“La autodefensa representa la defensa básica de la identidad social de la nación democrática”

Las mujeres kurdas llamaron la atención de todos con su valiente lucha por defender la ciudad de Kobanê en 2014. Pero ya habían estado luchando antes de aquello, y la defensa armada es sólo una parte de su concepto de autodefensa. Ésta abarca la educación, la autoorganización, la obediencia civil y otras formas de lucha. En una ponencia presentada en 2015 en Alemania, la periodista y política Fidan Yıldırım aborda los conceptos de modernidad democrática y autodefensa para construir un mundo nuevo.

Uno de los principios básicos para la creación de una modernidad democrática contra la modernidad capitalista es el desarrollo de una nación democrática como alternativa al Estado-nación. El sistema de autodefensa es uno de los principales pilares de esa nación democrática.

Podemos afirmar que toda criatura viviente en la naturaleza posee un mecanismo de defensa.

En el reino de los seres vivos, cada especie tiene su propio sistema de defensa. No podemos hablar de ningún ser viviente sin defensa. Los seres vivos sobreviven y mantienen su existencia dependiendo de su sistema de autodefensa.

También los seres humanos, ya sea individualmente o en sociedad, con el fin de proteger sus vidas, necesitan un sistema de defensa. La especie humana, que tiene que auto-protegerse de la naturaleza, de otros seres y de su propia especie, necesita una defensa multifacética y fuerte. Para la especie humana, la defensa es tanto biológica como social. La defensa biológica es llevada a cabo por los instintos de defensa innatos, mientras que la defensa social es responsabilidad colectiva de todos los individuos que componen la sociedad. Como una de las funciones fundamentales de una comunidad, la defensa es la garantía de la perpetuación de la vida y tiene un efecto directo sobre el número de personas que componen la comunidad y su forma de organización.

Una de las conclusiones más importantes que podemos extraer de la autodefensa en el reino de los seres vivos es que esta defensa sólo tiene por objeto salvaguardar la existencia; es decir, que no sirve al propósito de ejercer dominio sobre otros seres o colonizarlos. No existe tal sistema. Es el ser humano el que ha desarrollado sistemas de dominación y colonización. El desarrollo de la mentalidad humana, que ha permitido la posibilidad de explotación de otros para conseguir réditos, facilitó este sistema. Esta situación también ha provocado enfrentamientos sociales con la intención de preservar la existencia y defender los valores del trabajo. La soberanía estatista jerárquica, que ha avanzado por encima de la expropiación del valor laboral de la sociedad natural, es una expresión del ataque a todos los valores que componen la sociabilidad. Las herramientas y tácticas de ataque-defensa, que comenzaron a desarrollarse con el astuto hombre cazador, han llevado a la sociabilidad a un proceso de desintegración bajo la opresión del poder, asumido por organizaciones militares separadas de la sociedad, en lugar de la defensa colectiva participada por toda la sociedad. Bajo el disfraz de ideologías mitológicas, la sociedad se dividió en dos estamentos, superior e inferior. El Estado, como expresión de la casta superior y de la sociedad urbana, dio nacimiento a la aparición de clases, explotación, asaltos, sexismo y desigualdad, al destruir todos los valores de la sociedad natural.

Hoy en día, términos de uso común tales como “terror” o “terrorista” adquieren su sentido principalmente de esta concepción estatista. A partir de esta idea, podemos señalar dos campos principales al abordar cuestiones de agresión y defensa. Uno de ellos es la sociedad estatista, que se basa en los intereses de la modernidad capitalista, y el otro es la sociedad democrática. Sin embargo, también es cierto que la lucha llevada a cabo por los poderes de la sociedad democrática a lo largo de la historia ha tenido cierto efecto sobre la sociedad estatista.

Cuando se analiza el desarrollo histórico, queda claro que la historia de las sociedades es predominantemente la historia de gremios en los que las diferencias podían expresarse libremente. Incluso bajo el dominio de los imperios monárquicos y las monarquías constitucionales sucedía así. La ley constitutiva de la vida social, el principio de unidad basado en la diversidad, ha prevalecido principalmente hasta la era de la modernidad capitalista dominada por estados-nación. Antes de que predominara el sistema monista de los estados-nación, las diferentes sociedades solían resolver sus propios problemas de seguridad, aunque dependían de una clase dominante o de una casta superior. Sin embargo, al tiempo de la Revolución Francesa la existencia de diferencias era interpretada como un ataque al Estado-nación, imponiéndose una centralización y monopolización absolutistas. Así, el concepto de asalto ha quedado imbuido de significados enraizados ​​en los intereses del Estado-nación. Hoy en día, todas las agresiones llevadas a cabo contra el pueblo por los imperialistas en muchas partes del mundo, Oriente Medio en primer lugar, se llevan a cabo bajo el nombre de defensa. Esto revela claramente que todas las diferencias se califican como ofensivas y su aniquilación está legitimada. La consecuencia final de esta idea es el fascismo como clímax de la organización del Estado-nación, y el nacionalismo como su ideología. El fascismo, como ataque a la humanidad y acto de genocidio, ha dado lugar a la aparición de reacciones. Como resultado de las revoluciones que encuentran sentido en el socialismo real y las resistencias étnicas encarnadas en los movimientos de liberación nacional, la modernidad capitalista se ha visto obligada a realizar ajustes en los campos jurídico y administrativo. Bajo el nombre de “Tres generaciones de derechos humanos”, los derechos se redefinieron como “derechos y libertades individuales, derechos económicos, culturales y sociales con derechos de solidaridad”. Así, se legitima la lucha de diferentes naciones y comunidades por su derecho natural, que quedan protegidas legalmente. En el campo de la autodefensa, la estructura monista del Estado-nación, que ha sufrido lesiones jurídicas, ha entrado en una fase de deterioro, con una reglamentación político-administrativa.

Hoy en día, las fuerzas basadas en la estructura estatal ya no pueden llevar a cabo la autodefensa de la sociedad. Hoy, la forma de poner en marcha la autodefensa pasa por el acceso de todas las diferencias sociales al nivel de la toma de decisiones organizada y al poder de acción en cada esfera de la vida. La autodefensa sólo puede hacerse posible mediante la reapropiación comunitaria de la política, retirándola de las manos de los grupos de la élite.

Desde la perspectiva de la sociedad democrática, hay que acentuar lo siguiente: lo que se entiende por autodefensa es, más que una postura militar o una organización armada, la organización de la sociedad, en todas sus esferas, para defenderse, y la lucha basada en esta organización. Sin embargo, es posible recurrir a organizaciones militares cuando surge la necesidad de impedir los ataques del sistema estatista contra la sociedad y de defender a la propia sociedad. Su objetivo es la defensa de la sociedad con todas sus diferencias. Y puede interpretarse como una defensa legítima. Tal organización militar no puede ser considerada como una mera organización militar, ya que sirve para la defensa de la vida comunitaria y su reorganización. La función de las fuerzas militares al servicio de la sociedad es desempeñar un papel catalizador para acelerar y mantener la lucha por la sociedad democrática. Las fuerzas militares que se desvían de esta función no pueden evitar convertirse en fuerzas de ataque de las fuerzas hegemónicas.

La seguridad social requiere la materialización de todo tipo de organización social para la eliminación de los obstáculos militares, jurídicos, administrativos, etc., en el camino de características identitarias, como el lenguaje, la cultura que revela las diferencias en la sociedad y la satisfacción de las necesidades básicas económicas, políticas, etc… y para luchar contra los asaltos al tejido político ético, es decir, a los espacios vitales fundamentales. Y esto requiere una organización del espacio social basada en mostrar sus diferencias a través de la autodeterminación. La garantía de la seguridad de la sociedad es la creación de asambleas, comunas, cooperativas, organizaciones educativas y sanitarias, empresas económicas en todos los espacios de la vida. Además, podrían invocarse organizaciones o delegaciones privadas de seguridad, sujetas a la voluntad de la sociedad, que podrían ser disueltas o destituidas si fuera necesario. Teniendo en cuenta las organizaciones militares actuales, así como las técnicas existentes y las guerras, resulta difícil proporcionar seguridad sólo con las organizaciones civiles. Es por eso que todas las unidades y asignaciones de seguridad necesarias deben estar, totalmente y en cualquier condición, bajo el control del campo social. Hay ejemplos de esto en la historia: en los acuerdos militares y jurídicos en los siglos XVII, XVIII y XIX, las partes plenamente autorizadas eran las comunas y las asambleas de la ciudad. También en la antigua democracia griega, cuando el ejército y los generales obtenían la aprobación de la asamblea. Aunque no tenían un ejército regular y sólo recibían entrenamientos periódicos, al igual que en la Suiza actual, los atenienses lograron proteger su democracia frente a los ejércitos persas, que eran mucho más fuertes que ellos. La esencia de la democracia es alejarse del Estado y tomar el campo social como base. Porque el principal enemigo de la seguridad de la sociedad es el Estado y las instituciones privadas que posee. En este sentido, la autodefensa, como institución no estatal, representa la defensa básica de la identidad social de la nación democrática y su campo social.

La autodefensa no requiere sólo una estructura armada, aunque no excluye recurrir a ella cuando sea necesario; y no se considera como una mera estructura armada. Su significado es el de una organización social, en todas y cada una de sus esferas, que busca su identidad, vida y toma de decisiones a través del libre albedrío social y su realización mediante la propia fuerza social. Una vez más, la recuperación de los valores pertenecientes al pueblo y al país, de los que han sido despojados por las potencias colonizadoras, y su incorporación como valores sociales, es lo que conforma la definición de autodefensa. La sociedad debe alcanzar el nivel de poder salvaguardar sus propios valores y gobernarse a sí misma, recobrando los valores de los que ha sido desposeída. La manera de crear una nación democrática pasa por alcanzar este reto.

Para las sociedades como el Kurdistán, que se enfrentan al genocidio económico, político, cultural, físico y social, el recurso de organizaciones que las protejan de tales genocidios significa, en el sentido estricto de la palabra, una lucha de autodefensa y un derecho. El genocidio, que es todo un asalto organizado de manera consciente para aniquilar una sociedad, ejecutado de manera planificada por los poderes instaurados, es un crimen contra la humanidad. La única manera de evitar el genocidio y cualquier tipo de asalto contra la sociedad es asegurar que la sociedad se haga autosuficiente. Las sociedades que alcancen la capacidad de resolver sus problemas y logren mantener esta capacidad serán sociedades que habrán resuelto en gran medida sus problemas de seguridad y defensa. Asimismo, tendrán la oportunidad de mejorar continuamente, a través de diversas instituciones y organizaciones que las permitirán avanzar. Academias de política para elevar la conciencia social; refugios de mujeres contra el sistema hegemónico y hombres como colaboradores; cooperativas en las que se instaure una economía comunal y una vida colectivista-solidaria; organizaciones sociales básicas, tales como asambleas, consejos, congresos, construidos para que la sociedad ejecute la política que es su principal ocupación; todos ellos serían centros de autodefensa.

La autodefensa consiste en la auto-organización de todas las diferencias, manteniendo su autenticidad, contra el genocidio cultural, así como todo tipo de lucha estructurada contra la cultura genocida dominante.

La autodefensa la componen todo tipo de organizaciones, como partidos políticos, ONGs, establecidos contra el genocidio político, así como formas de lucha tales como referéndums, boicots y actos de desobediencia civil organizados por los anteriores.

Los sistemas de producción y consumo basados ​​en el esfuerzo colectivo, que se desarrollan contra el genocidio económico, son prácticas de carácter democrático e indican la dimensión económica de la autodefensa. Cuando uno piensa en el hecho de que los gobernantes están tratando de disciplinar y restringir las sociedades a través del hambre, la importancia de este tipo de autodefensa se vuelve aún más conmovedora.

Toda clase de solidaridad, cooperación, organización, formas de complementarse y actitudes de recuperación de la autodeterminación, frente a las políticas de genocidio que buscan debilitar la sociedad, dividiéndola y haciéndola dependiente; es decir, organizando y ganando conciencia para este fin, constituyen una de las formas más invaluables de autodefensa.

Negándose a ser un instrumento de las potencias hegemónicas y colonizadoras, rechazando unirse a sus ejércitos, formar parte de la guardia de sus aldeas debe ser uno de los reflejos más naturales del pueblo.

Lo que hemos mencionado anteriormente en el ámbito de la autodefensa se refiere a estructuras no estatales. Estos son los principios de una nación democrática con carácter no estatal para defenderse y proporcionar seguridad. El Estado, bajo ninguna circunstancia, puede ser considerado como un mecanismo de defensa y seguridad para la sociedad. Considerar la autodefensa sólo como una oposición de fuerzas armadas contra las fuerzas del Estado sería un error y una idea equivocada.

Es fundamental superar esta idea, que es utilizada como justificación de los ataques del Estado contra la sociedad, y abordar la autodefensa como la salvaguardia de la sociedad en todas las esferas.

La necesidad de autodefensa también es esencial para las mujeres, que componen el sector más oprimido y dominado de la sociedad. Las mujeres, cuyos derechos son confiscados bajo el sistema patriarcal, sólo pueden derrotar a las políticas de degradación, acoso, violación y genocidio creando sus propios mecanismos de autodefensa. Para ello, deben aprender su propia historia y crear sus organismos e instituciones de autodefensa, abrir espacios para sí mismas en todas las esferas de la vida y, si es necesario, crear sus propias fuerzas militares.

En Rojava, Kurdistán, la victoria obtenida contra las bandas del ISIS, que ni siquiera los ejércitos estatales lograron enfrentar, es el ejemplo vivo del éxito del sistema de autodefensa. La resistencia de las mujeres en Kobanê y el papel que han desempeñado en la creación del sistema de Rojava han llamado la atención del mundo entero. Estos hechos también demuestran que las perspectivas sobre la autodefensa diseñadas por Abdullah Öcalan también desempeñan un papel instructivo en la liberación del pueblo y de las mujeres y en la fundación de un sistema alternativo.

FUENTE: Fidan Yıldırım (Periodista y política. Ha estado realizando diferentes trabajos desde 1980 en favor de la liberación del pueblo kurdo y de las mujeres. Ha trabajado durante muchos años en varios periódicos kurdos y sigue escribiendo. Estuvo en la cárcel durante 11 años debido a sus opiniones políticas) / Rojava Azadi