La ciudad kurda de Afrin, bajo asedio del Ejército turco y grupos yihadistas

El Ejército turco asedia Afrin y se encuentra a menos de dos kilómetros de la capital. Los bombardeos sobre la ciudad se han intensificado desde el pasado 10 de marzo y en los últimos 53 días han matado a 232 civiles.

En los 53 días de invasión del cantón de Afrin (Siria) por el Ejército turco y grupos yihadistas, 232 civiles han sido asesinados, entre ellos 34 niños y 29 mujeres. Los heridos ascienden a 668, incluyendo 90 niños y 100 mujeres, según datos de la Media Luna Roja Kurda.

El Gobierno turco ha negado reiteradamente los ataques a civiles, pero las declaraciones de los desplazados internos afirman lo contrario. Refugiados del distrito de Jinderese, al suroeste del cantón, relatan su huida del pueblo: “Con helicópteros, con bombas. Ellos nos han bombardeado. Temblábamos de miedo. Por eso nos fuimos al pueblo de al lado. En el pueblo nos volvieron a bombardear”. Los equipos de rescate de la Media Luna Roja Kurda, que es la única ONG que actúa sobre el terreno, declaran que son objetivo de ataques aéreos y artillería cuando están en misión de rescate. La copresidenta de esta organización en Afrin, Jamila Hame, afirma: “No podemos trabajar adecuadamente. Con los drones y aviones sobrevolando no podemos movernos sin ser también objetivo de los ataques”.

El Ejército turco está a menos de dos kilómetros de la capital de Afrin. Los bombardeos sobre la ciudad se han intensificado desde el pasado 10 de marzo. Los ataques apuntan a los suburbios, como ha sido el caso del barrio de Ashrefiye, atacado el pasado 8 de marzo.

Según datos del Centro de Información de la Resistencia de Afrin, alrededor de 850.000 personas habitan actualmente el núcleo urbano. El número de residentes se ha incrementado debido a los desplazamientos internos procedentes del resto de ciudades y pueblos afectados por la invasión. Cada día nuevos refugiados llegan a la ciudad.

Las familias residentes de Afrin han abierto sus hogares y en cada casa habitan dos o tres familias juntas. Las comunas o asambleas de barrio han habilitado casas a medio construir para dar alojamiento a los desplazados, pero aun así los recursos son insuficientes, y la gente ha comenzado a ocupar las tiendas que están vacías o a pernoctar en los coches. La autoadministración de Afrin ha planteado la posibilidad de abrir un campo de refugiados dentro de la propia ciudad.

Guerra del agua

El pasado 7 de marzo, el Ejército turco capturó la presa de Meydanki, principal fuente de agua para la ciudad de Afrin. El día 9 de marzo, la copresidenta de la institución de recursos acuíferos de Afrin, Roselin Omer, declaró: “El canal de agua de la presa de Meydanki ha sido completamente cortado. Alrededor de un millón de personas en Afrin no tiene agua”.

Al cabo de dos días los tanques de reserva estaban completamente vacíos y en las tiendas no quedan botellas de agua potable. Un ciudadano de Afrin, Manan Zino, que ha trabajado por décadas surtiendo de agua a los pueblos del cantón, ha tomado la iniciativa personal de repartir agua gratuitamente con su camión cisterna, rellenándola de pozos a las afueras de la ciudad. La población busca alternativas para proveerse de agua, cogiéndola principalmente de antiguos pozos, pero el agua a la que tienen acceso no está bien potabilizada y es totalmente insuficiente.

Los avances sobre el terreno del Ejército turco y sus aliados yihadistas muestran cómo la estrategia es dividir el cantón en dos partes y aislar la ciudad de Afrin. Por ello, desde el pasado 12 de marzo, varios cientos de personas han huido de la localidad, dirigiéndose hacia el sur del cantón, bajo control del régimen de Assad. Desde las agencias kurdas también se publican vídeos de civiles que aseguran ante las cámaras que no piensan marcharse y que van a resistir hasta el final.

La estrategia militar turca ha sido, hasta el momento, bombardear las poblaciones hasta que las localidades quedan completamente vacías y entonces tomar la posición. Un vídeo publicado el pasado 5 de marzo en las redes sociales muestra los fuertes bombardeos del centro de la ciudad de Jinderese. Una periodista confirmó por teléfono que las bombas habían sido dirigidas al barrio del mercado de la ciudad.

Amenazas a la población

La huida de civiles del cantón de Afrin no solo está provocada por los intensos bombardeos. Las declaraciones en las redes sociales por parte de miembros de las fuerzas rebeldes aliadas de Turquía, de claras tendencias extremistas islámicas, antiguos miembros de Al Qaeda e ISIS, amenazan a la población e incitan al odio entre religiones. En uno de los más recientes vídeos se puede ver a varios individuos con el escudo del Ejército Libre Sirio, que hacen una advertencia a los kurdos de Afrin: “Os informamos de que, si volvéis a Dios como signo de arrepentimiento, debéis saber que seréis nuestros hermanos. Pero, si no [lo hacéis], veréis cómo vuestras cabezas son arrancadas, y hemos venido a recogerlas”.

Son varios los casos reportados de secuestros, maltrato y ejecuciones a la población civil. En un vídeo publicado el 9 de marzo se puede ver a dos jóvenes kurdos arrestados por milicianos aliados de Turquía que, transportados en un camión, son amenazados a punta de pistola e insultados al grito de “cerdos kurdos”.

También son repetidas las imágenes de destrucción de banderas y símbolos nacionales kurdos, así como de amenazas a religiones minoritarias, principalmente las cristiana y yezidi. Los soldados turcos muestran fotos en las que se regocijan de la destrucción causada en las poblaciones de Afrin, como la foto de un soldado turco sosteniendo la bandera de la media luna y la estrella sobre un muro donde se puede leer: “No sé cómo ardió Roma, pero nosotros hemos quemado Rajo”.

El presidente de la República turca, Recep Tayyip Erdogan, ha asegurado en numerosas ocasiones que no se detendrán en Afrin y que tienen intención de asegurar toda su frontera con Siria hasta el borde con Iraq. Ankara también ha anunciado que han llegado a un acuerdo con EE UU sobre la situación de Manbij y otras ciudades al este del río Éufrates, que están bajo el control de la Federación del Norte de Siria.

FUENTE: Sara Ainhoa de Ceano-Vivas Núñes (desde Qamishlo, Cizre) / El Salto