“La convivencia es posible y ha quedado demostrada en Shengal y Rojava”

Bahuz Sores responde a mis preguntas con cordialidad. Sus palabras son concretas y precisas. No vacila cuando dice lo que piensa y cuenta sobre su vida en Shengal (Sinjar), la región del norte de Irak que fue arrasada por el Estado Islámico (ISIS) hace algunos años. Bahuz Sores se llama Juan Manuel Soria, es español, tiene 50 años, está casado y seguramente extraña a sus hijos. Hace algunas semanas que hablamos y todavía no sé cómo relatar su historia. ¿Quién es realmente este ex militar que sintió, en lo profundo de su cuerpo, el horror de las masacres cometidas por ISIS y decidió viajar a Irak a combatir a los yihadistas que tuvieron el mundo en vilo? ¿Por qué este hombre con una historia polémica y controvertida es respetado por los pueblos yezidí y kurdo? ¿Cuáles son sus condiciones para haber llegado a ser comandante de las Unidades de Defensa de Shengal (Yekîneyên Berxwedana Şengalê, YBS, en kurdo) y ser respetado por los milicianos que tiene a su cargo?

Entrevistar a Bahuz es fácil, porque sus palabras son amenas y sencillas. Explicar quién es se vuelve un poco más complicado. Lo cierto es que, desde hace cuatro años y medio, se sumó a una lucha fundamental para derrotar a ISIS y defender un nuevo sistema social tanto en Shengal como en el Kurdistán sirio (Rojava): el confederalismo democrático que impulsan los y las kurdas que abrazan las ideas de Abdullah Öcalan, fundador del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK).

Pienso por qué me es tan difícil contar sobre Bahuz. O, como también algunos lo conocen, Simón de Monfort, nombre tomado de un cruzado católico que, en el siglo XIII, combatió a los cátaros por orden del Papa Inocencio III. No creo que haya demasiadas razones que analizar: todavía no logro entender del todo qué hace un representante de la derecha nacionalista española esquivando tiros y bombas en ese pedazo de desierto rodeado de montañas que es Shengal. Me gustaría sentarme a charlar con él, con un té de por medio, para hablar de esa amalgama ideológica que crece como un torbellino desde 2012, cuando los kurdos de Siria anunciaron que la revolución estaba en marcha. Pero la distancia sólo nos permite intercambiar mensajes, preguntas, respuestas, reflexiones y saludos mutuos.

Le pregunto sobre sus posiciones políticas y cómo encajan en la lucha de liberación que llevan adelante los pueblos de Kurdistán. Bahuz responde: “No hay dos personas que piensen igual, cada individuo tiene su propia ideología, síntesis de su formación, sus valores y su experiencia. El gran descubrimiento del confederalismo democrático es que rompe con dogmatismos y odios de ideologías totalitarias. El respeto a la tradición, la identidad, el hecho religioso y el alto grado moral rompe con incendiarias ideologías liberales occidentales, tanto de izquierdas como de derechas. No hay obligación de pensar como el compañero, basta con respetarlo y ser respetado. Aquí, por ejemplo, se protegen las iglesias y a los cristianos, defendiendo su derecho a subsistir, pero, en otros lugares, se les querría ver arder”.

Oriundo de Valencia, antes de llegar al Kurdistán iraquí (Bashur), Bahuz estuvo cinco años en Marruecos, donde trabajaba en una empresa de curtidos en la Zona Franca de Exportación Boukhalef, en Tánger. Al mismo tiempo, colaboró con la ayuda a inmigrantes que brindaba la Iglesia Católica. Por ese entonces, Juan Manuel Soria ya se consideraba un católico y un “patriota tradicionalista”. Como lo dijo en alguna de las entrevistas que dio en estos últimos años, se ve como “muy revolucionario en lo social, pero muy respetuoso con las tradiciones”. En nuestro diálogo, siempre remarca la importancia de participar en un proyecto social que no expulsa a los pobladores por sus pensamientos o por su fe, siendo la antítesis de la política impulsada por ISIS bajo la concepción de un islamismo ortodoxo, conservador y wahabita. Mucho antes de Marruecos, Soria integró la Compañía de Operaciones Especiales (COE) de su país.

Cuando todavía vivía en España, no estuvo exento de polémicas y críticas por sus posturas. En 2005, la Guardia Civil lo detuvo por pertenecer al grupo de derecha Panzer, nombre que esa fuerza de seguridad le daba al Frente Anti Sistema (FAS). Aunque Soria niega su participación en esa organización, fue imputado junto a otras 17 personas por asociación ilícita y tenencia de armas. Posteriormente, la Audiencia de Valencia lo absolvió tras dictar la nulidad de todas las pruebas que lo incriminaban. En 2008, fue candidato al Congreso por Valencia dentro del partido Alianza Nacional, pero no logró un escaño.

En los últimos años, a Rojava y a Shengal llegaron miles de internacionalistas, que forman un grupo heterogéneo que tiene en común algunas premisas: la lucha contra ISIS y el resto de los grupos yihadistas, la defensa de los pueblos de esas regiones y la esperanza de concretar una sociedad radicalmente democrática. Desde antifascistas europeos, pasando por marxistas-leninistas, guevaristas, anarquistas, hasta ex marines estadounidenses y simples hombres y mujeres que se conmovieron con las masacres cometidas por el Estado Islámico. Todos y todas se sumaron a las filas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ), la fuerza de autodefensa kurda que se convirtió en un bastión contra ISIS.

“Ninguna otra guerra hizo jamás tan extraños compañeros de viaje”, escribió en 2018 el periodista español Ferran Barber. Parece una buena definición para explicar qué implica la revolución de los pueblos de Kurdistán, aunque no es la única.

“No podía permanecer de brazos cruzados”

Le pregunto a Bahuz por qué decidió viajar a Kurdistán. Como siempre, responde sin vacilar: “En 2015, entendí que lo que ocurría en Irak y Siria no era una guerra normal, sino que se trataba de un genocidio contra las minorías a manos de ISIS. Como cristiano, no entendía que, en pleno siglo XXI, se matara gente por el hecho de ser cristiano, yezidí, kurdo, alauita, etc. Y viendo cómo por miles se alistaban en las filas de los yihaidistas, creí que era mi deber hacer lo que estuviera en mi mano para frenar ese genocidio. Tenía experiencia militar en una unidad de élite española y las condiciones necesarias para poder defender a los perseguidos, y pensé que no podía permanecer de brazos cruzados pudiendo hacer algo”.

A partir de entonces, comenzó a contactarse con “todo tipo de organizaciones y milicias” en Irak y Siria, y “acudí a la primera que me contestó”. En esa época, Bahuz desconocía las particularidades de cada una de las organizaciones político-militares que operaban en la región, por eso, se alistó en los Peshmerga de la Unión Patriótica de Kurdistán (UPK) -los primeros en aceptarlo-, que mantienen el control del sur de Bashur. Durante cinco meses, combatió al lado de los Peshmerga en los frentes de Hawiya y Dahouk. “Cuando se estabilizó ese frente y pararon las ofensivas de ISIS –recuerda-, estuve por tres meses en Shengal en una unidad de yezidíes (HPS), de Haider Şaşo, entrenando nuevos milicianos y participando en la defensa de la zona de ataques del Daesh”.

Luego de su paso por los Peshmerga, Bahuz se alistó en las YPG y, posteriormente, en las YBS. En esas unidades de autodefensa, participó en las operaciones de liberación de zonas de Shengal, Raqqa, Deir Ezzor y en la defensa del cantón kurdo de Afrin en 2018, cuando comenzó la invasión militar turca. Durante la liberación de la provincia siria de Deir Ezzor, donde ISIS mantuvo los últimos reductos hasta su derrota militar, “fui herido de gravedad junto a un compañero español, que murió al instante –cuenta el ex militar-. Dos metros me separaron de la muerte al explotar los terroristas un IED (explosivo improvisado) cuando asaltábamos su posición”.

“Todo el mundo sabe quién soy”

El internacionalista británico Jac Holmes, que murió en 2017 mientras limpiaba minas en la ciudad de Raqqa, dijo que Soria era la clase de soldado al que le confiaría su espalda. Antes de hablar con Bahuz, me comuniqué con Martin, otro internacionalista que se encuentra en Shengal: sólo tuvo palabras de respeto para el ex militar. Es una realidad que los principales mandos de las YBS, muchos de los cuales fueron entrenados por el PKK, reconocen la capacidad del español.

“Aquí, todo el mundo sabe quién soy”, afirma Bahuz. “Esa es la grandeza de esta gente y la ideología que esgrimen. Eres lo que haces y demuestras, no lo que los prejuicios te quieren imponer”, agrega.

Para Bahuz, “no puede haber democracia sin respeto al diferente. Lo que pasa es que muchas ideologías totalitarias y dogmáticas usan la palabra democracia sin creer en ella. Aquí, no se viene a imponer ‘tu’ revolución o tus ideas. Se viene a participar de la revolución kurda. A aprender de ellos y comprobar que la sociedad puede ser muy variada, sin obligación de ser solo roja o azul. O se viene a participar de lo que los kurdos ofrecen al mundo o los que llegan con ansia de imponer sus tesis, chocan”.

“No son pocos los ‘revolucionarios’ occidentales que han salido cabreados porque pensaban que esta era una revolución anclada en ideologías superadas y fracasadas. Los kurdos han sabido evolucionar aprendiendo de filósofos como Bookchin y otros”, remarca Bahuz.

Cuando le consulto cómo es la convivencia con otros y otras internacionalistas, el comandante de las YBS sintetiza que “es de equipo y camaradería”. “Somos hevales (camaradas), lo que significa que hemos de convivir, combatir y subsistir juntos –explica-. Siempre puede haber roces personales, pero, en los más de cuatro años que llevo en la milicia, la convivencia y el respeto superan, en la mayoría de los casos, las diferencias”.

Bahuz se remite a una práctica que las unidades de autodefensa junto al pueblo organizado en Rojava y Shengal llevan adelante: “El modelo asambleario de funcionamiento tiene medios eficaces para solventar los problemas de convivencia. El autoritarismo o la intransigencia son característicos de las personas, no de las ideas. Y esas personas chocan con el resto, independientemente de la ideología que abandere”.

“La mejor enseñanza es que hay otra vida que la que conocemos”

En Shengal, todavía se respira vida. Pero también está a flor de piel el recuerdo de ISIS, que, en 2014, secuestró al menos a 3.000 mujeres yezidíes cuando invadió la zona y masacró a cientos de pobladores. Expulsados los yihadistas, en la actualidad, las YBS defienden esas tierras de desiertos, colinas y comunidades que, a lo largo de la historia, soportaron decenas de genocidios. La agricultura y la ganadería, en su mayoría de subsistencia, son la principal fuente de trabajo e ingresos de los yezidíes de Shengal. En sus tierras, la voracidad capitalista parece lejana y difusa, como las montañas que muchas veces quedan semi-ocultas cuando el viento levanta fuertes polvaredas. Si bien el peligro de ISIS sigue latente, la preocupación en las YBS ahora es Turquía. El gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan está decidido a destruir las conquistas de los kurdos y de quienes los acompañan. El 30 de mayo pasado, Bahuz brindó una charla por la página de Facebook Apoyo Voluntarios Españoles contra DAESH, en la que explicó que las fuerzas turcas se concentran en Mosul y Tall Afar, en el norte de Irak, a pocos kilómetros de Shengal.

Pese a todo esto, Bahuz reconoce que lo más impactante que vivió en la región fue compartir “la alegría y las ganas de vivir de una población que casi lo ha perdido todo. Una fortaleza que ya quisiéramos tener en Occidente, para mirar adelante y mirar por los demás, por encima de nuestro propio ombligo”. En estos últimos años, dice el comandante de las YBS, “he conocido la singularidad y coraje del pueblo kurdo, sus ideas y su lucha. No solo para frenar al Daesh, sino también para ofrecer una alternativa real de convivencia”. Al referirse a los yezidíes, asegura que es una población “abierta y hospitalaria, además de muy agradecida con los extranjeros que dejamos todo lo que ellos anhelan por arriesgar nuestras vidas en su misma lucha”.

Bahuz coincide con otros internacionalistas cuando le pregunto sobre las enseñanzas que le dejaron la guerra y la convivencia con kurdos y yezidíes: “La mejor enseñanza es que hay otra vida que la que conocemos en Europa. Hay una vida intensa y razones justas por las que merece la pena vivir y morir. La lucha por la justicia, la libertad, contra el fanatismo radical islámico, por la defensa de los perseguidos, son hazañas tan grandes que ridiculiza lo que en nuestros países podamos hacer”.

El comandante de las YBS se toma un minuto para reflexionar: “La lucha de los yezidíes es la misma que la del resto de los kurdos, la misma que los armenios, los asirios cristianos, la misma que la de los árabes no radicalizados, sean musulmanes sunitas o chiitas… Es la lucha contra la imposición a sangre y fuego del islamismo radical y el expansionismo otomano utilizando a los yihadistas”.

En la lucha contra ISIS y por defender sus derechos, las mujeres kurdas y yezidíes abrieron un camino pocas veces visto en Medio Oriente. Tanto la Revolución de Rojava como el Movimiento de Liberación de Kurdistán consideran que las mujeres son el sujeto político central en la sociedad. Sobre este punto, Bahuz remarca que “el papel de la mujer es fundamental, ya que se han ganado el puesto que les corresponde. Y no se lo han ganado odiando al hombre o queriendo ser más que él, lo que haría caer en el defecto opuesto. Sino siendo iguales y complementarios. La mujer ha roto las cadenas de una sociedad que la despreciaba. De igual forma, como dijera Buenaventura Durruti, ‘somos libertarios, no liberales’. El liberalismo ha empozoñado la sociedad, haciendo ver que todo vale, y todo no vale”.

La Jineolojî, o Ciencia de las Mujeres, es el aporte más poderoso en el último tiempo que realizaron las mujeres kurdas. “La Jineolojî es socialista, pues antepone el bien de la sociedad. El feminismo radical es liberal, pues el todo es el individuo, que puede hacer lo que le venga en gana, aunque atente contra la sociedad”, sentencia Bahuz desde su punto de vista.

Las últimas ideas que comparte el comandante de las YBS apuntan a que “la solución del confederalismo democrático se ha demostrado como la mejor salida para la convivencia aquí. Los diferentes grupos étnicos y confesiones religiosas no pueden vivir de espaldas o contra el resto. Los Peshmergas kurdos son xenófobos con los demás y su nacionalismo segregador solo puede llevarlo a eternas disputas. El nacionalismo turco o iraquí no se combate con más o un diferente nacionalismo. También los yezidíes tienen un odio telúrico a los árabes. Es cierto que, tras 72 genocidios, puedan tener razones… Pero bajo la milicia de las YBŞ/YPG, se ha logrado unir las fuerzas y en el combate a kurdos, árabes, yezidíes, armenios, asirios, cristianos, musulmanes, ateos… La convivencia es posible y ha quedado demostrada en Shengal y Rojava. Abdullah Öcalan ha encontrado una solución política que supera los ismos pasados. Una cuarta posición política contra el comunismo, el fascismo y el liberalismo capitalista. Integradora y transversal. De ahí, que sea tan diverso el rol de los que defienden esa ideología”.

Posdata desde la guerra

“Si vienen, los recibiremos como se lo merecen, sin ningún problema”, me contesta Bahuz cuando le pregunto cómo está la situación en Shengal. El lunes 15 de junio, el gobierno turco ordenó la Operación Garra de Águila contra la región yezidí en el norte de Irak y varias zonas de Bashur. En la madrugada de ese día, los cazas turcos bombardearon el campamento de refugiados kurdos de Makhmur -en las cercanías de la ciudad de Mosul-, decenas de aldeas y poblados, y en las montañas de Qandil. Turquía continuó los ataques y desplegó tropas terrestres en los alrededores de Qandil, donde se encuentran las bases de las Fuerzas de Defensa Popular (HPG, por sus siglas originales), el brazo armado del PKK.

Al primer mensaje que le envío, Bahuz me responde: “Por suerte, estamos bien, ya que bombardearon muy cerca de nuestras posiciones”. Le pregunto si la situación se agravará. “Esperamos, lamentablemente, que sí”, me escribe el mismo lunes.

Unos días después, hablamos otra vez. Me cuenta que, en los montes de Shengal, hay numerosas posiciones de las YBS, casi todas organizadas en cuevas, “por eso, los daños fueron muy limitados”. “Apenas hubo heridos, tres o cuatro compañeros levemente, porque estaban por fuera de sus posiciones, pero nada más –me dice-. Varios vehículos fueron destruidos, pero nada más. Estábamos en preaviso de posibles bombardeos desde hace ya varias semanas, por eso, dormimos dentro de las cuevas o en posiciones de refugios”.

La lluvia de bombas que cayeron sobre Shengal y Bashur fue intensa, como hace años no ocurría, aunque Turquía ataca la región de forma sistemática sin que el Gobierno Regional de Kurdistán o la administración central de Bagdad protesten o intercedan. “Acá un poco se esperaban los bombardeos, entonces, se habían tomado las medidas necesarias”, explica el comandante de las YBS.

“La cuestión principal es si esos bombardeos han sido una cosa puntual o si son la antesala de otro tipo de operaciones, como pueden ser ataques más intensos o una invasión terrestre, que es algo que contemplamos –analiza Bahuz-. Una invasión terrestre es bastante difícil que los turcos la hagan con su propio ejército. Creemos que, para una invasión de este tipo, podrían utilizar a las fuerzas Peshmerga de Barzani, del PDK, que son bastante fieles a Turquía. Ese tipo de invasión podría ser desde la zona de Duhok y que entren a Shengal, por las numerosas bases que ahí tienen los turcos. Sería una entrada con una cooperación de los Peshmerga o ellos participando directamente. Otra forma de invasión puede ser la aerotransportada: que vinieran por aire tropas turcas a intenten tomar el monte. Tanto una fórmula como la otra, creo que se darían por el traste, porque la zona de Shengal está bastante bien protegida por nuestra milicia, que tiene años de preparación en posiciones defensiva y no les sería fácil”.

Tanto para los kurdos como para los yezidíes, las montañas siguen siendo sus únicas amigas. Cada habitante de la región sabe esto desde el momento en que nacen. Bahuz también tiene claro este punto: “No es lo mismo luchar en la montaña que luchar en tierra plana. Nosotros estamos preparados para lo peor y bastante motivados y con la moral alta, porque es lo que hemos venido a hacer. Ya era hora de que los turcos se sacaran la careta, no sólo apoyando a los terroristas islamistas radicales, sino que ahora directamente atacando ellos mismos, sin ningún tipo de desvergüenza. Si vienen, los recibiremos como se lo merecen, sin ningún problema”.

Al otro día de los bombardeos masivos, las fuerzas especiales de Turquía ingresaron por tierra a la zona de Heftanin. Las HPG respondieron a la invasión: dañaron dos helicópteros, ultimaron a 22 soldados y varios uniformados fueron apresados. “La situación es de una calma tensa –afirma el comandante de las YBS-. Ahora, hay que esperar los pasos, que no los damos nosotros, sino que los dan los turcos con su atrevimiento. Nos consta que intentaron una invasión con fuerzas especiales en la zona de Haftanin y les ha salido el tiro por la culata. No esperaban la reacción y el tipo de armamento que tiene la milicia”.

Antes de despedirnos, Bahuz afirma: “Turquía debe tener conocimiento de la fuerza que tiene la milicia, el tiempo que tiene entrenándose y armándose, pero no creo haya calculado bien la consecuencia de lo que está haciendo y le va a salir mal”.

FUENTE: Leandro Albani / La tinta / Foto de portada: Ferran Barber – El Confidencial