Federación Democrática del Norte de Siria es un desafío al status quo de la región

La Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS) presenta una alternativa, que ha sobrevivido y crecido en condiciones adversas. Su constitución empodera estructuralmente a las mujeres y las minorías étnicas.

Recientemente, la prestigiosa revista Foreign Policy publicó una pieza titulada “The Kurdish Explosion is Unleashing Demons” (La explosión kurda está desencadenando demonios), en el que se argumenta -en lenguaje condescendiente- que “la cuestión kurda “, que ha asolado imperios y superpotencias durante siglos, ha vuelto como un peligroso punto de inflamación con posibles implicaciones sísmicas. Y que los “imperios y superpoderes”, específicamente los Estados Unidos, responden aplicando el statu quo regional. La Federación Democrática del Norte de Siria es, en esencia, un desafío al status quo en Medio Oriente y en el mundo. El artículo identifica esto correctamente. Pero las condiciones que desafía son insostenibles y opresivas, y todas las personas que apoyan la libertad y la democracia deberían apoyar ese cambio, en lugar de las fuerzas que buscan aplastarlo.

En el artículo se teme que el futuro del norte de Siria se parezca a la lucha entre el gobierno iraquí y el gobierno regional del Kurdistán (KRG), que estalló después del referéndum sobre la independencia impulsado por el KRG, debido a un malentendido de ambos conflictos. El norte de Siria, a diferencia del KRG, no busca un Estado separado. El preámbulo de su constitución de la FDNS declara que “reconoce la integridad territorial de Siria y aspira a mantener la paz nacional e internacional”. Las autoridades regionales consideran su proyecto político como un modelo para una futura Siria descentralizada a la que aspirar, no como un futuro Estado nacional. El Partido de la Unión Democrática (PYD) mantiene relaciones con los Estados Unidos, Rusia y el gobierno central sirio, por lo que su futuro se abordará más probablemente mediante negociaciones, que a través de algo similar al conflicto que se produjo en el sur del Kurdistán.

Es cierto que el Estado con más probabilidades de provocar un conflicto con el norte de Siria es Turquía, que considera que las Unidades de Defensa del Pueblo (YPG) y el PYD son terroristas, debido a sus vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Mientras que el PKK es designado como una organización terrorista por los Estados Unidos, es importante señalar que fueron catalogados así años después de que comenzara la guerra contra Turquía, y que la decisión se relacionó por completo con la política de alianza entre los Estados Unidos y Turquía. El PKK fue fundamental en la lucha contra el Estado Islámico en Sinjar, donde el gobierno iraquí, el gobierno regional del Kurdistán y la comunidad internacional fueron lentos para responder a los ataques contra la minoría yezidí. Caracterizar el papel del PKK para detener al Estado Islámico y proteger a los yezidíes como “terroristas que luchan contra los terroristas” es ignorar la evidente diferencia en valores y objetivos, y muestra la naturaleza política de esa designación.

Una posición estadounidense más responsable en este asunto sería menos similar a la de Turquía y más común a la del Tribunal de Apelaciones de Bélgica, que recientemente decidió que el PKK no era una organización terrorista, sino un partido legítimo en un conflicto armado con el Estado turco.  Esto corresponde a la opinión de muchos kurdos, quienes consideran a la organización como una forma de legítima defensa contra las políticas represivas del Estado turco, tales como prohibir el idioma kurdo, destruir y despoblar ciudades enteras kurdas y forzar violentamente la asimilación en la sociedad turca, entre otras atrocidades. Es justo decir que la violencia del Estado turco tiene más en común con el terrorismo de grupos como el Estado Islámico que la violencia utilizada en defensa propia por el PKK, las YPG y grupos relacionados, lo que hace que la designación “terrorista” se otorgue a estos grupos sea aún más absurda.

Y aunque Turquía se opone a la existencia de organizaciones que han combatido al Estado Islámico de manera efectiva, su propio récord contra el grupo terrorista es dudoso. El gobierno turco ignoró las redes de contrabando del Estado Islámico, permitió las ventas de petróleo a los compradores turcos e incluso permitió que el Estado Islámico atacara la ciudad kurda siria de Kobanê desde el lado turco de la frontera. Derrotar al Estado Islámico es el único objetivo compartido entre la gran mayoría de los actores en Iraq y Siria. Mientras que Turquía puede ser un aliado de la OTAN, su flagrante desprecio para aplicar un objetivo de seguridad importante para la OTAN, Rusia, Iraq y Siria en todo el mundo al que el Estado Islámico ha apuntado, significa que sus críticas a los actores que efectivamente luchan contra el Estado Islámico caen.

Si las potencias mundiales rechazan por principio los desafíos al status quo en la región, deben recordar exactamente lo que significaba ese statu quo: kurdos y otras minorías que enfrentan represión violenta del Estado y atrocidades masivas en Siria, Turquía, Irak e Irán; cuando demandaban por sus derechos lingüísticos y culturales, se encontraron con la violencia; y donde los años de guerra, alimentados y financiados por las armas estadounidenses y europeas y el dinero de los impuestos, dejaron comunidades enteras devastadas.

La Federación Democrática del Norte de Siria presenta una alternativa, que ha sobrevivido y crecido en condiciones adversas. Su constitución empodera estructuralmente a las mujeres y a las minorías étnicas. Su fuerza militar no solo es la fuerza más efectiva contra el Estado Islámico, sino que también es responsable de la menor cantidad de bajas civiles de cualquier parte importante del conflicto. Los poderes externos no fueron quienes impusieron su sistema democrático. Más bien, fue desarrollado por y para las personas a las que sirve, lo que le otorga una legitimidad mucho mayor que la democracia impuesta a través de la ocupación que a menudo sigue a las intervenciones externas. Además, proporciona un modelo para todos los grupos oprimidos en la región, y una alternativa a la dictadura y a la intervención en una región cuya gente ha visto demasiado de ambos hechos. Una política internacional responsable sería continuar apoyándola y terminar con el apoyo a los regímenes que oprimen a la gente de Rojava y de las cuatro partes del Kurdistán.

FUENTE: ANF/Traducción y edición: Kurdistán América Latina