El renacimiento socio-ecológico de Rojava

Este artículo de Angelo Mastrandrea fue publicado en italiano en Pietra Angolare el 16 de enero de 2019.

Con el modesto gasto de 200 millones de dólares, Bill Gates presentó el baño del futuro en noviembre de 2018: transformará los desechos humanos en fertilizantes. En Rojava hacen lo mismo, pero sin gastar tanto. La transformación de la orina y las heces en fertilizante es solo uno de los proyectos en curso en el norte de Siria.

Mientras los vientos de guerra turcos soplan en la autodeclarada región kurda después del estallido del conflicto sirio en 2011, las comunidades locales están avanzando hacia el logro de uno de los objetivos de la democratización: la ecología social. El punto de partida es la teoría del líder del PKK, Abdullah Öcalan, quien ve en la relación sana con la naturaleza un medio de lucha contra el capitalismo y la dominación patriarcal y colonial.

El vínculo entre la crisis ecológica y la social está en la raíz del camino, un aspecto integral del confederalismo democrático, el proyecto político que se ha visto en los periódicos de todo el mundo por la participación activa e intrínseca de las mujeres. Lo que pronto se olvida es que hoy ese proyecto corre el riesgo de desaparecer.

Un proyecto social con sede en Italia, Kobane Roots (Raíces de Kobane), intervino a finales de del año pasado para defenderlo, apoyado por “Ya Basta Bologna” y en colaboración con el Comité Ecológico del cantón de Kobane. El objetivo es un retorno a los orígenes, devastado por décadas de imposición de monocultivos y el modelo de extracción de recursos, pero también de reducir los recursos hídricos por las represas turcas y la brutal ocupación del Estado Islámico (ISIS).

Kobane Roots plantará 15.000 olivos a lo largo del Éufrates y construirá un sistema de riego. Un lugar no elegido por casualidad: el Éufrates y el Tigris han sido sinónimo de fertilidad durante milenios. La elección del árbol tampoco es accidental: el olivo en Medio Oriente es vida, tradición y cultura. A menudo, también es un objetivo militar (en Palestina es objetivo de las excavadoras israelíes, en Rojava de ISIS), tanto como es la columna vertebral de las economías locales.

En los últimos años, miles de olivos han sido destruidos, y muchos han muerto después de ser abandonados por campesinos que fueron obligados a huir. Y la producción ha colapsado. Sin embargo, Siria era, antes de 2011, el cuarto país del mundo en producción de aceitunas, con 180.000 toneladas por año y 43 millones de euros en valor total.

Los 15.000 árboles se dividirán en diez olivares a lo largo del Éufrates, en el cantón de Kobane. El área ha sido limpiada de los restos de la guerra y se ha recuperado, y la construcción de un sistema de riego sostenible está en marcha, con nuevos pozos y el retorno a los canales tradicionales que se ejecutan entre los olivos. Todos manejados por cooperativas que darán trabajo a 80 familias y redistribuirán los ingresos a raíz del modelo de Rojava: el 30% irá al Comité Económico de Kobane para la recuperación de otros olivares y al fondo de inversión de la cooperativa. Esto se convierte en una plataforma de lanzamiento hacia la reconstrucción, pieza por pieza, de la economía local, partiendo de la riqueza atávica de una región transformada por el partido Baath en el granero sirio: el gobierno de Damasco impuso monocultivos en Rojava, empobreciendo la tierra, como también impuso el uso de pesticidas y obligó a una gran parte de la población rural a urbanizarse. Ante era trigo para alimentar el resto del país, y algodón para vestirlo. El sistema del Comité es el opuesto: diversificación para restaurar la fertilidad de la tierra, hacer que la región sea autónoma y devolverla a su esplendor anterior, hecha de los colores y sabores de garbanzos, lentejas, frijoles, higos y cerezas, granadas y albaricoques, pistachos y perales.

“La cuestión ecológica -escribe Öcalan- se resuelve si se desarrolla un sistema socialista. La combinación de la lucha por el medio ambiente con la lucha por una revolución social general es necesaria”. Por lo tanto, no son solo los olivos, sino un trabajo integral que nos permite restablecer una relación sana con la flora y la fauna, afectados por sistemas económicos centrados en el hombre, desde el feudalismo hasta el capitalismo liberal de la explotación insostenible de los recursos naturales.

En Rojava, la solución es total, porque el orden impuesto hasta ahora ha sido total: la alienación del hombre del medio ambiente y su destrucción son al mismo tiempo síntomas e instrumentos de conflictos internos. La respuesta es la descentralización, la economía comunitaria básica. Aquí es donde comienza el mosaico socio-ecológico de Rojava: plantas que requieren menos agua; la combinación para aumentar los cultivos; la reforestación, fundamental para la protección de las aguas subterráneas; la repoblación de la fauna y la lucha contra la erosión del suelo; huertos urbanos para el consumo del distrito; la prohibición de cazar y pescar en las reservas naturales: en Hayaka y Mizgefta Nu, se han plantado 8.000 árboles desde 2016, a los que seguirán otros 100.000; la recuperación de aguas grises para riego y negras para compost. En la base se encuentra la estructura de los municipios, una disposición colectiva que cancela la separación entre el lugar de producción y el de fructificación, y que permite el retorno al conocimiento colectivo.

FUENTE: Co-operation in Mesopotamia / Traducción y edición: Kurdistán América Latina