La doble estrategia de Turquía contra los kurdos

El problema kurdo de Turquía es profundamente complejo e influye mucho tanto en la política interna como en la exterior.

A nivel nacional, un aspecto crítico de la cuestión kurda es la capacidad del Partido Democrático de los Pueblos Kurdos (HDP), como se demostró a principios de este año, de alinearse con otros partidos de la oposición para impulsar pérdidas electorales al gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP).  Tales pactos han permitido a los votantes kurdos verificar efectivamente el poder de Recep Tayyip Erdogan en los últimos años.

Fuera de Turquía, los kurdos han creado una autoridad política de facto en el noreste de Siria, que puede conducir sus propias relaciones internacionales con potencias como Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia.

Turquía tiene un enfoque doble para abordar el problema kurdo: debilitar a los kurdos en Siria, mientras destruye la capacidad del HDP para formar alianzas electorales.

Turquía está presionando para el establecimiento de una zona segura a lo largo de su frontera dentro de Siria. Pero dada la experiencia de la zona segura establecida en el norte de Irak después de la Guerra del Golfo, en 1991, que condujo al dominio kurdo iraquí de la región, no es fácil entender por qué Turquía querría crear una entidad similar en Siria.

Las zonas seguras pueden alterar drásticamente el status quo político, y crear nuevas realidades sobre el terreno. En un artículo publicado el año pasado, Stefano Recchia, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Cambridge, argumentó que las zonas seguras tienden a disminuir los incentivos para que los grupos protegidos se comprometan y resuelvan un conflicto. En cambio, dijo que una zona segura puede ser utilizada por estos grupos como una base desde la cual lanzar ofensivas, o “envalentonar a los grupos protegidos para buscar la secesión unilateral, lo que aumenta aún más el riesgo de la escalada del conflicto”.

El deseo de Turquía de crear una zona segura en Siria parece ser principalmente una táctica del momento: el gobierno necesita una historia de éxito, y una zona segura podría ser retratada como una victoria de la política exterior de Erdogan.

En Turquía, está claro que el objetivo final del gobierno es disolver el pacto electoral entre el principal partido opositor secular, el Partido Popular Republicano (CHP), el nacionalista opositor Iyi Party (Buen Partido) y el HDP, y de esta forma presionar a los kurdos.

En respuesta a esta táctica, Ekrem İmamoğlu, el alcalde de CHP de Estambul, el mes pasado viajó al sureste del país, principalmente kurdo, para expresar su solidaridad con los tres alcaldes de HDP destituidos por el gobierno una semana antes.

Pero aún no está claro si la política del CHP sobre los kurdos seguirá las opiniones socialdemócratas o nacionalistas del partido.

Erdogan seguirá presionando todavía más a los kurdos para dividir la coalición entre el CHP, el Iyi Party y el HDP. Un resultado terrible de esta estrategia es la demonización de los kurdos en el centro y oeste de Turquía. En estas áreas, existe una alarmante tendencia a ver a todos los kurdos como terroristas, principalmente como resultado del discurso del gobierno.

Una dinámica que podría cambiar el juego son los partidos políticos que pronto se lanzarán, liderados por las ex figuras del AKP Ahmet Davutoğlu y Ali Babacan, que podrían moderar el tono del debate sobre el tema kurdo.

Los nuevos partidos también debilitarían la capacidad de Erdogan de jugar la carta kurda contra partidos nacionalistas, como el Iyi Party o los votantes nacionalistas del CHP.

FUENTE: Gökhan Bacık /Ahval / Traducción y edición: Kurdistán América Latina