La estrategia de Turquía para sofocar la libertad de prensa: redadas policiales y confiscación

El primer caso se refiere a la operación policial contra Ozgurlukcu Demokrasi (Democracia Libertaria), el sucesor del ya cerrado Ozgur Gundem (Agenda Libre), una publicación emblemática para la prensa kurda en Turquía. Después de las redadas realizadas el 28 de marzo, el periódico y la imprenta fueron puestas bajo el control del Estado y todos sus empleados arrestados. El único periódico en kurdo del país, Welat, también se vio obligado a dejar de imprimir.

En segundo lugar, debemos considerar la venta de uno de los grupos de medios más influyentes en Turquía que, hasta hace poco, no seguía completamente una agenda de publicación establecida por el presidente Recep Tayyip Erdogan. Dogan Media Group fue forzado a ser vendido al grupo de medios relacionado con Erdogan, Demiroren Holding Group. Esta vez, el pequeño pez se tragó el pez grande, con un poco de ayuda del presidente.

Por supuesto, estas acciones tienen un fuerte significado simbólico. Los periódicos y las estaciones de TV del Dogan Media Group inicialmente rechazaron “al régimen islámico de un solo hombre” que Erdogan siempre ha querido construir. En muchos asuntos importantes, expresaron su oposición a Erdogan y al AKP. Pudieron hacerlo mientras dependían de los viejos gobernantes, los kemalistas, que en ese momento aún tenían influencia sobre el ejército y la burocracia.

Erdogan trató de romper esta resistencia con sanciones y amenazas fiscales. Y funcionó. Mientras ocurría esto, el grupo de medios buscaba cada vez más la reconciliación con el régimen. Los periodistas, autores y productores de televisión seleccionados fueron despedidos y el contenido se hizo gradualmente compatible con los deseos de Erdogan. Cuando se atacaron los proyectos mediáticos  izquierdistas, socialistas, kurdos y alevíes, y cuando, por ejemplo, doce canales de televisión fueron cerrados repentinamente en octubre de 2016, el grupo Dogan ni siquiera informó sobre lo ocurrido.

Sin embargo, para un líder obsesivo como Erdogan, estos gestos de apoyo no fueron suficientes, y buscó crear la disidencia en los medios del Grupo Dogan. Al final, la presión política y económica obligó al grupo a venderse.

La lucha contra cualquier voz disidente se ha convertido en un tema principal de política para las elecciones de 2019. Muchas personas han sido encarceladas debido a sus publicaciones en las redes sociales. Los periodistas que han expresado una migaja de críticas hacia Erdogan perdieron sus trabajos, fueron etiquetados como terroristas y ahora están encarcelados.

Pero, ¿cuánto tiempo puede durar esto? Neutralizar los medios de comunicación y encarcelar a las voces disidentes solo hace que el autoritarismo imperante sea más visible. Si Erdogan no tiene cuidado, podríamos comenzar a ver un resurgimiento de la desobediencia civil, al igual que en las protestas del Parque Gezi de 2013.

FUENTE: The Region / Traducción y edición: Kurdistán América Latina