Las mujeres lideran la Revolución de Rojava. Y las vidas de las mujeres de muchos pueblos y sectores de la sociedad han cambiado con la revolución. Las mujeres que luchan en el campo social, político y militar están construyendo su futuro.
Una de las que dedicó su vida a la libertad es Hebun Ereb, una mujer árabe que se unió a las filas de las Unidades de Defensa de las Mujeres (YPJ).
Al describir cómo cayó bajo la persecución del Estado Islámico (ISIS) y cómo posteriormente recuperó la libertad, Hebun se convirtió en la esperanza de las mujeres con su lucha. Al recordar, dijo que que tuvieron que emigrar a Raqqa porque la guerra se había intensificado en la provincia de Homs y sus alrededores, después del comienzo de la crisis de Siria.
“No sabíamos que Raqqa era la capital de los mercenarios de ISIS. Ni siquiera sabíamos todavía lo que era ISIS –rememora-. Los mercenarios de ISIS nos impusieron sus propias leyes. La primera ley que impusieron fue llevar el chador negro. Nunca usé un chador antes de inmigrar a Raqqa. Nos educaron con libros de religión. No había lecciones de historia o ciencia. Durante las lecciones en la escuela, nos enseñaron la esencia de la religión del Islam. Fuimos educados de manera que sirviera a la idea de ISIS e influyera en nuestros pensamientos, y para ser los defensores del Islam”, señaló Ereb.
Al continuación, explicó: “Los mercenarios de ISIS no tienen nada que ver con el Islam. Estas bandas de mercenarios hacen leyes de acuerdo a sus propios intereses. Y no actúan de acuerdo al Islam”.
Ereb también contó que fue “testigo con mis ojos de algunos de los prisioneros cuyo crimen no conozco -tal vez eran soldados del régimen- con sus manos cortadas, siendo disparados en la cabeza o asesinados con inyecciones. Uno de los prisioneros asesinados era un padre y allí estaba su hija. Lo mataron con una bala en la cabeza delante de los ojos de la niña. Aún siento frente a mis ojos el rostro de la niña que veía la muerte de su padre”.
Ereb fue casada con un mercenario del ISIS y desde entonces fue sometida “a presión y violencia. Me impuso ser un ama de casa y no me dejaba salir”. Al referirse a esta situación, señaló que “cuando un hombre de ISIS quiere una mujer, no importa si la chica es consiente o no de casarse. No importa si la familia y la hija dan su consentimiento. Después de casarse con un hombre de ISIS, a la chica ya no se le permite ni siquiera ver a su familia, como si fuera sólo de su marido”.
Sobre esto, Ereb agregó: “Si el mercenario de ISIS moría, la mujer tenía que casarse con otro mercenario de ISIS. Y todo lo que tenía que hacer era dar a luz inmediatamente a un niño, cocinar y hacer las tareas domésticas. Nunca se le permitió salir. Incluso las familias presionan excesivamente a sus hijas para que hagan solo las tareas del hogar y no salgan. Nuestras vidas pasan con presión y crueldad”.
La ahora combatiente de las YPJ indicó por qué se unió a las filas de las fuerzas de autodefensa, encabezadas por los kurdos: “Hace un año, me uní porque fui influenciada por las YPJ. Más tarde, reconocí que era una mujer, que tenía mucho poder, aprendí sobre el poder masculino y empecé a entenderme a mí misma”.
“Viví con los mercenarios de ISIS durante dos años antes de que Raqqa fuera liberada –apuntó-. Para ser honesta, no era consciente de todo. Realmente no sabía lo que era la libertad de las mujeres. Me costó mucho vivir con las bandas de ISIS, porque mi vida pasada no era así”.
La joven explicó que “quería unirme porque las kurdas, las árabes y las asirias viven y luchan juntas en las YPJ. También quería demostrar que quería vivir libremente y que podía vivir libremente contra el hombre que me hizo esclava. Un año antes de unirme a las YPJ, entendí de nuevo lo que era ser mujer. Me uní para demostrar a mi familia, amigos y parientes que puedo vivir como una mujer libre con mi participación en las YPJ. En las filas de las YPJ, siempre quiero estar entre las armas pesadas y en el frente de guerra, y quiero probarme a mí misma”.
Ereb manifestó que “mientras vivía en Homs, no podía tomar las armas y luchar contra el enemigo, ni podía luchar. Pero aquí puedo enfrentarme al enemigo y luchar por mi libertad tomando las armas. Las mujeres no podían participar en la guerra en Homs. Aquí, la mujer puede hacerlo si quiere. Y me uní a las YPJ porque realmente quería luchar contra el enemigo. Cuando tuve que emigrar de Homs, sufrí mucho porque no podía luchar. Ahora lucharé para proteger nuestros logros”.
Hebun relató que de su matrimonio forzado nació un niño y “un tío que vivía en Turquía me reprochó que viviera con mi hijo”. “Aunque el padre de mi hijo sea un mercenario de una banda, no puedo dejarlo porque este niño es un pedazo de mi cuerpo –reflexionó la miliciana-. ¿Cómo puedo renunciar a él? Quiero que mi hijo crezca en un ambiente de libertad y en la cultura que le enseño, que es opuesta a la de su padre, contraria a como vivía su padre. Mi hijo es pequeño, y le criaré como siento que es correcto”.
FUENTE: Nesrin Deniz / ANF / Edición: Kurdistán América Latina