Idlib: la batalla que aterroriza a Estados Unidos y Turquía

Mientras el gobierno sirio se prepara para lo que llama su “última gran batalla contra el terrorismo” en el país, la prensa dominante occidental dice que Idlib se está preparando para una matanza.

Los titulares y las primeras páginas que hablan de un destino inminente y un desastre humanitario son reflejo de las posiciones de las potencias estadounidenses y europeas, que están intensificando su retórica anti-siria en un intento, aparentemente último, de impedir que Damasco tome el control de la última gran bolsa “rebelde” en el país: la de Al Qaeda, vinculada a Hayat Tahrir Al Sham.

Por supuesto, una catástrofe humana es posible. El gobierno sirio y Rusia etiquetarán las muertes como “colaterales” o manipularán las cifras para evitar cualquier intervención occidental contra la operación, cuando el trío Rusia-Siria-Irán quiera poner fin a la guerra civil con la “liberación de Idlib”.

Sin embargo, la hipocresía de Occidente, de los medios de comunicación estadounidenses y occidentales, hizo la vista gorda ante la ocupación de Afrin por parte de Turquía y sus aliados yihadistas. Miles de civiles asesinados por ataques aéreos, 400 mil personas obligadas a huir, escuelas y hospitales fueron bombardeados, yihadistas apoyados por Turquía pidieron la limpieza étnica… A pesar de sus “grandes preocupaciones” por Idlib, nada de lo que sucedió en Afrin fue informado por los medios dominantes o condenado por Estados Unidos.

El Estado turco ha pasado los últimos siete años apostando por la victoria de una multitud de formaciones de “oposición”, desde los que están bajo el estandarte del Ejército Libre Sirio hasta los salafistas del llamado Estado Islámico. Para el presidente Recep Tayyip Erdogan, sus ambiciones otomanas parecen desmoronarse, ya que un intento final para detener la operación en Idlib fue rechazado por Rusia e Irán.

Para Siria, agotada por más de siete años de guerra, el despeje de elementos de Al Qaeda desde Idlib podría ser decisivo y allanar el camino para la legítima perspectiva de un acuerdo negociado entre el Estado sirio y las fuerzas lideradas por los kurdos, que controlan aproximadamente un tercio del país. Sin embargo, parecería que Estados Unidos tiene otros planes.

Trump y el Pentágono amenazan con nuevos ataques

Para Washington, la paz en Siria en este momento estaría lejos de ser rentable, y el escenario menos ideal para una nación que ha estado intentando facilitar un cambio de régimen, controlado por el partido Ba’ath durante décadas.

Mientras el gobierno sirio y sus aliados rusos e iraníes se preparan para lanzar el asalto a Idlib, Donald Trump una vez más ha intentado convertirse en “presidencial”, remolcando la línea del Pentágono con respecto al uso de la fuerza militar para evitar la caída de Al Qaeda.

Con las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos a la vuelta de la esquina, Trump entiende que su índice de aprobación, al menos a los ojos del establishment, depende en gran medida de su disposición a seguir la tradición del militarismo estadounidense que une a republicanos y demócratas.

Sentado al lado del emir de Kuwait en la Casa Blanca hace unos días, Trump dijo que “creo que es una situación muy triste en la provincia de Idlib y lo que está sucediendo allí. Si se trata de una matanza, el mundo se pondrá muy, muy enojado. Y Estados Unidos también se enojará mucho”.

Por supuesto, es profundamente irónico que Trump considere que es “triste” la perspectiva de los salafistas, que tienen una ideología extrañamente similar al Estado Islámico, del que ha afirmado detestar tanto, al cual se debe derrotar así la población es capaz de regresar a una apariencia de vida digna.

Si Trump y Estados Unidos están genuinamente preocupados por la posibilidad de que la vida humana se pierda en masa en la batalla venidera, son absolutamente los últimos en tener una posición moral elevada sobre esta cuestión.

Se ha vuelto bastante predecible a lo largo de la guerra el argumento recurrente para la intervención estadounidense el uso de armas químicas, siempre presuntamente por el gobierno sirio. Estas acusaciones casi llevaron a que la administración de Barack Obama vaya a la guerra contra Bashar Al Assad en 2013, y empujó a Trump a bombardear objetivos estatales sirios tanto en la primavera de 2017 como en abril pasado.

Una declaración de la Casa Blanca de esta semana reafirmó que Estados Unidos está listo para lanzar ataques una vez más, al afirmar: “Seamos claros, sigue siendo nuestra firme postura que si el presidente Bashar Al Assad decide volver a utilizar armas químicas, los Estados Unidos y sus aliados responderán rápida y apropiadamente”.

 Turquía pierde la cabeza por Idlib

Turquía, un país que ha intentado desarrollar sus retorcidas fantasías neo-otomanas en Siria durante el curso de la guerra, está al borde de una gran derrota.

Ankara se refirió a una reunión tripartita con Irán y Rusia esta semana en Teherán como la “última oportunidad para evitar una masacre”. El intento turco fracasó cuando los otros dos países dijeron que la operación seguiría adelante, a pesar de las supuestas preocupaciones de Erdogan sobre la situación humanitaria, lo cual es una idea muy risible dado las masacres en las que Turquía ha participado en Siria en los últimos años, especialmente en Afrin.

Turquía aparentemente no apoya al ex Frente Al Nusra (Hayat Tahrir al-Sham) que controla Idlib, sino al Frente de Liberación Nacional “rival”, que aspira a posicionarse como una fuerza más “moderada”. Sin embargo, la ideología del gobernante AKP de Turquía se ha mostrado adaptable para apoyar a cualquier de las fuerzas “islamistas” o “moderadas” en Siria durante todo el conflicto.

Si Turquía y sus representantes pierden un punto de apoyo en Idlib significaría la ruina para las fuerzas de Erdogan en Afrin, una ciudad que han ocupado desde marzo. Aunque los militantes kurdos de las Unidades de Protección Popular y Femenina (YPG/YPJ) se retiraron para evitar un baño de sangre y una limpieza étnica aún más sistemática que la que terminó teniendo lugar, los grupos turcos y salafistas desde entonces no conocen momentos de paz . Las YPG/YPJ pivotearon hacia una campaña de guerra de guerrillas que ha dejado cualquier ambición turca para gobernar a Afrin temblando, en el mejor de los casos.

Erdogan ha presentado grandes objetivos para el resto del norte de Siria, concretamente impulsar la hoja de ruta Estados Unidos-Turquía para Manbij, hecho que expulsaría a cualquier combatiente vinculado al Kurdistán desde el oeste del río Éufrates, y finalmente despejaría la frontera entre Turquía y Siria, de lo que se ha llamado un “corredor de terror” (es decir, Rojava). Sin embargo, estos objetivos ahora parecen más lejanos que nunca.

Al escribir para The Atlantic, Joost Hiltermann dice de la apuesta de Turquía contra Assad: “Con líderes impulsivos y mercuriales tanto en Washington como en Ankara, nadie puede decir cómo Turquía navegará la tormenta que se avecina. Puede considerarse afortunado si surge con meras raspaduras de sus juegos perdidos en Siria y en la región, y no se encuentra naufragado con enemigos que lo rodean”.

El futuro de las relaciones YPG/YPJ-Coalición Internacional

A medida que la guerra se reduce, es evidente que hay dos principales vencedores de la brutal guerra de poderes que ha sofocado al país. Con la limpieza del humo, el Estado sirio -junto con sus aliados rusos e iraníes- ha demostrado su capacidad de recuperación. Todas las menciones de que Assad deje el cargo o sea dejado de lado han demostrado ser falsas.

Por otro lado, el caos de la guerra ha permitido a las fuerzas kurdas de las YPG/YPJ desarrollar su proyecto de democracia de base radical, creando una región autónoma que ahora abarca un tercio del país e incorpora a árabes, asirios y otros grupos étnicos.

En este momento, el ejército de Estados Unidos tiene puestos avanzados en la parte norte del país, controlados por las YPG/YPJ y las Fuerzas Democráticas Sirias, organización paraguas que se han establecido como parte de la campaña anti-Daesh de la Coalición Internacional. Sin embargo, esto no significa la relación entre las YPG/YPJ y la Coalición es tan duradera como algunos postulan. Las fuerzas kurdas siempre se han referido a su asociación con Washington como “táctica”, y no han ocultado el hecho de que sus visiones del gobierno futuro son ideológicamente diferentes a las de Estados Unidos.

Por supuesto, a Estados Unidos les gustaría mantener influencia y un punto de apoyo en el territorio sirio. Sin embargo, si Washington quiere que sus “aliados” kurdos peleen contra Assad, claramente tiene los socios equivocados.

La falta de apoyo estadounidense para las YPG/YPJ en Afrin a principios de este año condujo a una apertura en las relaciones entre los militantes kurdos y el gobierno del Ba’ath, y las milicias árabes-sirias, en un número limitado, se unieron en defensa de la ciudad.

En los últimos meses, la puerta diplomática se ha abierto aún más, con el Consejo Democrático Sirio (MSD) visitando Damasco para realizar conversaciones sobre un posible acuerdo político. Turquía ha estado obsesionada con intentar sabotear estas conversaciones, pero hasta la fecha sus esfuerzos han resultado infructuosos.

Durante el mes pasado, los medios estatales turcos han estado enloquecidos por la posibilidad de que las YPG/YPJ participen en la ofensiva de Idlib.

El 12 de agosto, la agencia de noticias Anadolu informó que “alrededor de 1.300 terroristas de las YPG/PKK han sido transferidos a Alepo para apoyar las posibles operaciones del régimen sirio de Bashar Al Assad contra la oposición, como parte de su colaboración”.

Esta semana, la agencia informó que se estaban utilizando campamentos en Latakia para entrenar a las YPG y a otros militantes de “extrema izquierda”: “Un grupo de casi 200 terroristas se unió a los campos de Afrin, Manbij, Tal Abyad y Raqqa. Los terroristas construyen brigadas y posiciones militares en áreas de la ciudad de Gabara. Respaldados por las fuerzas del régimen de Assad, las YPG/PKK, los grupos terroristas de extrema izquierda DHKP-C y las Fuerzas de la Libertad Unidas (UFF) planean ataques terroristas contra turcomanos y Turquía, dijeron las fuentes”.

Un artículo de The Guardian del 7 de septiembre confirmó que los combatientes de las Fuerzas Democrática Sirias efectivamente han sido transferidos al territorio del gobierno sirio para luchar en la operación Idlib. Un líder kurdo que prefiri{o el anonimato fue citado diciendo: “Es simbólico en un nivel y estratégico en otro. Esto significa que necesitamos del régimen. Hay una asociación en crecimiento, pero tenemos que obtener nuestra libra de carne de ellos”.

Perspectivas para el fin de la guerra

Lo que será esa libra de carne aún no está claro. Las negociaciones aún se encuentran en sus etapas preliminares, y la retórica de los funcionarios de Damasco y de Rojava entre sí suele ser vagas e inconsistentes.

Hay una serie de problemas que deben resolverse antes de que Siria pueda avanzar hacia un futuro más pacífico y pluralista (concretamente, cómo se ve la autonomía y el pluralismo, así como la situación de Estados Unidos y otras fuerzas de la Coalición), pero los signos en este punto son positivos.

Para Turquía y Estados Unidos, encerrados en una lucha que redujo las relaciones a su nivel más bajo, Idlib podría ser la batalla para acercarlos una vez más. Erdogan se ha alejado de la esfera de Estados Unidos hacia una mayor cooperación con Rusia e Irán, pero el hecho es que cuando se trata de Siria, Ankara sigue oponiéndose fundamentalmente a la visión de Moscú y Teherán.

Cuando Trump decidió lanzar ataques aéreos contra objetivos del gobierno sirio en abril, Erdogan fue el primero en aplaudirlo. Podemos estar seguros de que el mismo resultado se manifestará esta vez si Estados Unidos, nuevamente, opta por señalar con el dedo a Assad por una calamidad en Idlib.

FUENTE: Marcel Cartier / The Region / Traducción y edición: Kurdistán América Latina