El voto kurdo, crucial en la reñida contienda electoral turca

La mayoría absoluta de la coalición de Recep Tayyip Erdogan depende de si el partido prokurdo HDP alcanza el 10% del sufragio en ámbito nacional.

Turquía decide este domingo quién será el primer “superpresidente” de la República y qué partidos formarán el nuevo y más debilitado Parlamento. En una contienda electoral, que se presenta mucho más ajustada de lo que el propio Recep Tayyip Erdogan imaginó cuando adelantó los comicios, el voto de los kurdos, la minoría étnica más extensa en el país y reprimida por un Gobierno nacionalista, juega un papel crucial en el futuro de Erdogan.

El combate en las urnas se bate principalmente entre dos coaliciones: la Alianza del Pueblo (Cumhur), formada por el partido gobernante liderado por Erdogan, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), junto con el derechista Movimiento de Acción Nacionalista (MHP), por un lado; y la dispar Alianza de la Nación (Millet), bajo la cual se han unido el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), el Partido Bueno (Iyi, derecha nacionalista moderada) y los islamistas de Saadet. Aparte, se presentan los nacionalistas kurdos y de izquierdas del Partido Democrático de los Pueblos (HDP), actualmente el tercer mayor grupo en el Parlamento turco.

Los últimos sondeos estiman que el bloque de Erdogan no alcanzará la mayoría absoluta en las legislativas al llevarse entre el 42 y el 46 por ciento de los votos, lo que supondría una caída respecto a las cifras de las pasadas legislativas de 2015, cuando el AKP obtuvo un 49% y el MHP un 12% de las papeletas. Mientras, la coalición opositora podría acumular entre el 32 y el 38% de los votos.

Ante el ajustado panorama, el electorado kurdo -que supone el 20% de la población del país- puede ser decisivo para decantar la balanza tanto en las elecciones presidenciales como en las legislativas. Gran parte del juego de estrategias depende de lo que hagan los kurdos. En muchas provincias del sudeste, el HDP goza de un amplio apoyo, pero incluso si gana allí, no entrará en el Parlamento si no supera el umbral del 10% del sufragio en todo el país. De no alcanzarlo, el segundo partido más votado en la región, el AKP, en este caso, se llevará sus diputados, quizás tantos como 65 diputados más.

“Este es, sin lugar a dudas, uno de los talones de Aquiles de la oposición”, asegura el investigador sénior del CIDOB, Eduard Soler. Si el HDP se queda fuera del Parlamento y el AKP gana con mayoría absoluta, la coalición opositora se verá debilitada dentro de un organismo que ya de por sí no dispone de la fuerza política que una vez tuvo debido a los cambios constitucionales sometidos durante los últimos años Gobierno de cinco lustros de Erdogan.

Tras las elecciones, se aplicará un sistema presidencialista validado por un controvertido referéndum el pasado 16 de abril de 2017. En este nuevo orden desaparecerá la figura del primer ministro, y el presidente concentrará todo el poder en sus manos, sin apenas control por parte del Parlamento. La oposición, por su parte, ha prometido recuperar el papel del Parlamento como centro del poder legislativo.

Hay mucho en juego. Y Erdogan lo sabe -“no quiere perder todo lo acumulado en 15 años en el poder”, apunta Soler-. Por eso la formación kurda teme que el AKP intente manipular o dificultar el voto en las regiones de mayoría kurda para asegurarse el resultado que necesitan. No sería la primera vez que pasa, dicen sus oponentes, que denunciaron juego sucio en la delicada victoria del referéndum del año pasado.

El HDP cree que obtendrán un apoyo superior al crítico 10% nacional y así lo indican los principales sondeos. Pero ante sospechas de manipulación, deben asegurarse un margen. “Creemos que, para obtener el 10 por ciento de los votos registrados, realmente necesitamos obtener el 15 por ciento”, aseguró un líder de HDP en la ciudad de Diyarbakir, Mehmet Serif Camci, al Financial Times.

En el mismo sentido se manifestó el candidato del HDP a la Presidencia turca, Selahattin Demirtas, que está acusado de pertenecer a la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), tachado de terrorista por Turquía y la comunidad internacional, y lleva 19 meses esperando juicio en la cárcel. Desde allí ha hecho toda la campaña, a través de las redes sociales y audios grabados con el teléfono de sus abogados y su mujer. A pesar de que el partido prokurdo de izquierdas se desvincule del PKK, Erdogan asegura que la guerrilla, que rompió el alto el fuego con el Gobierno turco en 2015, domina al HDP.

Bajo este pretexto, y también a raíz de la purga masiva que siguió al intento fallido de golpe de estado el 15 de julio de 2016, el presidente turco ha detenido a 25 de los 59 diputados que obtuvo el HDP en los comicios de 2015. Actualmente, nueve diputados permanecen en prisión, incluido Demirtas. El dirigente kurdo ha sido encausado por sus discursos políticos y afronta hasta 142 años de cárcel por su supuesta vinculación con el PKK.

Entre rejas, el candidato presidencial prokurdo advirtió de la amenaza de fraude en las elecciones del 24 de junio. En una entrevista con Efe, Demirtas asegura que la decisión de la Junta Electoral de reubicar algunos centros electorales en el sureste del país, donde viven la mayoría de los kurdos y el HDP recibe más apoyo, “sólo obedece a una única razón: hacer trampas”. Se trata de una estrategia para desalentar a sus seguidores moviendo los colegios electorales de los lugares afines al HDP a los sitios fuertes del AKP.

En el sudeste, amargas disputas enfrentan a algunos pueblos kurdos contra barrios urbanos. Un miembro de un destacado clan kurdo en Şanliurfa contaba a la organización Crisis Group que la gente está diciendo que no dejará de lado su rivalidad para emitir su voto en una aldea enemiga. “Los ancianos o los líderes del clan probablemente no querrán que los miembros de su clan viajen allí”, agregó.

Bajo el liderazgo de Demirtas, el HDP medió entre 2013 y 2015 entre el Gobierno del AKP y el PKK, en un intento de encontrar una salida a 34 años de conflicto que han dejado más de 45.000 muertos. Tras el colapso de las negociaciones en verano de 2015 y el retorno a las hostilidades, Demirtas propone ahora un “proceso de paz”, pero asegura la cuestión kurda debe tratarse políticamente. “Sigue existiendo una ‘cuestión kurda’ (en Turquía) porque el Estado oprimió con violencia a los kurdos y los ignoró”, apunta.

Precisamente la relevancia del voto kurdo ha provocado que las demandas kurdas hayan entrado en el debate electoral con algunos de los candidatos presidenciales, como Muharrem Ince del CHP o Meral Aksener, del IYI, pidiendo la libertad de su rival kurdo.

FUENTE: Gina Tosas / La Vanguardia