesinatos de mujeres, el llamamiento al gobierno para que busque soluciones, la apertura de refugios para mujeres, la crítica a las autoridades religiosas y la solicitud de financiación al gobierno. Sin embargo, su influencia es muy limitada. Esto se debe a que se centran principalmente en la consecución de reformas desde arriba y atan sus esperanzas a los que están en el poder.

Todos estos esfuerzos pueden seguir desarrollándose, pero sin una base esencial para el cambio y la lucha contra la violencia en sus raíces, sin darse cuenta de las manifestaciones históricas y momentáneas del feminicidio en relación con otras instituciones de poder, como el colonialismo, que impactan en la existencia y el estatus de las mujeres, sin la liberación de todas estas fuerzas de ocupación territorial e íntima, sin perspectivas sociológicas genuinas, la base de estos esfuerzos seguirá desapareciendo, ya que se convierten en campañas anuales contra la violencia después de que el asesinato haya tenido lugar.

Dos aspectos de esta campaña, que pueden ser investigados más a fondo para la campaña son la praxis y su influencia para cambiar activamente la mentalidad de la sociedad, así como el ámbito de la educación y los medios de comunicación. Estas dos esferas no pueden tener éxito a menos que se desarrolle una teoría revolucionaria y radical, así como una organización autónoma de las mujeres, y que se produzcan discusiones cada vez más amplias entre todos los sectores de la sociedad. En última instancia, las soluciones a los problemas sociales del Kurdistán del Sur están estrechamente relacionadas con la posibilidad de una revolución democrática.

Fuente: Komun Academy

Autora: Necîbe Qeredaxî