“La libertad no tiene frontera, hemos empezado en Rojava y vamos a seguir hasta el final”

Conocerse. Hablar. Cuidarse. Esa es la base desde la que se construye la revolución. “¿Qué clase de mujer quieres ser? ¿Qué vida quieres llevar?”, pregunta la comandante Arian a sus compañeras de las YPJ (Unidades de Defensa de las Mujeres). Muchas no saben qué contestar. Miran al suelo, a sus manos, sus rostros reflejan la inmensidad de la pregunta. Nunca se han cuestionado qué vida eligen para sí mismas, qué mujer quieren ser o en qué entorno quieren vivir. “Si no nos conocemos no podemos triunfar”, explica Rohash Shexo, representante en Europa del Kongreya Star, organización paraguas que acoge las organizaciones de mujeres del Kurdistán y que pretende extender la revolución de la emancipación de la mujer a todo Oriente Medio. “La revolución se construye sobre la experiencia”, y lo primero es conocernos y organizarnos.

Aunque Rohash intenta ponernos en la piel de pueblo kurdo, es difícil alcanzar a comprender la experiencia de estas mujeres revolucionarias y de un pueblo que ha sufrido 74 genocidios en su historia. Eriza el vello de la piel, las lágrimas brotan de los ojos, reacciones puramente físicas. Para interiorizar sus palabras hacen falta días. Semanas. Meses. “Echo de menos a mis compañeras, la lucha, la guerra. Echo de menos compartir su dolor y sus dificultades, y compartir también la alegría de la liberación. Es algo increíble sufrir y después disfrutar de la libertad”, describe la comandante Arian. Y otra vez la piel de gallina.

“Comandante Arian” es la película-documental que se proyectó en la jornada “Rojava: Revolución de Mujeres” que organizamos CNT Comarcal Sur Madrid con Rojava Azadi, y que contó con la participación de Rohash Shexo, que narró en primera persona la historia de la mujer kurda y su pueblo. Ante un salón de actos al completo, Rohash expresó sentirse “como en Rojava”, y mostró su alegría al constatar el interés que despierta su lucha y lo cerca que nos sentimos de este pueblo y su revolución. Una revolución que empezó en 1980 con la lucha de las mujeres para conquistar sus derechos y alcanzar la dignidad para su género. La tiranía que sufría la mujer se explica en un ejemplo estremecedor que narra la película. Una vecina de Arian, de 12 o 13 años, fue violada y quedó embarazada. Cuando su familia la encontró y descubrió su estado, la asesinó. Arian tuvo claro desde pequeña que quería ser guerrillera. Que no quería esa vida para ella ni para sus hermanas mujeres. Y con 30 años lideró un batallón de mujeres que luchó contra el Daesh y consiguió expulsarle de Kobane, “el corazón del Kurdistán”.

¿Por qué las revoluciones árabes no triunfaron? ¿Por qué la revolución kurda sí? “Organización”. Una idea en la que insiste Rohash. Organización de las mujeres y de la sociedad. Paralelas e independientes pero unidas y relacionadas. Cuando las ciudades árabes empezaron a levantarse a partir de 2011, “el pueblo no lo planeó, por eso el resultado fue una guerra civil”, explica Rohash. La población kurda y sus mujeres llevaban organizadas desde los años 80, y su revolución prosperó sobre la base de la liberación de la mujer.

Cuando la primavera árabe comenzó en Siria, los kurdos del norte del país aprovecharon para liberarse de décadas de opresión que habían sufrido bajo el régimen baazista y para desarrollar la llamada “tercera vía”, conocida como Confederalismo Democrático: un modelo basado en promover derechos igualitarios entre personas de diferentes etnias, religiones y géneros. La organización funciona a través de la autogestión y aproximadamente cuatro millones de personas viven bajo esta administración.

La sociedad en Rojava se organiza de abajo hacia arriba en comunas y asambleas, tal y como explicó Rohash. Las comunas son la base de la sociedad que gestiona lo que les afecta directamente, y que a su vez está encargada de elegir a los y las representantes que integran las asambleas, y así sucesivamente en los diferentes niveles organizativos. Siempre de abajo hacia arriba. Siempre mujeres y hombres.

En la evolución de la revolución kurda una fecha importante es 2005, año en que las mujeres crearon la organización paraguas Kongreya Star (a la que pertenece Rohash) para impulsar la liberación de la mujer mediante su formación y defensa, apoyándose en el Movimiento de Mujeres Kurdas, con 30 años de experiencia. Su trabajo se convirtió en los cimientos de la organización de mujeres e hizo posible la participación de la mujer en todas las estructuras políticas y sociales de Rojava. El único requisito para pertenecer a Kongreya Star es la necesidad de que la mujer esté previamente involucrada en la organización de la sociedad. “En cualquier sociedad, si la mujer no está organizada no tiene un rol”, apunta Rohash.

Para desarrollar y profundizar en la revolución, crearon los denominados Comités, 10 en total, en los que está integrada toda la sociedad y cada uno versa sobre un tema específico: político, social, economía, autodefensa, académico… En las cuestiones que afectan directamente a la mujer, son ellas quienes tienen siempre la última palabra.

La participación de la mujer en la lucha armada es vista también como un aspecto estratégico, porque “mientras no participen en todas las áreas de la lucha y las instituciones no podrán alcanzar la igualdad de género”. Las YPJ, integradas únicamente por mujeres, se crearon en 2013 para defender a la mujer de la amenaza del Daesh, “que valora más un trozo de tela que la vida de una mujer”, explica Rohash. “Las fuerzas armadas nunca han querido entrar en batalla. Nos han obligado para proteger nuestros derechos y la identidad de la mujer kurda. Estamos obligadas a luchar por la liberación de la mujer”, insiste Rohash, al tiempo que recuerda que las mujeres kurdas “han intentado siempre llevar la paz, demostrar al mundo que somos un pueblo que queremos vivir en paz”.

El trabajo de estas mujeres es además doble: contra el Daesh y contra el patriarcado. Por eso “cada casa en Rojava es una academia”, sostiene, un paso necesario “para cambiar la mentalidad del hombre”.

Hablar y escuchar a Rohash sobrecoge por la seguridad de sus palabras y la amplitud de su pensamiento. Los principios ideológicos en los que se asienta la revolución no reconocen estados ni fronteras. “Muchas personas nos preguntan por qué no queremos un Estado del Kurdistán. Nosotros decimos que para tener un Estado, una persona que nos gobierne, no lo queremos. Para eso no hubiéramos hecho tantos sacrificios”. Las fronteras, “símbolo del capitalismo”, tampoco las aceptan: “Cuando vives libre no existe el sentido de la frontera”.

“Hoy digo soy mujer kurda pero ante todo soy mujer. Y cuando digo soy mujer yo soy la voz de todas las mujeres y todas las mujeres son mi voz. Igual que con los seres humanos”, y la sala estalla en aplausos. Rohash termina: “La libertad no tiene frontera, hemos empezado Rojava y vamos a seguir hasta el final”.

FUENTE: CNT / Rojava Azadi